jueves, 20 de junio de 2019

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX. PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 2017

Federico Henríquez Gratereaux nació en Santo Domingo el 19 de septiembre de 1937. Hijo de Herminio Henríquez Pérez y Josefina Gratereaux.

LA PORNOFÁBULA DE GEORGE SIMENON


George Simenon parece ser un fornicador extraordinario. Si nos atenemos a la letra de sus declaraciones, él se ha acostado con diez mil mujeres. Simenon es belga, pero sus pujos machistas dejan muy atrás a los de los playboys de las Antillas, protomachos reconocidos en toda Europa. Es lástima que ya no viva Porfirio Rubirosa para pedir su opinión acerca de las hazañas amatorias de Simenon.

Ante estas declaraciones yo he sentido una profunda vergüenza. Vergüenza sexual e intelectual. Simenon empezó a acostarse con mujeres a los trece años. Y de ahí en adelante, se aficionó tanto al asunto que dedicó su vida a correr tras las delicias de los cuerpos femeninos. Este hombre, un atleta sexual, que ha realizado los Trabajos de Hércules en materia de alcoba, no es el inofensivo novelista que todos creíamos. ¡Se trata de un semidiós! ¿Cómo puede existir en Bélgica un fauno-novelista de esa talla colosal?

¡Fauno-novelista, mentiroso-grande! En tres años, a razón de 365 días por año, hay 1,095 días. Que para fines contables, redondearemos en 1,000 días; mil mujeres en tres años, a razón de una diaria, pudo este burlador llevar a la cama. En 30 años de diaria fornicación Simenon habría alcanzado la cifra de 10,000 mujeres poseídas. Y si comenzó a los trece, él había cumplido esa meta a los 43 años.

Pero Simenon tiene 74 años, de modo que, para completar los años de su edad dentro del marco de esta estadística erótica, diremos que necesitó, aproximadamente, una hembra interdiaria para llegar a la cifra de las 10,000 mujeres, que “necesitaba físicamente”.

He pedido los servicios de Maigret, investigador policíaco de Simenon, para saber si miente el belga como un cretense cualquiera; para saber si a los 74 años el novelista ha decidido colarse publicitariamente por la modernísima puerta del pornoverbalismo descabellado.

Hemos de suponer que cuando Simenon era joven los trámites para el acercamiento sexual eran más lentos que lo son ahora. La facilidad para quitarse la ropa que hoy exhiben las jóvenes de las grandes ciudades no creo que fuera la norma en 1915, cuando Simenon tenía 13 años, en su Lieja natal. Primer detalle sospechoso en ese crimen propagandístico.

Tenemos también que suponer que la capacidad amatoria de Simenon permaneció igual a través de toda su vida, y que no hay diferencia alguna entre su potencia sexual a los 20 años y la que ahora conserva. Él ha dicho que todavía le falta mucho en el camino de “conocer la verdad” a través del trato carnal con las mujeres. Otro dato para Maigret. El novelista tiene aún alguna acometividad.

Sería muy interesante saber con qué clase de mujeres trataba Simenon, que las podía conseguir con tanta facilidad, a montones, como si entraran a sus habitaciones por una puerta giratoria. Si eran prostitutas, eso merma mucho el valor de las proezas de seducción realizadas por George Simenon. Pero, además, plantea otro problema más difícil aún. Si se tratara de prostitutas habría que pagarles algo a muchas de ellas, aún en el caso de que Simenon fuera un chulesco personaje salido de la imaginación de García Márquez.

Si él hubiese pagado la ínfima suma de $5.00 por mujer y gastado $5.00 en pagar un motel de mala muerte, más un peso de cerveza para agasajar a su amante fugaz, $11.00 en total por cada mujer, eso llevaría la cuenta a ciento diez mil pesos invertidos en fornicación. No sabemos cuánto ha ganado Simenon con la venta de sus novelas en ediciones de bolsillo. Aquí hay un problema económico a dilucidar.

Maigret, hombre muy sagaz, ha tomado en cuenta el tiempo –substancia de la vida, según dicen algunos filósofos- que un hombre emplea en bañarse, comer, dormir, trabajar, transportarse de un lugar a otro, estudiar y escribir- pues Simenon es escritor, y ha calculado las horas disponibles para –no enfermándose nunca- dedicarlas al ejercicio de la sexualidad.

Al lado económico de la cuestión: el coste de 10,000 compañeras fugaces, se agrega entonces el problema biológico de la no declinación fisiológica de Simenon y el no menos pavoroso problema de su catadura psicológica. Maigret, sin embargo, hombre materialista y objetivo, prefiere considerar atentamente el problema del tiempo y del espacio.

Simenon debe ser un eyaculador precoz, un “gaucho veloz” a la europea, que tuvo por eso mismo que pagar muy bien a esas compañeras a quienes no tenía tiempo ni de acariciar siquiera. En una palabra, que todo parece indicar que Simenon ha sido un amador blitzkrieg.

Maigret piensa, asimismo, que con la experiencia sexual acumulada por Simenon a partir de sus trece años –no se olvide esta precocidad para añadirla a la de su eyaculación- él se habría dedicado probablemente a escribir novelas eróticas y no hubiera gastado tanto tiempo y esfuerzo de imaginación en el género policíaco, al que debe su fama. Maigret, aparentemente, se detuvo también en la consideración de este contrasentido psicológico.

En resumidas cuentas, Simenon es un embustero con problemas sexuales, que nunca ha disfrutado del inmenso placer del trato continuado con la misma mujer. Que no ha recorrido nunca toda la escala de la lira y de la flauta del amor humano –estrictamente humano-, que es a la vez corporal y sentimental, sensorial e intelectual. Es por eso, precisamente, que un hombre como Simenon jamás podrá escribir novelas como las de Dostoyevski y tiene que contentarse con imitar a Agatha Christie.

Conclusión: es muy difícil que alguna de sus amigas gritara en su compañía. Simenon es algo así como un funcionario de correos, o empadronador, que con un sello gomígrafo en la mano va censando y numerando senos, pubis, nalgas, bocas. Y parece que con la edad y la miopía se le ha corrido de sitio el punto decimal a la cuenta de sus intrascendentes aventuras sexuales.

Federico Henríquez Gratereaux. Disparatario. Editora Alfa & Omega, Santo Domingo, 2002. Págs. 59-62.


Selección de Carlos Reyes



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