viernes, 22 de marzo de 2024

PAQUITOS: UNA LECTURA INOLVIDABLE

Por César Brea Tió (EPD)

Aunque muchos expertos consideran este tipo de lectura como simplona, lineal y de poca profundidad narrativa, otros entienden que realmente llena una función educativa, considerando el amarre que hace hacia otras formas de lecturas más expresivas y provechosas culturalmente. Su contenido humorístico o cómico contagia con más facilidad que los textos no-gráficos. De ahí el atractivo de esta modalidad de publicación impresa que ha perdido hoy vigencia. 

Ya nadie lee las tiras cómicas o muñequitos como llamábamos en República Dominicana a las viñetas gráficas con diversos personajes que nos llegaban masivamente desde México y Estados Unidos. ¡Cuántas nostalgias nos traen aquellas revistas de dibujos donde muchos de mi generación aprendieron a leer o tomarle el gusto a la lectura! Otros simplemente la buscaban para reír, seguir aventuras, entretenerse y más de uno para cultivar ese arte humano hoy en decadencia que se conoce como “el sentido del humor”. Para algo sirvieron los paquitos o muñequitos.

Los sábados en la tarde, luego de cobrar nuestro semanal como monaguillo, de manos de Sor María de la Caridad, monja de la orden del Perpetuo Socorro en nuestro natal pueblo de Mao, nos dirigíamos puntualmente hacia la Farmacia Bogaert tras las historietas que publicaba la mítica Editorial Novarro de México sobre los más diversos personajes infantiles que encandilaban nuestra imaginación. Algunos las coleccionaban, otros después de leerlas las intercambiaban, muchos las vendían para seguir comprando nuevos números. En ese tiempo tenían un precio escandaloso para muchos “bolsillos pelados” como los nuestros: diez centavos. Costaban lo mismo que una batida de frutas con leche de la Barra Central o una entrada a la tanda “vermouth” del Teatro Jaragua que era mucho decir. (Nunca entendí este nombre vinícola de la función dominical matutina del cine).

Aunque muchos expertos consideran este tipo de lectura como simplona, lineal y de poca profundidad narrativa, otros entienden que realmente llena una función educativa, considerando el amarre que hace hacia otras formas de lecturas más expresivas y provechosas culturalmente. Su contenido humorístico o cómico contagia con más facilidad que los textos no-gráficos. De ahí el atractivo de esta modalidad de publicación impresa que ha perdido hoy vigencia. ¡Cuánto nos deleitábamos con una serie de personajes tan variados como lectores tenían! Desde un Llanero Solitario enmascarado cabalgando su caballo “Plata” y siempre acompañado de su fiel amigo indio llamado Toro, hasta ese Supermán todopoderoso que aniquilaba delincuentes, pero cuyo “pariguayismo” nunca le permitió dar un solo beso a su eterna enamorada Luisa Lane. Desde aquel Tarzán colonialista, afincado en África donde brincaba como los monos de bejuco en bejuco (lianas) hasta ese caballero misterioso de capa roja y sombrero de copa llamado Mandrake el Mago. Pasando por personajes sencillos pero llenos de inmensa chispa como el pescador y aventurero mejicano Chanoc y su borracho padrino Tsekub Baloyán o aquella pareja de Benitín y Eneas, un grande y un chiquito que siempre andaban juntos (¿Rolando Cuchara y CB?) o aquel matrimonio ejemplar que componían Lorenzo y Pepita Parachoques. Sin olvidar la Pequeña Lulú, simpática, alegre y juiciosa, amiga de Toby, Fito y Anita. Recuerdo a Daniel el travieso con su gorra ladeada y el tirapiedras en el bolsillo trasero rompiendo cristales por todo el vecindario.

¡Qué decir de Olaf el Vikingo quien nunca se quitó de la cabeza un casco pesadísimo con dos pullas de metal o un Trucutú tan truculento y pre-histórico como los hombres de la caverna! Nos maravillaba Batman, ese héroe de la Ciudad Gótica que junto a su inseparable camarada Robin se movía en el más apetecido de los automóviles, el Baticarro y usaba los mejores artefactos: el batirreloj, la batibota y creo que inventó hasta la batidora. Fascinaba ese Fantasma tan grandote andando con botas y traje de baño pero escondido tras un antifaz. Los varones nos enamoramos de La Mujer Maravilla, de senos exuberantes y una estrella en la frente, aunque respetábamos su perfil feminista y desbarata hombres. Los gringos nos hicieron confundir con un paquete de vaqueros malos que parecían los buenos de la película, con la ventaja de sus Colt 45 aniquilaban indios y bandidos que muchas veces eran más nobles y menos arrogantes (temo que ahí empezaron los famosos intercambios de disparos). Asoman a mi recuerdo los Hopalong Cassidy, Roy Rogers, Gene Autry y Red Ryder. Diferentes eran los animales que exportaba el Tío Sam que sí tenían mucha gracia: El Pájaro Loco, Tom y Jerry, Garfield el Gato, Mickey y su novia Mimí (a veces sueño que ellos se casaron y de ahí han salido todos los benditos “mouse” que tienen las computadoras). Tribilín tan fiel como inolvidable, el Pato Donald y su novia Daisy y su capitalista Tío Mac. No podían faltar los espías como Dick Tracy, los marines imperialistas como As Solar o aquel otro marinero comedor de espinacas llamado Popeye. Te amo Oliva.

Adorábamos a Archie, a Memín, a Beto el recluta, a Chiricuto (el más bruto de todos los guardias) y al flaco de Torombolo. No soportábamos al Dr. Merengue por su ironía e hipocresía ni a Ramona, aquella sirvienta tan estúpida como sus vanidosos patrones.

Desde el México lindo y querido surgieron muñequitos latinoamericanos que tenían mensajes más positivos y un contenido cercano a nuestras tradiciones. Con el título de “Vidas Ilustres” conocíamos la biografía de grandes personajes de la historia como Napoleón, Arquímedes, Sócrates o Alejandro Magno. “Vidas ejemplares” era otra serie parecida, pero abordaba las vidas de los santos de la iglesia. Una colección muy apreciada llevaba por nombre “Aventuras de la vida real” y recuerdo con especial asombro una colección titulada “Leyendas de América” donde se presentaban cuentos y creencias populares típicas de nuestros países latinoamericanos. Nunca he podido olvidar un capítulo de una de estas Leyenda de América donde se relataba la superstición de que “cuando un búho canta, un indio muere, esto no es cierto, pero sucede”, me causó mucha impresión esta leyenda folclórica de los aztecas quienes consideraban al búho como una figura demoníaca y de mal presagio. Decían que si el búho cantaba por las noches un indio moría. Pura tradición, pero resulta y viene a ser que pocas noches después de leer aquella impresionante narración, sobrevoló nuestra calle una lechuza produciendo su misterioso graznido, al despertarnos al otro día se regó por el barrio que esa noche había muerto un conocido personaje, vecino del famoso Colmado de Sebastián, creo que en la Calle Luperón. ¡Vaya usted a ver!

Ya en nuestra primera juventud (ahora voy por la tercera), llegó Mafalda, la famosa tira cómica del dibujante argentino Quino. Aquello era otra fragancia. Tras esa niña (algunos llegaron a decir que era una adulta enana) protestona y desinhibida se apreciaban los toques de una ideología cultural nueva y comprometida, mensajes de contenido social y aires de rebeldía contra la sociedad. Como le gustaban Los Beatles y detestaba las sopas, rápidamente hicimos empatía. Estaba rodeada de niños intelectuales, Felipe, Susanita, Miguelito y Manolito, formando un grupo que revolucionó la caricaturesca hispanoamericana. Una cosa es muy cierta, los muñequitos o paquitos hicieron más felices nuestro tránsito por los años infantiles. ¡Cualquier tiempo pasado fue mejor! Al menos eso dijo el poeta español Jorge Manrique en las “Coplas a la muerte de mi padre”.

Publicado originalmente en el blog Mao en el Corazón, el jueves, 5 de marzo de 2015.
© Herederos de César Brea

SOBRE CEBRETI

César Brea Tió, CEBRETI, como nos gustaba llamarle, nació el 14 de noviembre de 1947, en Mao Valverde, República Dominicana. Fueron sus padres don Héctor Ml. Brea Acosta y Dña. Pura Tió Santana, maestra distinguida. Agrónomo de profesión, se graduó de la preeminente Escuela Agrícola Panamericana Zamorano (Universidad Zamorano), de la República de Honduras. Gracias a Dios que desde niño fue un lector voraz y con el tiempo decidió, para júbilo nuestro, plasmar algunas de sus vivencias en papel, que, aunque él las consideraba “naderías, cosas triviales”, para muchos de nosotros son joyas valiosísimas.

César estuvo casado por 49 años, hasta el día de su sentida muerte, con Ercilia Herrera de Brea (Noris), con quien procreó sus hijos Penélope, César Abel y Héctor Paul Brea Herrera, todos profesionales. La muerte le sorprendió el día 4 de marzo de 2023, en New Jersey, Estados Unidos.

Era el hermano mayor de Vielka, Eduardo y Héctor (Ricardo) Brea Tió, como él profesionales y ciudadanos de valía, y amigos entrañables. Ricardo es un escritor destacado.

Los hijos dieron a César y a Noris, 5 nietos queridísimos, “culequismo” que él dejó plasmado en una pieza jocosa titulada “Abuelos y nietos” (*), la cual transcribo a continuación:

ABUELOS Y NIETOS

La vida es tan pícara que cuando se nos están agotando los enamoramientos, entonces nos llegan los nietos. No sé si a los demás abuelos les pasa lo mismo, pero cuando te crees que aún eres joven y que estas "acabando" llega Ariana (tres años) y te desengaña con un... "¡tú eres un viejito!". En tan solo cuatro palabras recibes la más certera lección de biología que ninguna universidad pudo darte. Cuando tu madre nunca te dejó entrar a la cocina (nuestras madres eran medio machistas con los hijos varones) y de repente tu nieta (Enya, 10 años) te obliga a asistir a su curso de preparación de pancakes, donde ella es experta y tú sufres tu primera quemadura con aceite caliente. Cuando te pasas una hora pichándole a Daniel (3 años) y el bendito pupilo de Albert Pujols y David Ortiz no se cansa de batear y abanicar mientras tu brazo y tu paciencia han llegado al límite, es porque la naturaleza está mandando señales mejores que las de los managers. Recuerdo una frase que una vez leí de Gene Perret, famoso escritor de comedias para la televisión americana que decía: "Mis nietos creen que soy la cosa más vieja del mundo y después de dos o tres horas con ellos yo también lo creo".

Cuando de los "países" te mandan unos mellizos que tumban gobierno (se los voy a mandar al azaroso de Mubarak) dizque a pasarse un mes lejos del frío y ya no puedes ni dormir la siesta sin que te despierte un bombardeo de burbujas de jabón sobre tu cara. Cuando te llaman a jugar muñeca (¿Cómo?) y tú te haces el loco, pero terminan convenciéndote de cambiar de ropa a una Barby. Cuando tienes que atrapar grillos, agarrar sapos, perseguir lagartos, “carreriar” mariposas y de repente tropiezas con un camión de bombero y terminas en el suelo escuchando la risa de todo el mundo menos la tuya. Cuando tu más solemne vecino quiere explicarte dizque las diferencias entre Leonel e Hipólito y tienes que interrumpir aquella importantísima conversación porque unas manitas te suplican... "corre...corre abuelo llévame al inodoro". Cuando por las noches ya no sueñas con Nicole Kidman y Angelina Jolie sino con la abuela de la Caperucita y la bruja de Blancanieves. No es nada querido... es que al llegar ellos ya no eres el mismo. Es que tu tiempo ha cambiado y ahora como Alberto Cortez aprenderás a entender cuál es la más dura de las dictaduras.

Acompaño estos íntimos pensamientos con un set de fotos de nuestros nuevos explotadores. ¡Anda pal carajo!

(*) Al tiempo de escribir estas líneas, sólo tenían 3 nietos.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entradas populares