“Mira en tu propio corazón
porque quien mira afuera, sueña,
pero quien mira adentro se despierta”.
Jane Austen
Día primero de enero. Año Nuevo lluvioso y gris. Sus dos hijas duermen en el mueble-cama ubicado en la sala-comedor del apartamento. Más bien, todos duermen. Él también. Siente frío. Se fricciona cada antebrazo con la mano contraria. Una densa neblina se descuelga por los altos edificios. Cuánto desearía que las cabañuelas predijeran un cambio en su situación de violencia doméstica a la que ha estado sometida por tanto tiempo. Creció oyendo hablar de las cabañuelas, pero nadie sabía interpretarlas. Ahora ella las aplicaba a su vida tratando de predecir lo que le espera en cada mes. Se le agudiza la sensación de frío. Asume que será un enero de mucha frialdad y congojas.
Día 2 de enero. Levantada desde temprano. Fregó. Hizo desayuno y ayudó a que las niñas salieran a buen tiempo para llegar a la escuela. Pasado el mediodía oyó el temido vozarrón exigiendo ropa limpia. Como autómata va y la deposita en la cama. Teme su furia. Piensa en su familia tan lejos. Se le humedecen los ojos al recordar a su anciana madre. Las cabañuelas de su vida indican que tendrá un febrero- pesadilla.
Día 3 de enero. Llegó de madrugada empujando todo lo que encontró a su paso. Las niñas se despertaron asustadas. En silencio trató de calmarlas con abrazos. Al fin logra dormirlas, pero ella no logra conciliar el sueño. En la mañana barre los platos rotos. Por acá recoge pantaloncillos sucios, por allá medias malolientes. Llena una bolsa de ropa sucia. Enciende la lavadora. Será un marzo de muchos quehaceres.
Día 4 de enero. Se siente sucia. Disminuida. Forcejeó para que no la poseyera. No pudo zafarse de su fuerza bestial. La luna ilumina la fría madrugada. Se pronostica un abril de penosos desafíos.
Día 5 de enero. Camina ausente en la tienda de juguetes. Compra dos rompecabezas. Tarde en la noche hará de reina maga. Sonríe. Siente que habrá sorpresas en mayo.
Día 6 de enero. Risas tempranas. Sus niñas arman los rompecabezas. Disfruta verlas. Le alegra pensar en un junio fantasía.
Día 7 de enero. La ausencia de él la relaja. Sabe que está con otra. Indiferente se encoge de hombros. Su cabañuela le indica que habrá calma en julio.
Día 8 de enero. Lo apacible de la tarde se trastoca. Ha regresado. El tufo a alcohol es un presagio. Las niñas se abrazan a ella. Pronóstico de fuertes turbulencias en agosto.
Día 9 de enero. Encuentra consuelo hablando por teléfono con sus familiares. Su madre le suplicó que se alejara de ese hombre tan violento que “te podría hasta matar” la oyó decir. Al colgar lloró desconsolada. En silencio se bebió sus lágrimas. Todo indica que su nostalgia se intensificará en septiembre.
Día 10 de enero. Otro día de abusos y golpes. Por vez primera se defiende. Lo muerde con rabia y lo patea certera en la ingle. Logra zafarse y huye. Un miedo visceral la impulsa a correr con todas sus fuerzas. Jadeante llega a la escuela a buscar sus niñas. Sus hematomas hablan. Será un octubre liberador.
Día 11 de enero. Temporalmente una amiga le ofrece su casa como refugio. Ya su familia la espera. Será un noviembre solidario.
Día 12 de enero. Junto a sus niñas camina resuelta hacia una nueva vida. Se siente liberada de pesadas cadenas invisibles. Ya no necesita seguir jugando mentalmente a interpretar las cabañuelas de su vida.
Del libro Color Magenta
Miriam nació en Mao, Valverde, República Dominicana, y dice que, a pesar de estar lejos, nunca ha perdido contacto con sus gentes y siempre lleva a Mao en su corazón.
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