Siete voces
(México: Editorial Novaro, S.A., 1974)
Después de presenciar en Estocolmo la
entrega del Premio Nobel de Literatura 1971 a Pablo Neruda, viajé con él y con
su mujer, Matilde Urrutia, hasta Varsovia, donde se estrenaba su obra teatral
Fulgor y muerte de Joaquín Murrieta.
A los sesenta y siete años, Pablo Neruda,
doblemente consagrado como Premio Nobel y como embajador de Chile en Francia,
fue recibido calurosamente, tanto en Varsovia como en Estocolmo, por
intelectuales, reporteros y fotógrafos. Pero Neruda, un poeta para quien “la
vida es un regalo”, siempre ha sido una personalidad carismática. Como dice
Margarita Aguirre en Las vidas de Pablo Neruda:
“Es un hombre al que no se puede mirar en vano. Deslumbran su fuerza, su
calidez humana, y es como si algo magnético, una misteriosa atracción, nos
atara a su presencia.”