viernes, 21 de febrero de 2020

CONSEJOS DE JAMES BALDWIN ACERCA DEL ARTE DE ESCRIBIR

“El talento es insignificante. Conozco muchas ruinas talentosas. Más allá del talento yacen todas las palabras habituales: disciplina, amor, suerte, pero sobre todo, tenacidad".

Por Maria Popova

The Marginalian

En 1989, el editor-fundador y entrevistador pionero de Paris Review, George Plimpton, editó una maravillosa colección titulada The Writer’s Chapbook: A Compendium of Fact, Opinion, Wit, and Advice from the 20th Century's Preeminent Writers (El folleto del escritor: un compendio de datos, opiniones, ingenio, y consejos de escritores preeminentes del siglo 20). Entre ellos estaba el novelista, poeta, ensayista y dramaturgo James Baldwin (2 de agosto de 1924 - 1 de diciembre de 1987), a quien Plimpton había entrevistado en dos ocasiones a principios de 1984, medio siglo después de que Baldwin [prácticamente] “leyera" [su ticket] de salida de Harlem y entrara en el panteón de la grandeza literaria.

En una fantástica adición a la sabiduría colectiva de escritores célebres, Baldwin recuerda su formidable carrera y comparte lo que ha aprendido sobre el proceso creativo, los impulsores psicológicos de la escritura y los hábitos mentales que uno debe cultivar para sobresalir en el oficio.

Reflexionando sobre lo que motiva a los grandes escritores a escribir —una pregunta duradera que George Orwell, David Foster Wallace, Italo Calvino y William Faulkner también abordaron maravillosamente— Baldwin se pone del lado de Bukowski y argumenta que la fuerza suprema impulsora del escritor es la imposibilidad irreprimible de no escribir:

"Algo que te irrita y no te deja quieto. La angustia que ello significa. Escribe este libro o muere. Tienes que ir a través de eso. El talento es insignificante. Conozco muchas ruinas talentosas. Más allá del talento yacen todas las palabras habituales: disciplina, amor, suerte, pero sobre todo, tenacidad".

La tenacidad, de hecho, es quizás el único denominador común entre los autores exitosos. Cualquier aspirante a escritor, advierte Baldwin, no debería hacerse ilusiones acerca de la tenacidad requerida, pero debería querer escribir de todos modos. Una generación después de que Jack Kerouac considerara la diferencia vital entre talento y genio, Baldwin señala:

“Si vas a ser escritor, no hay nada que yo pueda decir para detenerte; si no vas a ser escritor, nada de lo que pueda decir te inducirá a serlo. Lo que realmente necesitas al principio es que alguien te haga saber que el esfuerzo es real".

En un sentimiento que recuerda a la observación de Joan Didion de que ella escribe para tener mejor acceso a su propia mente, Baldwin habla de la función aclarativa de la conciencia del impulso creativo:

"Cuando escribes, intentas descubrir algo que no sabes. Todo el lenguaje de la escritura para mí es descubrir lo que no quieres saber, lo que no quieres descubrir. Pero algo te forza a hacerlo de todos modos”.

Gran parte de esa autorrevelación, señala Baldwin, ocurre no durante el primer torrente de escritura sino durante el agotador proceso de reescritura. Haciéndose eco de la sabiduría permanente de Hemingway sobre el crucial arte de la revisión, agrega:

“Reescribir [es] muy doloroso. Sabes que [el trabajo] está terminado cuando no puedes hacerle nada más, aunque nunca es exactamente lo que quieres ... Lo más difícil del mundo es la simplicidad. Y lo más terrible también. Tienes que despojarte de todos tus disfraces, algunos de los cuales ni siquiera sabías que tenías. Deseas escribir una oración tan limpia como un hueso. Ese es el objetivo".

Pero así como la sensación de que algo está inacabado puede ser esencial en guiar el proceso de revisión, se debe estar consciente de que [la noción de] lo acabado y [completo] es un espejismo perenne. (Décadas más tarde, Zadie Smith observaría en sus diez reglas de la escritura: "Resígnate a la tristeza de toda la vida que resulta de nunca estar satisfecho"). Baldwin ofrece:

"Cuando has terminado una novela, ello solo significa: "El tren se detiene aquí, tienes que bajarte aquí". Nunca logras el libro que querías, te conformas con el libro que obtienes. Siempre he sentido cuando termino un libro que hay algo que no vi, y generalmente cuando observo el descubrimiento, es demasiado tarde para hacer algo al respecto".

Añadiendo a los infinitamente fascinantes ritmos diarios de los grandes escritores, que reflejan la amplia gama de diferencias en las condiciones cognitivas de la rutina de la escritura ideal, Baldwin comparte sus hábitos de trabajo:

“Comienzo a trabajar cuando todos se han ido a la cama. Lo he hecho desde que era joven: tenía que esperar hasta que los niños estuvieran dormidos. Y luego trabajaba en varios trabajos durante el día. Siempre he tenido que escribir de noche. Pero ahora que estoy establecido lo hago porque por la noche estoy solo".

Complemente The Writer's Chapbook —un tesoro tan repleto de sabiduría que sería una tragedia ver que se agotara y no se volviera a imprimir— con “lo que hace a un gran escritor”, de Joseph Conrad; el consejo que le cambió la vida a Willa Cather y la convirtió en escritora, y de Jane Kenyon lo que sigue siendo el mejor ethos para escribir y vivir; luego vuelve a visitar a Baldwin y su opinión sobre el papel del artista en la sociedad y su maravillosamente oportuna conversación con Margaret Mead sobre raza e identidad.

Traducido sin autorización del original James Baldwin’s Advice on Writing, de la página Web de Maria Popova Brain Pickings, por Isaias Ferreira Medina.

Translated without authorization from the original James Baldwin’s Advice on Writing, taken from Maria Popova’s Website Brain Pickings, by Isaias Ferreira Medina.

© Both, the original work and this translation are the property of Maria Popova.



BIOGRAFÍA EN WIKIPEDIA

James Baldwin (Nueva York, 2 de agosto de 1924 - Saint-Paul de Vence, 1 de diciembre de 1987) fue un escritor y activista por los derechos civiles afroestadounidense. Su novela más conocida es Ve y dilo en la montaña.

Continúa en Wikipedia

1 comentario:

Entradas populares