I. CONTRAOFENSIVA INEFECTIVA
Vivíamos en el mismo vecindario. Nos habíamos visto. Sé que era casada; tenía dos niños. Una tarde me escribió por WhatsApp: “Auxilio, ayúdame, por favor”, acompañada de una foto en que estaba desnuda, bocabajo, esposada al espaldar de una cama. En su trasero descomunal se leía S.O.S.
Sospechando una tragedia, me dirigí a la casa que me indicó, para ver lo que podía hacer.
Procedí a soltarla. Me dijo: “Primero, bórrame lo que me escribieron en las nalgas”
Busqué una toalla mojada y cuando me acomodaba para hacerlo, oí el flash de una cámara. Se me acercaron dos tipos fornidos y me dijeron: “Ahora, vas al banco con nosotros y sacas lo que te pidamos, o mandaremos estas fotos comprometedoras al periódico, con copias a tu jefe y a tu mujer”.
Hice lo que me dijeron.
Dos semanas después, me escribieron de nuevo: “Necesitamos más dinero… acuérdate que tenemos las fotos”.
Le escribí: “Yo sé la mujer de quién eres. ¿Te gustaría que él se entere de la "carrera" a que te dedicas? De seguro él reconocerá el tatoo en tu trasero.”
Me contestó: “¿Y quién tú crees que era el encapuchado? Tonto, el que tomó la foto y mandó el texto. Manda el dinero, o ya sabes”.
II. PARA NO ENVEJECER
Cuando llegó a ellos la noticia de que el tiempo pasaba más lento mientras más nos alejamos del centro de la tierra, y por ende envejecemos más lentamente, comenzó a notarse que la clase pudiente creaba barrios enteros en las montañas más altas del país; algunos incluso crearon sus oficinas en helicópteros que sobrevolaban la ciudad lo que con el tiempo no solo creó problemas de embotellamiento con sus consiguientes accidentes fatales, sino enemistades y enfrentamientos encarnizados nacidos de las rivalidades por controlar el espacio aéreo.