lunes, 28 de mayo de 2018

7 POEMAS DE JUAN DE JESÚS REYES

Tomados del libro de Francisco Almonte, La Atesorada Luz Poética de Juan de Jesús Reyes.

Juan de Jesús Reyes, fue un poeta y educador nacido en Mao, Valverde, República Dominicana, el 6 de mayo de 1872 y fallecido en Mao, Valverde, R. D., el 6 de julio de 1962.

El poeta maeño ha sido llamado con justeza “El cantor de la Barranquita(*)”, por su oposición militante, casi rabiosa, a la invasión norteamericana de 1916, a la que dedicó versos henchidos de patriotismo. (Nota de IAM).

(*) La Barranquita es una pequeña elevación de terreno en Guayacanes, Valverde, República Dominicana, donde un grupo compuesto por unos 80 valientes de Mao y pueblos vecinos, emboscaron a las tropas norteamericanas que se dirigían a ocupar la ciudad de Santiago durante la invasión de estas al país en 1916. (Nota de IAM)

1. EL ARROZAL

El arrozal, bajo la paz del cielo,
Con uniforme placidez se pierde
Pidiendo a la memoria que recuerde
Las voces del trabajo y del anhelo.

La vista da por la extensión, un vuelo,
Y con nada tropieza que discuerde,
Y lo contempla, como a un lago verde
Que remontara de la faz del suelo.

Sobre ese lago de verdores francos
Las garzas vuelan con sutil blancura;
Y, atrás tendidos los morenos zancos,

Se van por los cristales de la altura,
Como si fueran pensamientos blancos
De la tierra bañada de hermosura.

2. ASPIRACIÓN

Yo quiero arrojar al agua mi navío
para ir a Nicaragua (**), a la tierra de Darío.
Allá recto poderío contra los derechos fragua,
allá,
la sangre es un río que trágico se desagua.
Quiero
en esa noble tierra,
ser como un tanque de guerra, rabioso, demoledor,
o ser como el huracán…
para que aprenda el Tío Sam la epopeya del honor.

(**) Aquí el bardo expresa su apoyo al pueblo nicaragüense al ser invadido y ocupado por los Estados Unidos, ocupación que se extendió desde 1912 a 1933. (Nota de IAM)

3. LA CONSIGNA

Quien brinde al yanqui un ademán sumiso,
sea baldón de la patria, o vil escoria,
tenga la tizne más infamatoria,
quien ante su deber esté remiso.

¡A vencer o a morir si ello es preciso:
a vencer ante el pasmo de la Historia
o a morir en los campos de la gloria
como el deber en todo tiempo quiso!

Hagamos de la unión la fuerte maza
de Hércules, y hundamos el cohecho;
no habrá de sernos la fortuna escasa:

¡Hacen luz en la fe de nuestro pecho
el Dios de nuestro escudo, nuestra raza
celosa de su nombre, y…el Derecho!

4. EL ALMA

El alma lo azul rubrica
con su volar vagabundo;
y es pájaro sitibundo
y hambriento que vuela y pica
en la manzana del mundo.

De sublime sentimiento
hace culto y hace rito,
y desprecia lo finito,
y traspasa el firmamento,
y se lanza al Infinito.

Y volando siempre en pos
de ensueños, de idealidad,
de hermosura y de verdad,
sabe que la impulsa Dios
y siente su eternidad.

5. LA ENVIDIA

¡Qué malas manos las tuyas!
No puedes curar heridas,
cortar las flores no puedes:
queda la planta marchita,
y, en la herida, más dolor…
¡No puedes mirar siquiera,
porque tus miradas turban
y envenenan!

6. FLORES DE CACTOS

En mi jardín hay flores todavía…
Verdad: han muerto mis claveles rojos,
Incendio de las almas y los ojos,
Y mis rosas de fresca lozanía.

He derrochado por la senda mía,
Mis nardos sobre lívidos enojos,
Mis lirios sobre pérfidos abrojos,
Y mis violetas a la felonía.

Pero después de mi fatal derroche,
Tengo flores del reino de la noche
Que dan perfume a la sombra fría.

¡Son flores a la luz de las estrellas,
Flores de cactos!; si te gustan ellas,
En mi jardín hay flores todavía.

7. A LA VILLA DEL MAO

¡Villa de los crepúsculos del rojo de las tunas,
de nácares y perlas, a veces, y otras veces
todos tintes violetas, o todos palideces!
De las nieblas... ¡Oh, villa de mis breves fortunas

y de mis largas bregas! ¡Quisiera ser un río
y darte frescas músicas, vitalidad y arrullo,
o darte el oro nítido de mi luz con orgullo,
si atesora luz el sentimiento mío!

¡Oh, villa que está viendo mis tardes pensativas!
Ayer viste los gozos de mis mañanas vivas
frente a las altas cumbres y hollando tus praderas.

Mañana cuando veas al infinito abiertos
mis ojos, cuando asilo me des entre los muertos,
bríndame de las flores que dan tus primaveras.

Fuente: Almonte, Francisco. La Atesorada Luz Poética de Juan de Jesús Reyes. Sto. Dgo.: Lozano, 2009, 339pp. Usado con permiso del autor a quien damos las gracias encarecidas.

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