Clementina Suárez (12 de mayo de 1902 - 1991) fue una escritora hondureña que rompió las normas sociales. Fue la primera mujer en publicar un libro de poesía en Honduras y ahora está considerada como su más prominente poeta femenina.
Suárez era una bohemia a la que le encantaba frecuentar cafés. Desde pequeña se acostumbró a conseguir lo que quisiera y a hacer lo que le apeteciera. No le molestaba ser la única mujer que frecuentaba el estanco "Mamá llaca" en el barrio La Ronda de Tegucigalpa.
Fue una mujer que adoraba la compañía de las personas en todas las formas, le encantaba estar rodeada de talentos, energía e ideas. De hecho, la educación de Clementina era la gente. Clementina fue llamada la "Mujer Nueva" en Honduras.
SU OBRA
“Corazón sangrante”, Tegucigalpa (1930); “De mis sábados el último”, México (1931); “Los templos de fuego”, México (1931); “Engranajes, poemitas en prosa y verso”, Costa Rica (1935); “Veleros, 38 poemas”, La Habana, Cuba (1937); “De la desilusión a la esperanza”, Tegucigalpa (1944); “Creciendo con la hierba”, El Salvador (1957); “Canto a la encontrada patria y su héroe”, Tegucigalpa (1958); “El poeta y sus señales, antología”, Tegucigalpa (1969); “Clementina Suárez: selección de críticas, comentarios, pinturas y dibujos”, Tegucigalpa (1969); “Con mis versos saludo a las generaciones futuras”, Tegucigalpa (1988).
En el año de 1970 ganó el Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”.
Fundó las revistas Mujer y Prisma (en Honduras); Engranajes (ésta última en Costa Rica).
FRAGMENTOS DE LA ENTREVISTA QUE LE HICIERA
EL POETA RAMÓN SOSA
“La poesía es la única auténtica expresión de todo mi ser. Además me ha servido para revelarme, para dar mi limpio testimonio de la época que estoy viviendo para tener un mundo interior que constituya mi mayor fortaleza”.
“Hay un mundo aparte en el que se ahoga toda vocación cuando la tiene. La literatura como vocación es disciplina, renunciamiento a muchas cosas y sobre todo a las comodidades. No es una carrera que se pueda tomar como distracción”.
“Cada día el poeta encuentra nuevas formas de expresión. Pero el lenguaje poético de nada sirve si no se tiene qué decir”.
“La poesía es una magia que puede huir si no se utiliza, creo que mi poesía se ha humanizado cada día más y siento como propio el drama de mi pueblo, de los pueblos”.
ALGUNOS DE SUS POEMAS
COMBATE
Yo soy un poeta,
un ejército de poetas.
Y hoy quiero escribir un poema,
un poema silbatos
un poema fusiles.
Para pegarlos en las puertas,
en las celdas de las prisiones
en los muros de las escuelas.
Hoy quiero construir y destruir,
levantar en andamios la esperanza.
Despertar al niño,
arcángel de las espadas,
ser relámpago, trueno,
con estatura de héroe
para talar, arrasar,
las podridas raíces de mi pueblo.
CON MIS VERSOS SALUDO A LAS GENERACIONES
FUTURAS
por dejar un camino
y amojonar otros caminos,
con terrones de pueblo construí mi país.
Detrás de mí quizá quedarán muchas
lágrimas vertidas
pero con ellas fue que alimenté la
esperanza.
Las puertas
para mí estuvieron herméticamente cerradas
pero la sabiduría de mi dolor supo andar y
andar
hasta encontrar el auténtico sendero.
Cuesta vislumbrar la verdad
y el camino recto de la justicia.
Ahora,
a cualquier lugar que llegue
ya nunca puedo estar sola,
porque no comienzo en la sangre de mis
descendientes
sino que termino en ella.
hoy mi pequeñísimo cuerpo empuja las
estrellas
y con mis versos saludo a las generaciones
futuras.
DE MÍ NACISTE, HIJA
De mí naciste, hija.
Yo misma vuelta a nacer!
Canción de cuna en mis labios
porvenir en otra esquina.
Paralelas las de tus ojos
donde se asoma la dicha.
Fuiste tú la que naciste,
o fue todo un mundo, hija?
Mi entraña gestó el mañana
que está pidiendo justicia.
Mas sólo tu boca nueva
sabrá decir la palabra.
Yo aunque lo quise, hija,
en mí estaba el pasado.
Pero todo mi cuerpo fue
tierra, tierra propicia
Para que tú nacieras, hija!
Tú que serás el mañana.
REBELDÍA
No he venido al mundo
para llorar. No es con lágrimas
que se obtiene la alta dimensión del
hombre.
No es a que me maltraten
ni a que me humillen.
No me arredra la lucha
por más encarnizada que ella sea.
Afianzada tengo el alma
a un rojo encendido de fuerza
que puede maldecir
pero jamás humillarse.
No importa que pretendan negar
la luz de mi destino,
que rompan despiadadamente
el encaje del sueño,
que destruyan el azogue de mi espejo,
que me sumerjan en la noche sin adioses,
que con saña me nieguen el pan, la sal y
el agua.
No esperen que por ello me doble
dócilmente,
aunque la carne sea siempre la carne
mis entrañas ya casi son de acero.
Mas lo que así pretendan
que por mí no teman
que haría falta para ello desconocer
que yo aprendí a cantar con las palabras
justas.
Y que he encontrado la verdad en la médula
de mis huesos
y que por eso marcho a espaldas de la
aurora
como si ella misma naciera en mi costado.
Ignoran acaso que en el recinto de mi pecho
he dejado entrar el universo
y que tengo como cumplido deber gozoso
amar la justicia, la lucha, la esperanza
y afianzare a ellas
con mi corazón, mi canto
y la vida misma.
Y que por ello en todo tiempo
para mi sueño es la primavera,
la tierra toda florece
y adelante para mí su simiente milagrosa.
Sin negarme jamás a sangrar,
hasta dejar como caños vacíos las venas,
dislocarme de espanto en horas
tormentosas,
rodar como un animal herido,
saborear mi saliva como si fuera una
fruta,
tocar sonámbula mi propio esqueleto,
acariciarme yo misma
a fuerza de sentirme tan desgraciada.
Pero eso no será nunca estar vencida
ni naufragada en ningún planeta.
Será acaso como estar momentáneamente
cansada
de un largo viaje...
para empezar el nuevo día con más
violencia.
Pues hay que saber que cuando el pecho
casi estalla,
el dolor es su única defensa.
Además qué triste sería ser invencibles
únicamente por el miedo a sufrir.
Mi pecho abierto a los cuatro costados
se viste, se desviste, anda y desanda los
caminos
y jamás se protege del desamparo.
Él sabe que sería risible disfrazarse con
máscaras,
que solo hay una forma segura de ganar el
combate
y es entrar en él con el cuerpo
descubierto
pero con plena decisión de pelear
hasta ganar o perder.
Que vivir es seguir viviendo,
buscarse minuto a minuto,
hasta encontrar la voz servidora
que nos permita dar el mensaje
de lo verdaderamente eterno.
Yo sé que atrás se quedará mi rostro
pero que mi voz estará siempre en el alba,
que no hay tumba para la férvida palabra
y mucho menos para el canto que va de boca
en boca.
Que este es un frágil milagro de inescrutables
designios,
una belleza que se acrecienta cada
primavera
y una eternidad que se levanta del mismo
cadáver
para no morir nunca.
(Suárez, 1969, p. 23)
BIOGRAFÍA
Biografía de Clementina Suárez, Wikipedia
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