Se venden zapatitos de bebé, nunca usados
Atribuido a Ernest Hemingway
II. POR QUÉ YO NO USO AGENDA
Escrito en su calendario en el día de la muerte de mi padre, dos palabras: llamar hijo
Stace Budzko
III
No quise continuar con mi investigación sobre el cáncer porque me di cuenta de que, incluso aunque podría haber acabado por perfeccionar la cura, nunca le habrían puesto mi nombre, Eddie Spaghetti
IV. UNA INMORTALIDAD
El poeta de moda murió, y levantaron una estatua. Al pie grabaron uno de los epigramas que le valieron la inmortalidad y que ahora provoca la indiferencia o la risa, como la chistera, el corbatín y la barba de chivo del pobre busto. El infierno no es de fuego ni de hielo, sino de bronce imperecedero
Carlos Almira
V. POLIGAMIA
La añoro más que a las otras
David Joseph
VI. HERENCIA
Antes de ponerse el pendiente frotó el metal que rodeaba el zafiro con un bastoncito impregnado en líquido para limpiar plata. Cientos de estratos de tiempo levantaron el vuelo dejando la superficie luminosa y desnuda. Se acercó, curiosa, y la joya le devolvió el rostro adolescente de su abuela probándose el pendiente ante el espejo
Paz Monserrat Revillo
VII
Watson contempló desolado la escena del crimen. Sin pistas, sin sospechosos, el único detective capaz de resolver aquel misterio, yacía muerto a sus pies
Iría López
VIII. FLUJO DEL TIEMPO
Le fue concedido el privilegio de viajar al pasado y cambiar algunas cosas que habían dado origen a momentos muy difíciles en su vida. Al regresar al presente, se encontró con que era un infante huérfano, sin familia
Isaías Medina
IX. EL INCENDIO
Cuando llegaron los bomberos de una de las comunidades vecinas, encontraron a los seis bomberos locales mezclados con los demás curiosos contemplando desde la acera opuesta, impotentes y resignados, entre cubetas de agua vacías y hasta una manguera de jardín flácida y exhausta, cómo a su cuartel con todo y camión-cisterna adentro lo consumían las voraces llamas del incendio...
Isaías Medina
X. LA CARTA
Todas las mañanas llego a la oficina, me siento, enciendo la lámpara, abro el portafolios y, antes de comenzar la tarea diaria, escribo una línea en la larga carta donde, desde hace catorce años, explico minuciosamente las razones de mi suicidio
Luis Mateo Díez
XI. AMOR 77
Y después de hacer todo lo que hacen, se levantan, se bañan, se entalcan, se perfuman, se visten, y así progresivamente van volviendo a ser lo que no son
Julio Cortázar
XII. FANTASMA
El hombre que amé se ha convertido en fantasma. Me gusta po0nerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora
Patricia Esteban Erlés
XIII. LA MANZANA
La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que está a punto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consorte para regocijo de la serpiente. Es así como nunca llega a formularse la ley de la gravedad
Ana María Shua
XIV. LA CLÉPSIDRA DEL DESIERTO
Cuando la avaricia humana acabó con toda forma de vida en el planeta, el tiempo se detuvo y la oscuridad se impuso sobre la luz. Sucedió que de la aridez del desierto brotó un hilillo de agua que reptó entre las arenas hasta acunar en un objeto semienterrado por siglos. En el instante mismo en que el agua se deslizó por el cuenco de la antiquísima Clepsidra, el tiempo fue tiempo de nuevo y la luz alumbró los albores de un nuevo ciclo de vida
Miriam Mejía
XV. FELICIDAD MEDIOCRE
Me regocijo en el placer mezquino de haber encontrado en los pies de mi estufa el cadáver de un ratón. Sí, me alegro, con hermosa sorpresa, de que este hijo de su maldita madre que había subido hasta una cuarta planta para adueñarse de mi tranquilidad y de mi despensa, estuviera muerto... Tus afilados dientes quedaron en el terreno demoledor de mi ratonera. Se te acabó el show de frustrarme con tu habilidad de salir ileso de la trampa. Desde que ocupaste la cocina, tenía miedo de pisar tu territorio para calmar mi sed nocturna. Ya no eres tan grande como tus hazañas te hacían parecer. Llamaré a mi hermana para que el basurero que te vio nacer, se inunde con el olor de tu muerte. No lo hago yo porque reconozco que fuiste un hábil guerrero. Te ganaste dignamente el terror que aún siento con tu presencia
Ibeth Guzmán
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