Fragmento
Existe un muso (*), pero no espere que él baje revoloteando y esparza polvos mágicos creativos sobre su máquina de escribir o computador. Él vive en el subsuelo. Es un habitante del sótano. Tendrá que bajar a su nivel y, cuando lo haya hecho, amueblarle el piso. Digamos que le toca a usted sudar la gota gorda, mientras el muso se queda sentado, fuma sus cigarros, admira los trofeos que ha ganado en la bolera y finge ignorarle. ¿Le parece justo? Pues a mí sí. No digo que el muso sea guapo, ni muy hablador (yo lo máximo que consigo arrancarle son gruñidos de mal humor, a menos que esté de servicio) pero es dueño de la inspiración. Es justo que usted haga todo el trabajo y se queme los sesos, porque el del puro y las alitas tiene un saco lleno de magia. Y lo que contiene el saco puede cambiarle la vida.
Créame, yo sé lo que digo.