miércoles, 22 de abril de 2020

ENTREVISTA A JOCHY HERRERA

Por Minerva del Risco

«Soy positivo porque de no serlo me convertiría en cómplice de la casi epidémica desesperanza»


Jochy Herrera nació en Santiago de los Caballeros, en 1958. Es médico, especializado en cardiología, y ensayista.

Jochy Herrera ha logrado dividir su vida entre sus dos grandes pasiones: la creación literaria y la cardiología. Destacado escritor y médico dominicano que durante más de treinta años vivió en Chicago donde se distinguió por su labor profesional, intelectual y académica, y formó parte de la reconocida organización cultural Contratiempo. Es autor de Extrasístoles, Seducir los sentidos, Estrictamente corpóreo y De fugas y visiones. Desde su regreso a Santo Domingo, ha logrado ocupar un espacio importante como ensayista y columnista de uno de los principales periódicos del país. También es relevante el aporte que ha hecho como intelectual poseedor de una visión integradora del mundo, de la naturaleza y de la ciencia.

Recientemente, en la Capilla de los Remedios, un hermoso lugar que una vez fue dedicado a la oración y que en la actualidad sirve de albergue para actividades culturales, realizamos un encuentro para conversar sobre su libro De fugas y visiones, publicado por la editora Cielonaranja hace unos meses.

Con destreza singular estos ensayos relacionan temáticas disimiles. Por ejemplo, puede hablar de astronomía y de ahí pasar a un poema de Neruda o a la obra pictórica del gran artista plástico René Magrite.

Jochy Herrera, mediante una prosa limpia y elegante, nos conduce por un trayecto en el que imaginación y realidad, pasado y presente, historia e historias, conviven en cada texto. Conversar con Jochy es adentrarse en un mundo que no deja de sorprender por sus visiones particulares e imprevistas.

Me parece sumamente interesante el estilo de tus narraciones o ensayos… y la forma en que vas conduciendo la historia, utilizando muchas veces conceptos filosóficos para luego, sorpresivamente, caer en un tema tan real como la conversación entre dos homeless, como haces en el texto «Alma, hogar y homelessness». Mientras lo leía, pensé incluso que había elementos de ficción. ¿Has utilizado ese recurso en algunos textos?
El ensayo, indudablemente trata de una «historia» en tanto que parte de un origen que ha provocado al autor y continúa con un desarrollo temático que incluye detalles, referencias, motivaciones y todo un cuerpo artesanal que componen la sustancia del texto; sea ella una conclusión, una interrogante o una propuesta. Pero ficción propiamente dicha no la contemplo en el ensayo. Es decir, lo imaginario, categoría a todas luces fundamental y definitoria en el ejercicio literario de la narrativa, a mi juicio, no pertenece a la esfera de este género. Por supuesto que la incorporación de elementos pseudoficcionales podría, en ocasiones, constituir una útil herramienta de soporte a la propuesta textual del ensayo. Pero jamás ser su motivo o fundamento.

He observado que en casi todos tus textos hay una fuerte presencia de la poesía, ya sea porque utilizas ejemplos, citas y fragmentos –desde Borges, pasando por Baudelaire, hasta Aute–, o porque tu misma prosa es poética. ¿Sientes que la poesía es un género importante en tu proceso de escritura?, ¿cómo llegas a ella?
A mi modo de ver el ensayo literario es un género que puede –y debe aspirar a ello– recurrir a la poesía en su beneficio; no solo como temática propiamente dicha sino como recurso, en este caso. A través del uso de la imagen poética, sea en una cita o con un verso particular, pretendo otorgar a mis textos una suerte de lírica, digamos, o mejor aún: un dejo poético que facilite cierto «respiro» ante cualquier atisbo de academicismo, innecesaria sobriedad o franca amenaza al placer de la lectura que pudiese surgir. Por otro lado, muchos de los temas abordados en mi trabajo poseen una alta carga de simbolismo, de poder metafórico para ser más justos. Y qué más apropiado para ellos que la incursión en la poesía.

Otra cosa que veo en tus textos es el gran valor que le das al concepto de «esperanza». Siempre estás viendo más allá, como buscando ese algo que los seres humanos no debiéramos perder para seguir adelante. ¿Qué te lleva a ser tan positivo a pesar de tantos cuestionamientos mediáticos en estos tiempos de la epidémica posverdad, donde ya no se sabe lo que es verdad o lo que es inventado, y que está contaminando al mundo a través de las redes sociales?
¡Complejo cuestionamiento merecedor de múltiples respuestas! Mas, para ir al grano, antes que nada, debo anotar que el problema de la posverdad no está necesariamente determinado por la tecnología per se sino por la forma en que es utilizada (o se abusa de ella). La responsabilidad debe recaer sobre los que la manipulan y no necesariamente sobre el usuario en tanto que los medios, a conveniencia malsana, transforman la verdad a través de un proceso que hace mucho tiempo Chomsky había definido como consentimiento manufacturado.

Soy «optimista» (un esperanzado, como dices), no gracias a ningún ímpetu místico, chamánico o mesiánico (respetos aparte), sino como resultado de tres hechos fundamentales. Primero, el ser padre de (ya no tan) criaturas merecedoras de lo mejor de mí y de nuestra humanidad, por lo que no puede haber otro propósito existencial hacia ello que no fuese la esperanza. Segundo porque es más que obvio que pretendo que, tras leerse mis propuestas en el texto, surja ante los ojos del lector la bandera de la crítica, de la inquietud y la insatisfacción. No como ráfaga de un fútil fuego fatuo sino como expresión de lo que a mi juicio es deber fundamental del escritor: la provocación. Y por último, soy positivo porque de no serlo me convertiría en cómplice de la casi epidémica desesperanza que desafortunadamente ya ha tocado a grandes sectores de la sociedad, sobre todo a nuestros jóvenes.

En el primer ensayo, donde hablas de la seducción, y pensando en estos tiempos donde el movimiento #metoo ha cuestionado, exageradamente a mi modo de ver, los métodos de seducción, terminas diciendo: «yo seduzco, tú seduces, y por favor no te detengas, aún no hemos asesinado la esperanza». ¿Crees que quienes apoyan a ese inmenso movimiento y participan de él entienden que en el juego del amor es necesaria la seducción? ¿No crees que hay una línea muy fina entre seducción y acoso, lo cual pudiera crear confusión?
Es de rigor aclarar que el texto que mencionas se inicia con la advertencia de que en él se habla de la seducción como acto vulgar e inútil, traicionado, violado y, sobre todo, vendido. Seducción de naturaleza posmoderna que escapa de lo íntimo «para constituirse en instrumento del mercado que deforma los propósitos de la esfera de lo real»; sean ellos el poder, la verdad, la belleza o la economía. En suma: aquí hablamos de dos dimensiones de la seducción que habitan planteamientos conceptuales disímiles: aquella que trata del ubicuo cortejo del mercado con nuestro existir en su sentido más general, la que literalmente persigue la carne-trofeo, y la seducción del Kierkegaard que no desea posesión física porque el sexo no lo es, cual afirma el poeta Leopoldo Panero: «No es tu sexo lo que en tu sexo busco / sino ensuciar tu alma: desflorar / con todo el barro de la vida / lo que aún no ha vivido».

La frase que citas, a todas luces metafórica, pretende pluralizar la seducción, hacerla común a géneros e identidades sexuales e incluso a propósitos allende al juego del amor. La temática del #metoo es un animal aparte que respeto profundamente en tanto que todo lo que represente un mecanismo de extirpación de la antiquísima mirada dominante sobre la mujer (mal seducida, acosada, violada o asesinada), es sin duda alguna merecedor de nuestro reconocimiento y defensa.

En «Un beso al mejor postor» describes el beso desde distintos puntos de vista. Comienzas con la explicación que parte de la tradición, pasando por la explicación biológica, luego la del alma y que se representa a través del arte pictórico y la literatura. Todas estas explicaciones llegan a la misma conclusión: la sensación de placer y la percepción de emociones agradables. En tu condición de médico y a la vez de escritor, ¿dónde ubicas el beso?, ¿qué importancia le das a la ciencia con su explicación biológica y a la emoción como parte fundamental para la creación?, ¿es el beso un acto del instinto o de la razón?
Si entiendo tu pregunta correctamente, estás cuestionando implícitamente la relación acontecida entre biología y emoción; o visto de otra forma, entre instinto y razón, acciones que en definitiva nos separan del animal no humano que en las múltiples especies que pueblan nuestro entorno acciona a través del contacto físico sin «saber» ni el porqué ni su significado. Emocionarnos físicamente durante el contacto físico, con el beso en este caso (la piel de gallina, la secreción genital producto de la excitación sexual, una erección, etc.) va más allá de lo instintivo ya que esas respuestas corporales son involuntarias, no podemos controlarlas. Mas el elaborado proceso cognitivo que nos facilitó ordenar esa atracción hacia el otro, categorizarla en nuestra escala sentimental y convertirla en una acción concreta, expresar lo sentido a través del contacto físico, es a mi modo de ver uno de los más sublimes actos humanos.

En referencia al segundo cuestionamiento sobre mi condición de escritor médico o médico escritor, te diría que a través de los años he logrado comprender (y aceptar) que no hay contradicción alguna entre ambos roles. El entrenamiento y conocimiento científico sin duda ha facilitado mi proceso escritural ensayístico en tanto que la conceptualización y artesanía del texto se nutre del ordenamiento y disciplina otorgados por el quehacer científico. Pero, sobre todo, el matrimonio de ambos roles me permite acceder a esferas del acontecer de nuestras vidas que han facilitado el que en ocasiones el autor se convierta en esteta, crítico, intérprete o provocador del pensamiento y acción humanas. Al fin y al cabo, es lo que el médico hace día a día: interactuar con otros sobre cosas de los otros desde un ángulo individual pero armado de recursos y conocimientos que muchos han construido a través de la historia.

El libro es una colección de ensayos con una diversidad de temas. ¿Cómo surgen los temas de tus ensayos y artículos? ¿Qué técnica narrativa utilizas para concatenar la historia?
Como sabes, hay una gran diferencia entre la recopilación de textos que aborden un tema común y de tal forma se conviertan en un libro, y el ordenamiento conceptual de ese tema tratado en múltiples trabajos que siguen un hilo conector como propuesta. En De fugas y visiones intenté lograr lo último a través de cavilaciones que en parte surgieron de experiencias, observaciones e incluso meditaciones en su gran mayoría correspondientes a los últimos cuatro años. Es justamente el tiempo que tengo de vuelta al país después de haber sido ciudadano universal en Norteamérica y de pronto encontrarme con una realidad en muchos sentidos surrealista.

Esas fugas representan la sorpresa y el desafío de un viaje (existencial, y también concreto) que no parece concluir; son fugas donde la insularidad despierta visiones que buscan el sentido de la migración, la construcción de una dominicanidad incompleta, el lugar que ocupan los genitales, el acontecer de memoria y la cotidianidad que construye la hipermodernidad del siglo XXI mirándose desde la isla a tierra firme.

Por último, ¿qué me dices de este texto? «Sé que no arribo aún al final ni a los principios; sé de ti y sé de mis pasiones, de los astrolabios y las mariposas que siempre te persiguieron. También supe una vez de tu boca cuando en un taxi casi vacío osaste dedicarme una mirada, y yo, beso la imaginé. Hoy sé de ti y de tu ausencia, mujer de papel casi teñido de jazmín. Te miro el olor y la culpa de tus ojos; te miro entre tus uñas y el recuerdo de esa que jamás fuiste. Ahora eres todas con nombres y apellidos». ¿No lo consideras un poema?
La poesía, mejor aún, lo poético, constituye una metáfora mayor en tanto que revela expresiones del sentir que podrían convertirse en útiles instrumentos en el proceso del pensar mismo. Tal es, en parte, mi propósito de matrimoniar poesía con pensamiento; en este caso, la búsqueda de respuestas a un cuestionamiento de naturaleza meramente simbólica se transforma no solo en catarsis de historias personales sino también en una propuesta de la construcción del amor desde un ángulo particular, resultado de experiencias vivenciales propias y ajenas.

SOBRE LA ENTREVISTADORA

Minerva del Risco es una escritora dominicana. Estudió Mercadeo en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y dedicó parte de su vida profesional a la publicidad y la producción de televisión. Ha laborado como gestora cultural y ha sido articulista en los periódicos Acento, Diario Libre y El Nuevo Diario, en el suplemento cultural Areíto del periódico Hoy y en la revista literaria Punto en Línea de la Universidad Nacional de México. En el 2016 produce los textos para el libro Mi ciudad colonial, del fotógrafo Alejandro Núñez. Es autora de los libros Virutas de miel y El envés de mil voces. Actualmente preside la Fundación René del Risco Bermúdez.

Artículo de Revista Global 84



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