Sin embargo, a menudo esta fase importantísima del proceso de escritura se toma como algo accesorio, un proceso que se expedienta con rapidez, mezclado con la revisión que, a su vez, se mezcla con la corrección.
Pero la reescritura está tan íntimamente ligada a la escritura que es casi
imposible distinguirla de ella. No se puede escribir sin reescribir. Volver
una y otra vez sobre el texto, trabajar sobre él de forma exhaustiva,
obsesiva, atenta, sagaz y cuidadosa va unido al acto mismo de escribir. A
veces lo acompaña, a veces lo sigue, se entremezclan y son inseparables.
En nuestros cursos para escritores siempre insistimos en la importancia de la
reescritura. No es posible escribir un buen texto sin rehacerlo una y otra vez
hasta dar con la versión perfecta y definitiva. Por cierto, si te interesa
formarte con nosotros quizá quieras unirte a la próxima edición del Curso de
Novela. Si estás en la lista de espera te avisaremos en cuanto se abra el
plazo de inscripción. Puedes hacerlo, sin compromiso, en el formulario que
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grupales para resolver dudas y, lo mejor, cuatro propuestas de escritura que
Natalia Martínez leerá y comentará contigo de manera extensa y detallada para
ayudarte a detectar y solventar debilidades y potenciar y pulir virtudes. ¡Un
curso de lo más completo!
Emborronar y añadir
En Sin trama y sin final, un pequeño libro que recopila las notas y
reflexiones de Antón Chéjov sobre creación literaria que el genial ruso
compartió en su correspondencia con amigos, escritores y editores, el escritor
dice;
Los manuscritos de todos los auténticos maestros han sido emborronados de
arriba abajo, desgastados y cubiertos de añadidos que a su vez están
llenos de tachaduras y correcciones.
Ese es el proceso. No hay otro. Pensar que la obra nace perfecta a la primera,
como un bebé rechoncho y sano, es una ingenuidad que demuestra que se tiene
una noción confusa sobre lo que es crear y lo que es escribir. La escritura
siempre implica emborronar, añadir, tachar y corregir.
No importa si se ha hecho, como siempre recomendamos, una labor seria de
ideación y planificación, cuando la obra empieza a tomar cuerpo, a convertirse
en palabras, frases, párrafos, escenas, diálogos, descripciones… la
reescritura es necesaria.
A medida que el texto crece y la historia avanza es preciso —inevitable,
diríamos— volver sobre ella para añadir, quitar, cambiar de sitio y rehacer.
Es mientras escribimos cuando vemos la historia con mayor claridad: ahora
surge ante nosotros, se encarna en palabras y lo que muchas veces no eran sino
intuiciones, decisiones tomadas de manera provisional, se asientan o se
cambian. El texto está vivo bajo nuestras manos.
Haciendo enmiendas y tachaduras llegamos a concluir una primera versión,
tenemos ya un primer borrador. Pero no hemos llegado al final. Ahora toca
leerlo, revisarlo y… reescribirlo.
De nuevo desgastaremos nuestro texto —metafóricamente, ahora que trabajamos en
digital— y lo cubriremos de añadidos. Ahora ya tenemos una idea global, de
conjunto, y comprendemos mejor: lo que sobra, lo que falta, las partes
confusas, las partes mejorables, el lenguaje, que siempre necesita ser
refinado con preciosa atención. Hay que reescribir.
Reescribe cinco veces el mismo relato
Ese es el consejo que da Antón Chéjov: «Reescribe cinco veces el mismo
relato». Quizá cabría añadir «al menos cinco veces». Puede que sean algunas
más.
Entrevistado por The Paris Review, Ernes Hemingway explicaba:
La última página de Adiós a las armas la tuve que reescribir treinta y
nueve veces antes de quedar satisfecho. ¿Por qué? Para encontrar las
palabras adecuadas.
Y en El arte de la ficción, James Salter menciona que Gustave Flaubert
escribió unas cuatro mil quinientas cuartillas de borradores para trescientas
que tiene su gran novela Madame Bovary. Quizá por eso es una novela inmortal.
Porque Flaubert sabía bien que escribir es reescribir.
Como imaginas, estos autores no tenían prisa por finalizar su trabajo, no
pretendían escribir una novela en un mes, ni siquiera en un año. Estos
escritores sabían que el tiempo es un ingrediente más de la buena escritura.
Junto con la paciencia.
Las novelas, los relatos, las poesías que leemos, nos gustan y admiramos han
exigido mucho tiempo: tiempo de reflexión, de escritura y de revisión. Tiempo
para reescribir aquello que ya hemos escrito, lo que hemos revisado y sobre lo
que nuestra reflexión nos ha dictado la necesidad de volver para mejorar.
Si en tu escritura hay todavía aspectos que no te acaban de convencer, si
sientes que no te aproximas todavía a la calidad de las obras cuya lectura
disfrutas, es muy posible que lo que necesites sea darte tiempo. Dártelo a
distintos niveles y de distintas maneras. Aquí te hablamos de ello.
Tan fluido que parezca escrito sin esfuerzo
James Thurber, entrevistado también por The París Review, reflexionaba:
Para mí, escribir es sobre todo una cuestión de reescribir. Se trata de
intentar mejorar continuamente el texto hasta llegar a una versión
definitiva tan fluida que parezca escrita sin esfuerzo.
Quizá ese es el problema. Quizá el problema radica en que, cuando leemos,
somos incapaces de ver el esfuerzo y el tiempo que hay detrás de ese texto que
nos maravilla. No vemos las tachaduras, las enmiendas, los añadidos, las
correcciones. Y eso nos hace pensar que ese texto salió tal cual nosotros lo
disfrutamos de la mente y de las manos del escritor. La versión definitiva es
tan fluida que parece escrita sin esfuerzo.
Los mejores escritores son aquellos que hacen que escribir parezca fácil. A
pesar de que precisamente ellos son los que más aguda conciencia tienen de las
dificultades de su oficio.
Para llegar a esa impresión de fluidez y de facilidad, esa sensación de que
todo encaja y de que esa obra no podía haber sido escrita de ninguna otra
manera el escritor ha tenido que reescribirla innumerables veces. Se trata,
como dice Thurber, de intentar mejorar continuamente el texto. A veces serán
solo partes, a veces el texto completo. Reescribir mientras se escribe y
reescribir después de revisar. Reescribir siempre.
Porque, a fin de cuentas, escribir es reescribir.
Tomado de Sinjania, Escuela de Escritura Creativa
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