Por Federico Henríquez Gratereaux
Premio Nacional de Literatura Dominicana 2017
Antonio Machado, el gran poeta sevillano, siempre estuvo interesado en distinguir «las voces de los ecos»; y también la pura retórica de la verdadera poesía. Para explicar esto último, inventó un profesor apócrifo, llamado Juan de Mairena, quien preguntaba a unos estudiantes cuál sería el modo adecuado de expresar poéticamente esta sentencia: « los acontecimientos consuetudinarios que ocurren en la rua». Después de lanzar esta frase complicada y afrancesada, el profesor contestaba :«lo que pasa en la calle». Machado prefería las oraciones directas y abarcadoras.
Pero el caso es que hoy las calles están vacías; a tal punto que los animales han invadido las ciudades. Miles de tortugas han ocupado las playas, pájaros de todas clases han salido de los bosques y aterrizado en ciudades solitarias. Los habitantes de todas ellas tienen miedo al contagio de un virus «llegado de Oriente». «Lo que pasa en la calle» es que no pasa nada; ni siquiera pasan transeúntes. Ya no es grato, como antes, sentarse en una cafetería, con mesas en la calle, y mirar la gente caminando de un lugar a otro, con las vestimentas más disimiles, con caras insólitas y ojos angustiados. Tanto los poetas como los periodistas, se interesaban en lo que ocurría en las calles; ahora son naturalistas y ornitólogos quienes comentan los sucesos callejeros. Urbanistas y ecologistas abren la boca con asombro. Las calles no tienen gentes porque todos están asustados y se esconden en sus habitaciones.
En la República Dominicana tenemos un Ministerio de Medioambiente. Podemos añadir que el ambiente de la ciudad es un ambiente a medias. Pocos vehículos, poca gente. Los ambientalistas, en todo el mundo, han promovido discusiones acerca de la contaminación del planeta, sobre los residuos que no son biodegradables. Vivimos hacinados en bloques compactos, que son como sepulcros alineados al borde de calles silenciosas. Nuestra relación con la naturaleza toda —especialmente con los animales— necesita una profunda revisión.
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