sábado, 26 de mayo de 2018

JUAN DE JS. REYES: UN POETA EN UNA ALDEA

El martes 22 de octubre de 2013, en el marco de la celebración de la semana del poeta, el Lic. Rafael Darío Herrera impartió esta conferencia en la UASD, Mao, sobre Juan de Js. Reyes, la que según sus propias palabras "se me ocurrió titular: Juan de Js. Reyes: Un poeta en una aldea".

Nació en un contexto de plena indigencia y aridez cultural al finalizar la dictadura de los Seis Años (1868-1874) del caudillo Buenaventura Báez. En esa época la mayor parte de los ingresos que percibía el Estado se consumían en gastos militares por la perenne inestabilidad política que afectó a la República desde su propia génesis. Por ende, los diferentes gobiernos realizaban una pírrica inversión en educación lo cual impedía la construcción de escuelas, la formación de maestros, etc.

Al joven Reyes le correspondió vivir en épocas del pleno dominio del despotismo: la dictadura de Ulises Heureaux (13 años), 16 años de inestabilidad política (1900-1916), el gobierno militar dictatorial de los norteamericanos (8 años) y la dictadura de Trujillo (31 años). Tal vez por eso uno de nuestros grandes intelectuales, Pedro Francisco Bonó, razonó que la sociedad dominicana estaba hecha para el despotismo.

En la década en que vino al mundo Juan de Js. Reyes, Mao era sencillamente una aldea. Uno de los testimonios más fidedignos que se tienen sobre la vida de Mao lo ofreció en 1871 un periodista norteamericano, Samuel Hazard, quien atravesó el área y constató empíricamente la existencia de 10 o 12 chozas con un estilo arquitectónico idéntico a las demás zonas rurales del país, sin que imperara un criterio organizativo en su construcción, por lo que se trataba de un caserío sin forma. Cuando Hazard le preguntó a uno de los lugareños sobre qué cultivaban la respuesta fue: “tabaco, señor”. El cultivo de esta aromática hoja junto con la crianza libre de ganado representaban los dos principales medios de vida de los maeños.

En ese entorno, medularmente rural, las peleas de gallos y los fandangos constituían las únicas distracciones sociales de sus habitantes, las cuales, según Hostos, eran “sostenedoras de barbaries”. En ese momento todavía Mao no disponía de ningún centro educativo. El primero lo fundó alrededor de 1878 el profesor cubano Juan de Dios Pardo en la próspera comunidad de Pretiles y lo subsidiaban los propios lugareños.

Por esta carencia, el joven Juan de Jesús se formó como autodidacta aunque se benefició del capital cultural de su padre, Estanislao Reyes García, que detentaba un elevada ilustración y en cuya biblioteca debió leer los primeros libros de poesía. Posteriormente, cursó estudios en las primeras escuelas fundadas en Mao que no debieron sobrepasar el tercer o cuarto grado de la educación formal.

Esta limitación, y el imperativo de Juan de Jesús de acceder al conocimiento, conminó al señor Reyes García a trasladarlo a la ciudad de Puerto Plata a continuar sus estudios; allí se alojó en la casa de uno de sus parientes cercanos. Esta ciudad costera era uno de los principales centros urbanos del norte del país y acogía a decenas de patriotas cubanos y puertorriqueños que luchaban por la independencia de sus respectivos pueblos. Además, en ella empezó el sabio puertorriqueño Eugenio María de Hostos la transformación de la educación dominicana, invitado por el prócer Gregorio Luperón.

En 1875, Hostos vivió en la cosmopolita ciudad de Puerto Plata, donde predominaba una densa atmósfera cultural, y fundó los periódicos Las dos Antillas (1875), Las Tres Antillas (1875) y Los Antillanos (1875) que se sumaron al legendario El Porvenir, fundado en 1872 por el cubano Miguel Fernández Arcila y donde escribían cotidianamente Federico García Copley, su hijo Federico García Godoy y Francisco Ortea Kennedy y otros. Hostos inició la reforma de la escuela dominicana que se hallaba sumida en el dogmatismo, el verbalismo y la rutina y para lograr tal cometido emprendió la ingente tarea de formar maestros. Su gran sueño era civilizar el país y sacarlo de la barbarie.

En Puerto Plata, Juan de Js. Reyes recibió la enseñanza de discípulos y luego colaboradores de Hostos como Emilio Prud´Homme, poeta y autor de las letras del himno nacional, el profesor José Dubeau y las hermanas maestras Antera y Mercedes Mota. En esta ciudad también ejercieron la docencia los competentes maestros Alejandro Llenas, Rogelio Oller, Carlos Simón, Ulpiano Delundé, entre otros. A pesar de que no pudo culminar los estudios secundarios en esta ciudad norteña, el joven Reyes tuvo acceso a bibliotecas, actividades culturales y, sobre todo, logró interactuar con diversos intelectuales locales que contribuyeron de manera decisiva a su formación cultural y literaria como los hermanos Ortea. En definitiva, Reyes encontró en la Puerto Plata lo que resultaba imposible obtener en su Mao natal.

En esta ciudad, Reyes tuvo el ocio suficiente para estudiar la producción literaria de los principales poetas nacionales como Salomé Ureña, Gastón Fernando Deligne, José Joaquín Pérez y otros. La lectura de su obra poética nos revela los vínculos que mantuvo con diferentes intelectuales del país. En Mao, mantuvo contacto permanente con otro conspicuo poeta nacional como Domingo Moreno Jimenes quien recorría diversos pueblos del país vendiendo sus pequeños libros que elaboraba artesanalmente. También trabó una sólida amistad con el poeta santiaguero Ramón Emilio Jiménez quien residió algunos años en Mao.

El poeta Reyes, sin embargo, no permanecía indiferente a los acontecimientos sociales de su entorno y en tal sentido puso de manifiesto su antiimperialismo, probablemente influenciado por las ideas de Hostos, al formar parte del movimiento nacionalista que repudió la ocupación militar norteamericana y se incorporó al Partido Nacionalista que dirigía Américo Lugo, líder indiscutible de dicho movimiento. Frente a la vulneración de la soberanía nacional, en su poema “Romance de la ocupación”, plasmó en versos su aflicción cuando se refirió a los “días negros”, “muy dolientes”, “muy amargos”, en los cuales “lloramos sangre”, “tenemos amos/amos crueles/impiadosos y fríos y desalmados”.

Al retornar a Mao, luego de finalizar el segundo nivel de bachillerato, en 1895, con 23 años, Reyes se consagró a la docencia en la escuela de niñas Nuestra Señora de la Victoria, sin abandonar su pasión por la escritura de poesías que lo llevaba a permanecer largas horas en su Torre de Marfil. También realizaba labores de promoción cultural pues editaba la revista La Pluma y participó en la fundación de sociedades culturales como El Esfuerzo y el Club Quisqueya.

Juan de Js. Reyes, como ya hemos sugerido, fue un intelectual solitario en un pequeño pueblo donde todos se dedicaban a la agricultura, a la crianza de ganado y a trabajos rudos en general. ¿Cómo lo ponderarían sus contemporáneos maeños, de mentalidad tradicional y escasa formación cultural? ¿Cómo un iluso? ¿Un simple vago? ¿Un tipo raro? Rufino Martínez ha resaltado la vocación de Reyes hacia el quehacer poético:

“Mientras todo maeño se fue a la tierra y arrancó de ella los medios de un vivir más o menos holgado, Juan de Js. Reyes se quedó en la exigüidad de un oficio, y se condenó al círculo de la estrechez; pero el tiempo libre, que era mucho, lo llenó de literatura, alimento de su natural afición a la poesía. Satisfecho con la ilusoria plenitud de lo ideal, necesaria socialmente en unos pocos, representó el complemento de la acción material de los demás”. (R. Martínez, Diccionario biográfico histórico dominicano, 1821-1930, Santo Domingo, 1971, p. 418).

Los primeros poemas de Reyes aparecieron en 1906 en la revista El Pensamiento que se editaba en Santiago. Atenazado por las limitaciones culturales de su medio, a los 50 años de edad logró publicar en 1922 sus dos primeras obras poéticas, De Tierras Cálidas y Crisantemos y fruto de mi huerto. La primera de ellas llamó la atención de uno de los jóvenes intelectuales de Santiago, Joaquín Balaguer Ricardo, quien expresa:

“Juan de Js. Reyes era, hasta ayer, un poeta casi enteramente desconocido. Entregado al culto de la belleza en un medio sin ambiente donde la dignidad artística no tiene otro valor que el de un envidiable privilegio, se nos revela hoy como un poeta de estro fuerte y vigoroso. A primera vista se creería que es este uno de esos liróforos efímeros cuyos versos no son más que el fruto de una momentánea exaltación. Pero hay en su libro rasgos psicológicos de muy profunda sentimentalidad y de muy noble y peculiarísima belleza, para comprender que es este un poeta legítimo que adquiere ahora, el influjo del aire, la significación de una aseada y ejemplar personalidad poética”. (J. Balaguer, “De tierras cálidas”, La Información, 31 de enero de 1923, en: Escritos juveniles en verso y en prosa, Santo Domingo, 2009, p. 473).

Un historiador nacional como don Vetilio Alfau Durán califica a Juan de Js. Reyes como uno de “nuestros altos poetas”. En particular le llamó la atención su magistral poema “La acción de La Barranquita”. “La poesía de Reyes, asevera, propone símiles novísimos e imágenes deslumbradoras, pero sin apartarse jamás de la armonía que el buen gusto pauta. El soplo animador, exultante, que late en sus estrofas, es prueba de que Reyes atesora un rico numen poético. La obra literaria de Reyes es brillante, y en nuestro medio fecunda y digna de admiración”. (Arístides Incháustegui y Blanca Delgado, Vetilio Alfau Durán en el Listín Diario. Escritos II, Santo Domingo, 1994, p. 303).

De su libro Fragores. Poema épico de la Restauración (1924), nos llama la atención el poema “Mujeres dominicanas” el cual confeccionó Juan de js. Reyes sobre la base de informaciones orales recogidas en su medio. En él destaca el rol de las mujeres en la mayoría de las batallas libradas en la Guerra Restauradora, fenómeno que ha pasado desapercibido en la historiografía dominicana. Ella participaba en la sepultura de los cadáveres, asistía a los heridos brindándoles agua y colocándoles vendajes, lavaban la ropa de los guerrilleros, tejían sombreros, elaboran las vituallas, sobre todo panes y tortas, cocinaban los alimentos, afeitaban a los patriotas guerrilleros dominicanos, etc.

De no haber nacido y desarrollado su actividad poética en el apartado pueblo de Mao, Juan de Js. Reyes hubiera ocupado un lugar cimero en el parnaso nacional. Figuraría en diversas antologías literarias donde se incluyen poetas que apenas han publicado dos o tres poemas. También se le incluiría en los libros de textos de literatura. Reyes fue un caso excepcional como intelectual en tanto logró una extraordinaria ilustración superando todos los obstáculos para forjarse como poeta. Pero la historia dominicana ha estado centrada en resaltar las hazañas de las élites capitaleñas y ha marginado recurrentemente intelectuales de la talla de Juan de Js. Reyes.

Biografía de Juan de Jesús Reyes

Cronología de Juan de Jesús Reyes

Rafael Darío Herrera, el autor, historiador y educador, nació en Mao, Valverde, República Dominicana, en 1955.

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