Microficción
Lo vi salir del bar trastabillando los pies, visiblemente tragueado, vestido con su uniforme negro de reglamento; montarse y arrancar en el coche fúnebre que había dejado estacionado en frente del establecimiento y una cuadra más adelante pararse en el semáforo que estaba en rojo. Allí puso el coche en parking, se quitó la gorra de chofer, echó la cabeza y el torso hacia el asiento del pasajero, se acomodó lo mejor que pudo y se quedó dormido.
Isaías Ferreira Medina
lunes, 30 de septiembre de 2019
AL MUERTO QUE ESPERE
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