Esculapio Ramírez
Parte E
Cuando Esculapio cayó al piso frente al colmado de Franjul, perdió su carnet nacional de identidad, y una medalla al mérito que el padre de Eddy había ganado como teniente del ejército. Alguien la recogió y la depositó en el comercio de Franjul, en donde dos parroquianos bebían mabí y comentaban sobre la muerte infausta del Generalísimo. La medalla estaba manchada de sangre, porque Esculapio, al caer, la vomitó desde el bolsillo y ésta fue a tener, precisamente, debajo de su cabeza. Cuando aquello ocurrió Esculapio todavía tuvo fuerzas para alcanzar la medalla con la mano izquierda. Luego los dedos se aflojaron, y lentamente fue perdiendo el conocimiento. Franjul ha colocado la medalla en la vitrina en donde exhibe los dulces de coco y los vasos de arroz con leche. Alguien pasará un día que habrá de ofrecer sus dos o tres pesos por una pieza como ésta, se ha dicho; y tiene razón, porque todos hemos empeñado algo en el colmado de Franjul para tomar un ron, o beber una cerveza. ¿Y acaso ése no es el reloj de Esculapio, empeñado hace un mes, y puesto en venta?... Realmente lo era, y Eddy pensaba que todas aquellas eran vainas. La vida se había vuelto muy mierda, nada valía nada, y lo mejor era seguir bebiendo hasta tanto se aclarasen las cosas, porque podía ser un gancho lo de la muerte del Jefe, y lo que, sin dudas, no era gancho era la agonía de Esculapio, más viejo que nosotros, pero al fin y al cabo, un verdadero maestro. La monja española de ojos azules y tosecita nerviosa le colocó unas compresas sobre la frente. El enfermo no se movió. Dos palomas grises y moradas, de las llamadas zuritas, se posaron sobre la ventana de la habitación. Venían huyendo del cernícalo gris que se había detenido sobre los cables del tendido eléctrico. Esculapio abrió los ojos por vez primera en largo tiempo y miró sobre el vano de la ventana, palomas y ave de rapiña. Cansinamente dejó caer los párpados con pesadez, y dijo palabras imperceptibles entre las cuales sólo fue posible descifrar una frase: son pájaros de cristal. Ausencia llamó a las monjas, y la respuesta no se hizo esperar:
-Debe estar delirando.
Marcio Veloz Maggiolo. La biografía difusa de Sombra Castañeda. Siruela, Madrid, 2005. Págs. 157-158.
Selección del escritor Carlos Reyes quien se propuso (y lo cumplió en su página de Facebook) "la publicación de un texto de todos los escritores dominicanos que han obtenido el Premio Nacional de Literatura desde 1990 hasta 2018". Agradecemos que nos haya permitido su publicación en Cauce de Letras.
Marcio Veloz Maggiolo (nacido el 13 de agosto de 1936 en “Ciudad Trujillo”, hoy Santo Domingo) es un escritor, arqueólogo y antropólogo dominicano. Autor prolífico, tanto de temas académicos como literarios, ha sido traducido al alemán, inglés, italiano y francés.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Entradas populares
-
Cuento por César Nicolás Penson (*) (1855–1901) I PEDRO EL SANTO ¿Quién era Pedro el Santo ? Por esas calles iba, hacia los años d 18...
-
Cuento de Armando Almánzar Dos puntos fosforescentes acechaban desde la parte superior del techo; ante ellos, la superficie de este se ext...
-
HUMOR OLÉ NUESTRA EÑE (PARODIA) Estrellita La Moderna Nos quieren quitar la eñe Para ser más europeos Si nos quitan nuestra eñe ...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario