LA ESFINGE DE TEBAS
Por René Avilés Fabila
La otrora cruel Esfinge de Tebas, monstruo con cabeza de mujer, garras de león, cuerpo de perro y grandes alas de ave, se aburre y permanece silenciosa. Reposa así desde que Edipo la derrotó, resolviendo el enigma que proponía a los viajeros, y que era el único inteligente de su repertorio. Ahora, escasa de ingenio, y un tanto acomplejada, la Esfinge formula adivinanzas y acertijos que los niños resuelven fácilmente, entre risas y burlas, cuando el fin de semana van a visitarlas.
De Sirena a Sirena
UAM, Ciudad de México, 2010
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Por Ana María Shua
Cuando mi sillón predilecto avanza por el living con los brazos extendidos y el paso decidido pero torpe, sé que se trata de un sueño. Vaya a saber qué pesadilla lo tiene otra vez así, sonámbulo
La sueñera
Minotauro, Buenos Aires, 1984
EL SUEÑO Y LA VIGILIA
Por Gabriel Jiménez Emán
Había confundido tanto la vigilia con el sueño, que antes de acostarse clavaba con un alfiler de su cama un papelito que decía: “Recordar que mañana debo levantarme temprano.
Los 1001 cuentos de una línea
LA CIUDAD SOÑADA
Por Ana María Shua
Usted llega, por fin, a la ciudad soñada, pero la ciudad ya no está allí. En su lugar se eleva una cadena montañosa de indudables atractivos turísticos. Pero usted no trajo su equipo de andinista, no tiene grampas, ni cables, ni vituallas, usted trajo una guía de restaurantes y un buen traje, y entradas para el teatro. La ciudad, por el momento, está del otro lado, y el guía le ofrece atravesar la cordillera a lomo de mula. Y mientras avanza lentamente sintiendo que su columna vertebral, que sus riñones ya no están para esos trotes, usted percibe en la reverberación del aire que la ciudad está volviendo a formarse a sus espaldas, temblorosos y transparentes todavía los rascacielos, como medusas del aire.
Temporada de Fantasmas
Páginas de Espumas, Madrid, 2004
DÍA DE DIFUNTOS
Por Fernando Iwasaki
Cuando llegué al tanatorio, encontré a mi madre enlutada en las escaleras.
— Pero mamá, tú estás muerta.
— Tú también, mi niño.
Y nos abrazamos desconsolados.
Ajuar Funerario
Páginas de Espumas, Madrid, 2004
EL ENGAÑO
Por Marcial Fernández
La conoció en un bar y en el hotel le arrancó la blusa provocativa, la falda entallada, los zapatos de tacón alto, las medias de sed, los ligueros, las pulseras y los collares, el corsé, el maquillaje y al quitarle los lentes, se quedó completamente solo.
Relatos vertiginosos
Lauro Zavala (Ed,), Alfaguara
Ciudad de México, 2005
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