ORIGEN DE LA OBRA
Un viaje a Acapulco
Como muchas otras escenas en su vida, es posible que Gabriel García Márquez
haya fabulado la realidad para hacerla más atractiva —"la vida no es como uno
la vivió, sino como uno la recuerda y cómo la recuerda para contarla"—, dijo
famosamente en el epígrafe de sus memorias.
Y no sería la única vez que sucedió con "Cien años de soledad". De hecho,
García Márquez cuidó la novela para que se hundiera en la bruma del mito, esto
lo explicó en el artículo La novela detrás de la novela que se publicó en la
desaparecida revista Cambio, en 2002, donde relató el origen de la obra:
"De pronto, a principios de 1965, iba con Mercedes y mis dos hijos para un fin
de semana en Acapulco (México), cuando me sentí fulminado por un cataclismo
del alma tan inmenso y desgarrador que apenas si logré eludir una vaca que se
atravesó en la carretera. Rodrigo dio un grito de felicidad: —Yo también
cuando sea grande voy a matar a vacas en carretera.
"No tuve un minuto de sosiego en la playa. El martes, cuando regresamos a
México, me senté a la máquina para escribir una frase inicial que no podía
soportar dentro de mí: ´Muchos años después, frente al pelotón de
fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo´. Desde ese entonces no me
interrumpí un solo día, en una especie de sueño demoledor, hasta la línea
final en que a Macondo se lo llevó el carajo".
OTRA VERSIÓN
En el libro de conversaciones titulado El olor de la guayaba (1982), donde
charló con su amigo Plinio Apuleyo Mendoza, García Márquez dio una versión más
profunda de lo que ocurrió ese día:
"(…) Un día, yendo para Acapulco con Mercedes y los niños, tuve una
revelación: debía contar la historia como mi abuela me contaba las suyas,
partiendo de aquella tarde en que el niño es llevado por su padre para conocer
el hielo.
—Una historia lineal.
—Una historia lineal donde con toda inocencia lo extraordinario entrara en lo
cotidiano.
— ¿Es cierto que diste media vuelta en la carretera y te pusiste a escribirla?
—Es cierto, nunca llegué a Acapulco".
En su biografía de Gabo ("Gabriel García Márquez, una vida") el británico
Gerald Martin le da, por supuesto, más credibilidad a la versión de que la
familia siguió su viaje a Acapulco, donde el escritor tomó extensas notas
sobre el tema. Sin embargo añade: "Sea cual sea la verdad, desde luego ocurrió
algo misterioso, por no decir mágico".
MITO Y REALIDAD
La historia de cómo se escribió y publicó "Cien años de soledad" —publicada en
mayo de 1967— parece rodeada de un halo mágico.
Desde el nombre del cuarto en el que la escribió (la "cueva de la mafia" en el
número 19 de la calle de La Loma en el barrio San Ángel de Ciudad de México),
hasta la portada que tuvieron que improvisar para la primera edición —con un
galeón azul contra un bosque espectral y unos lirios amarillos— porque la
diseñada por Vicente Rojo (con la famosa E al revés en el título) no alcanzó a
llegar a tiempo. Se utilizó para la segunda edición.
Desde la versión (al parecer falsa) de que el gran editor español Carlos
Barral rechazó el manuscrito de la novela, hasta la historia (cierta y
confirmada a mí por el propio Vicente Rojo) del librero ecuatoriano que se
dedicó a corregir la E al revés en cada uno de los ejemplares que vendió, pues
creyó que se trataba de un error tipográfico. O cómo Mercedes Barcha se
encargó de resolver todos los problemas económicos del día a día durante los
18 meses que le tomó a Gabo escribir la obra.
Y unida indisolublemente a esa leyenda está la ciudad de Buenos Aires, donde
la editorial Sudamericana publicó por primera vez la novela.
En su libro "Tras las claves de Melquíades", Eligio García Márquez (hermano
menor del escritor), dice que sólo en la primera semana de publicada se
vendieron 1,800 ejemplares de la novela. La cifra se triplicaría a la semana
siguiente. Los 8,000 ejemplares de esa primera edición (una cifra enorme para
le época) se agotaron en tres semanas.
18 MESES DE TRABAJO
Gerald Martín relató en su biografía de "Gabo", cómo el autor creó la novela
en un cuarto que llamaba "La cueva de la mafia", ubicada en el número 19 de la
calle de la Loma, en el barrio San Ángel de la Ciudad de México.
Una de las anécdotas principales que se conoce del escritor, al finalizar Cien
Años de Soledad es que trabajó 18 meses como un preso en el libro, era el mes
de septiembre de 1966 y al terminar, Gabriel García Márquez fue a la oficina
de correos más cercana de su casa de la Ciudad de México para enviar a Buenos
Aires el voluminoso manuscrito de casi 500 páginas.
Gabriel y su esposa Mercedes Barcha se dieron cuenta que tenían dinero sólo
para enviar la mitad. Volvieron a contar los billetes y las monedas,
nuevamente pesaron las hojas y pagaron.
Al volver a su casa empeñaron los únicos electrodomésticos que tenían:
secador, calentador y la batidora. Después de venderlos regresaron a la
oficina de correos para enviar el resto.
Al salir de nuevo -según recordaría múltiples veces Gabo- Mercedes descargaría
en una frase todo el peso que llevaba 18 meses acumulándose en su corazón:
—Lo único que falta ahora es que la novela sea mala.
MERCEDES BARCHA Y LO QUE NO LE DIJO A SU ESPOSO
En la anécdota que pone Gerald Martin en el libro Gabriel García Márquez: Una
vida cuentan cómo Mercedes Barcha sobrevivió a la falta de dinero, mientras
Gabriel García Márquez se dedicaba a escribir.
Después de que Gabo renunciara a su trabajo y se dedicara a escribir su libro
tardó en finalizar 18 meses en el cual el nobel de literatura se dedicó 6
horas al día. No tenía empleo y se empezaron a ver las carencias económicas.
En esos meses Gabo y Mercedes recibían una canasta llena de alimentos por
parte de sus amigos. Fue entonces cuando Mercedes decidió pedirle prestado al
carnicero, al panadero, y los vendedores de verdura de la Colonia San Ángel,
donde vivía, para poder alimentar a sus hijos.
Tanto así que evitó que Luis Coudurier, alcalde de la Ciudad de México en ese
entonces, los corriera de su hogar. Mercedes habló por teléfono con él y le
dijo que en seis meses le pagaría todo, a lo cual Luis le respondió "con su
palabra me basta".
BUENOS AIRES
Después de Buenos Aires nada volvió a ser lo mismo para Gabriel García
Márquez.
El escritor argentino Tomás Eloy Martínez era entonces el jefe de redacción de
la revista Primera Plana. Paco Porrúa, editor de Sudamericana, le había
mostrado el manuscrito del libro y quedó tan fascinado que decidió enviar a un
periodista a México para escribir un reportaje especial sobre el escritor.
Los García Márquez llegaron a Buenos Aires en la madrugada (del 20 de junio de
1967, según las biografías de Gerard Martin y Dasso Saldívar; el 19 de agosto
según el artículo "Los cien años de García Márquez" de Tomás Eloy Martínez).
En el aeropuerto de Ezeiza los estaban esperando Porrúa y Eloy Martínez.
En el mencionado artículo, Tomás Eloy Martínez dice que vio el momento exacto
en que la fama cayó sobre García Márquez "como un rayo". Así lo describió:
"Aquella misma noche fuimos al teatro del Instituto di Tella.
Estrenaban, recuerdo, "Los siameses" de Griselda Gambaro. Mercedes y él se
adelantaron a la platea, desconcertados por tantas pieles tempranas y plumas
resplandecientes. La sala estaba en penumbras, pero a ellos, no sé por qué, un
reflector les seguía los pasos. Iban a sentarse cuando alguien, un
desconocido, gritó "¡Bravo!", y prorrumpió en aplausos. Una mujer le hizo
coro: "Por su novela", le dijo. La sala entera se puso de pie. En ese preciso
momento vi que la fama bajaba del cielo, envuelta en un deslumbrado aleteo de
sábanas, como Remedios la bella, y dejaba caer sobre García Márquez uno de
esos tiempos de luz inmunes a los estragos de los años".
La vida de Gabo nunca volvió a ser igual. Y jamás quiso regresar a Buenos
Aires.
BUENOS AIRES QUIZÁ TE HAGA SUFRIR
No se conoce una explicación del propio García Márquez, pero según el diario
argentino Página 12, Jaime Abello Banfi, amigo cercano y director de la
Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, trató de dar una respuesta
en la Feria del Libro del 2015 en esa ciudad.
"Cuando terminó 'La hojarasca', le envió el manuscrito a Guillermo de Torre,
de Losada, quien le recomendó "que no debía dedicarse a la literatura". (La
obra, la primera novela de Gabo fue finalmente publicada en una pequeña
editorial colombiana). "El director de la FNPI opinó que luego de esa
experiencia, Gabo podría haber dicho: "Hay que tener cuidado con Buenos Aires,
quizá te haga sufrir".
Como sea, la capital argentina está indisolublemente unida a la leyenda de
"Cien años de soledad".
Fuente: BBC Mundo e Infobae
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