Sintiendo que el hambre les atosigaba, Eva y Adán salieron a caminar en busca de frutos. A poco andar divisaron matas de higuera con sus ramas repletas de higos maduros. Él se acercó al árbol que sobresalía entre todos los demás por sus copiosas ramas descolgadas a ras del suelo, colmadas de frutos tibios y abrillantados por el sol de media mañana. Con un movimiento rápido desprendió uno y lo mordió ávido. Al instante extendió su mano ofreciendo a Eva la otra mitad, pero ya ella engullía golosa la blandura de otro exquisito fruto de un morado oscuro. Encontrando que la pulpa roja y carnosa de intenso sabor dulce era una grata delicia al paladar comieron con desafuero. A la sombra de la copiosa higuera durmieron inquietos su hartazgo.
Eva soñó con una serpiente alada que la transportó a un lejano y desconocido lugar habitado por mujeres sabias conocedoras de los orígenes del bien y del mal. Adán tuvo de nuevo el sueño lujurioso con sus amantes Lilith y Namaah quienes con risas burlonas se alejaban ligeras sin dejar que las poseyeran. Al despertar él miró las redondeces de su compañera y bruscamente penetró su cuerpo dormido. Ella experimentó un sentimiento nuevo e insoportable. Con fuerza desconocida empujó el cuerpo que la aprisionaba y corrió como enloquecida alejándose de él y del árbol que los había alimentado.
Con el agobiante sentir que le aprisionaba el pecho y se hacía agua incontenible en sus ojos, Eva decidió seguir el rumbo de la serpiente de su sueño y caminó hasta el cansancio saliendo de los linderos del paradisíaco lugar de las higueras. Adán la siguió sumiso. Secretamente esperaba reencontrarse con las mujeres que lo habían desdeñado.
Del libro Color Magenta
Miriam nació en Mao, Valverde, República Dominicana, y dice que, a pesar de estar lejos, nunca ha perdido contacto con sus gentes y siempre lleva a Mao en su corazón.
Haciendo clic en este enlace podrá acceder a todo lo publicado en Cauce Literario bajo la etiqueta Miriam Mejía
No hay comentarios.:
Publicar un comentario