En junio de 1950, mientras trabaja de periodista, García Márquez publicó el primero de una serie de textos que irían saliendo en distintas revistas con la advertencia: «Apuntes para una novela». Difíciles de conseguir durante décadas para sus lectores hasta la llegada de «Camino a Macondo», ahí están «La casa de los Buendía», «La hija del coronel», «Un día después del sábado» y, entre otras extraordinarias ventanas a ese pueblo que comenzaba a tomar forma, este «Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo».
En esta historia, una incesante lluvia de casi una semana en Macondo cambia la percepción de la realidad que circunda a la narradora y a sus familiares, quienes pierden por completo la noción del tiempo.