Durante el año 2025, colapso se ha convertido en un término recurrente
en los espacios informativos. Aunque su uso se ha asociado principalmente al
derrumbe del techo de la discoteca Jet Set, ocurrido en la madrugada
del martes 8 de abril —la mayor tragedia registrada en la República Dominicana
en décadas, con 236 muertos y 180 heridos—, la palabra aparece también con
frecuencia en noticias sobre otros acontecimientos, como el colapso del
sistema eléctrico durante el apagón general del 11 de noviembre, fallos en
infraestructuras viales y diversas crisis institucionales.
«El orden y el respeto a la ley sufrieron ayer otro colapso». Así comenzaba el
editorial del periódico El Caribe en su edición del 17 de diciembre de
1965, hace sesenta años. Este uso hiperbólico normal en la redacción
periodística ha evolucionado con el tiempo y hoy colapso, voz que tiene
su origen en el latín collapsus, participio pasado de collābi:
‘caer’, ‘arruinarse’, se usa además para describir eventos físicos tangibles,
como la caída de un puente o el derrumbe de una estructura.
Sin embargo, en su primera aparición en el
Diccionario de la lengua española (DLE), en el año 1884,
colapso se define como un término de uso exclusivamente médico, con una
sola acepción:
‘Postración repentina de las fuerzas vitales, determinada por debilidad de
la influencia necesaria de los centros nerviosos’.
Antes, el Gran diccionario de la lengua española de 1852, de De Castro
y Rossi, lo definía de forma más escueta como
‘postración física o abatimiento, o debilidad cerebral’. En 1992 el
DLE incorporó dos nuevos significados que se mantienen hasta la edición
actual (‘destrucción, ruina de una institución, sistema, estructura, etc.’ y ‘paralización a que pueden llegar el tráfico y otras actividades’),
además de la acepción
‘deformación o destrucción bruscas de un cuerpo por la acción de una
fuerza’, que se utiliza en mecánica pero también es extensible al lenguaje general.
Usos y contextos en la República Dominicana
En abril y los meses siguientes, y debido a su impacto mediático, el hecho que
dominó los titulares y cargó la palabra colapso de un matiz
especialmente funesto fue la tragedia del Jet Set con sus cifras devastadoras
y sus incuantificables secuelas emocionales en la población.
En septiembre el término se mantuvo en la agenda informativa a raíz del
desplome del puente que comunica a Yamasá con el distrito municipal de Don
Juan, en Monte Plata, provincia y municipio de la República Dominicana. Este
accidente causó la muerte de un conductor y aisló a varias comunidades por
varios días, lo cual avivó el debate en los medios sobre el mantenimiento de
obras públicas construidas en décadas pasadas.
Otro colapso, esta vez del tránsito en el Gran Santo Domingo, provocado
por lluvias intensas y el caos vehicular en las principales avenidas de la
capital, acaparó los titulares en octubre y noviembre.
De igual modo, tras el apagón
general del 11 de noviembre, los medios recurrieron con frecuencia a la voz
colapso al analizar las causas del fallo eléctrico que paralizó el
transporte y afectó de manera generalizada las actividades productivas del
país.
Finalmente, durante este mes de diciembre, el término colapso se ha
utilizado recurrentemente para aludir a la crisis institucional provocada por
el recién descubierto desfalco ocurrido en el Seguro Nacional de Salud
(SENASA),
entidad llamada a garantizar la protección sanitaria de los sectores más
vulnerables del país, que ha provocado su colapso financiero y dado lugar a un
sonado proceso judicial actualmente en curso.
Cómo se eligió
La palabra ganadora de este año fue presentada el 8 de diciembre junto a otras
siete candidatas: apagón, dólar, financierización, narco, reality y
solidaridad. De estas resultaron tres finalistas por la cantidad de
votos que alcanzaron: apagón, colapso y reality. Tras una
segunda ronda de votaciones, colapso resultó ganadora con un 58.8 % de
los votos, seguida de apagón (29.4 %) y reality (17.6 %).
Ver también:
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Un año en palabras, María José Rincón, Diario Libre
El lenguaje como espejo de la realidad dominicana

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