Por Donald Maas
El mundo de los escritores de ficción es una colección de opuestos: facciones en desacuerdo en sus creencias, valores, propósitos y forma de escribir. Algunos autores tienen intenciones comerciales; otros, literarias. Algunos bosquejan; otros exploran la historia en borradores sucesivos. Para algunos, los géneros son una insignia de orgullo; para otros, son una etiqueta odiosa. El prestigio importa mucho para algunos, el dinero para otros, y las opciones cinematográficas para unos pocos descarriados.
Una dicotomía que no se suele discutir es la división entre quienes se sienten cómodos escribiendo emociones y quienes encuentran repulsivo plasmar emociones en el papel. Para lograr que el lector sienta lo que siente un personaje, se piensa que hay que hacer que el lector viva la experiencia del personaje. Hay que provocar emociones en el lector (mostrar), no servirle los sentimientos en bandeja. Lo más valioso para este grupo es capturar momentos. Son pasajes tan honestos, vívidos y verdaderos que trascienden las meras palabras. Los lectores reconocen la condición humana universal.
Para otros escritores, contar (decir) es algo positivo. Se adentran en la mente y el corazón de un personaje para observar y sentir los acontecimientos de la historia tal como lo hace ese personaje. Expresar las emociones de los personajes es la esencia de la narración íntima. ¿De qué otra manera se puede hacer que un personaje cobre vida? Para esos autores, la máxima expresión del arte son los pasajes de narración extensa, en los que la condición interna de un personaje se captura con detalles matizados solo por medio de palabras.
Aunque pocos autores son puristas en mostrar o contar, la mayoría se inclina más hacia una u otra dirección. Aun así, la mayoría está de acuerdo en que mostrar es mejor que contar, en general. Y la mayoría combina las dos cosas. No hay mucho debate sobre el tema. Cuando surge en las conferencias de escritores, la cuestión suele plantearse como una pregunta: ¿Cuál es el equilibrio adecuado entre mostrar y contar?
Después de investigar, estudiar y enseñar el manejo de las emociones en la ficción, he llegado a una conclusión completamente diferente. Los escritores de ficción están haciendo la pregunta equivocada. Mostrar y contar está bien hasta cierto punto, pero la experiencia emocional de los lectores tiene poco que ver con eso. La pregunta más útil no es cómo puedo transmitir lo que están viviendo los personajes. La mejor pregunta es cómo puedo lograr que los lectores emprendan sus propios viajes emocionales.
Mostrar y contar son solo una parte del proceso, pero ni siquiera es la parte más importante. Como descubriremos, los lectores pueden creer que están viviendo una historia junto con sus personajes. En realidad, no es así. Los lectores están teniendo su propia experiencia, que simplemente es consecuencia de lo que está en la página.
Esa experiencia puede ser provocada, o no, por diversos elementos de la historia: la trama, el entorno, el tema, el estado de ánimo, el diálogo y, sí, lo que sienten los propios personajes. Sin embargo, lo que hace el novelista no es provocar que los lectores sientan lo mismo que él o sus personajes, sino más bien inducir a cada lector a un viaje emocional único a través de una historia.
Si lo piensas, eso hace sentido. No hay dos lectores que lean una novela de la misma manera. ¿Cómo podrían hacerlo? Para ver cuán diferentes son las experiencias de las personas ante una obra de ficción, consulta sus comentarios en Goodreads. ¿Están todas esas personas leyendo la misma novela?
El propósito de este libro es profundizar en las formas y los medios para crear una poderosa experiencia emocional para los lectores mientras leen. Analizaremos formas efectivas de mostrar y contar, naturalmente, pero hay mucho más que eso. La dinámica de las respuestas de los lectores es compleja. Igualmente complejos y variados en sus efectos son los arcos de los personajes, los viajes de autodescubrimiento, que a su vez no pueden suceder sin una lucha emocional constante.
El lenguaje de las emociones en una novela también influye en las experiencias de los lectores. La trama también puede entenderse como una secuencia de hitos emocionales. Como escritor, también emprendes un viaje emocional mientras escribes, un viaje que informa e influye no solo en la historia que estás creando, sino también en tu voz y en tu propia identidad como escritor.
¿Por qué es importante mirar la ficción a través de la lente de la experiencia emocional? Porque así es como leen los lectores. No leen, sino que responden. No adoptan automáticamente tu perspectiva ni tu indignación, sino que formulan las suyas propias. No eres el autor de lo que sienten los lectores, solo quien provoca esos sentimientos. Puedes seleccionar las experiencias de tus personajes y ponerlas en exposición, pero el significado de la exposición es diferente en miles de formas para miles de visitantes diferentes del museo, tus lectores.
No todas las novelas publicadas generan una experiencia emocional portentosa en los lectores. En la pila de manuscritos descartados las condiciones son aún peores. Demasiados manuscritos provocan muy pocas emociones. La triste verdad es que los anuncios de televisión pueden despertar más sentimientos en treinta segundos que muchos manuscritos en trescientas páginas.
¿Cuántas novelas te han hecho llorar, sentir rabia y decidir vivir de otra manera? ¿Cuántas te han afectado de manrea permanente, marcándote con una historia que nunca olvidarás? La cantidad probablemente no sea mucha, y de esa pequeña cantidad sospecho que la mayoría de tus elecciones memorables no son novelas actuales sino clásicos. ¿Qué las convierte en clásicos? La narración ingeniosa, claro, pero, más allá de la narración, los clásicos tienen un atractivo perdurable principalmente porque recordamos las experiencias que tuvimos mientras los leíamos; no recordamos lo artístico sino el impacto.
Cuando una trama es resuelta, los lectores quedan satisfechos, pero lo que recuerdan de una novela es lo que sintieron al leerla. Los ganchos pueden enganchar, los giros pueden intrigar, la tensión puede inducirnos a pasar las páginas y la prosa puede deslumbrar, pero todos esos efectos se desvanecen tan rápido como los fuegos artificiales en el cielo nocturno. Si se les pregunta a los lectores qué es lo que mejor recuerdan de las novelas, la mayoría responderá que los personajes, pero ¿es eso cierto? Es cierto que los personajes se vuelven reales para nosotros, pero eso se debe a lo que nos hacen sentir. Los personajes en realidad no son reales; sólo lo son nuestros propios sentimientos.
El impacto emocional no es un elemento adicional. Es tan fundamental para el propósito y la estructura de una novela como su trama. La artesanía emocional de la ficción es la base de la creación de arcos de personajes, giros de trama, comienzos, puntos intermedios, finales y escenas fuertes. Es la base de la voz.
La artesanía emocional de la ficción también puede liberar el poder de escribir de manera personal, reconectándote con tu historia durante esos momentos caóticos en los que tu novela se desmorona y tu sentido de diversión desaparece. La artesanía emocional no es una nueva versión de viejos tópicos de la escritura. Es una forma de entender qué causa el impacto emocional en los lectores y usar deliberadamente esos métodos. Es una forma de energizar tu escritura con herramientas que siempre están disponibles: tus propios sentimientos.
Los métodos de este libro no dependen de fórmulas argumentales ni de listas de verificación de escenas. No reducen el proceso a un descubrimiento accidental o a la suerte. No sirve de nada haber nacido con el don poco fiable del genio innato. Para dominar el arte emocional de la ficción hay que empezar por comprender cómo se produce el impacto emocional y luego aplicarlo en la práctica.
No es magia, pero los resultados te parecerán mágicos. El dominio de este oficio no cambiará el tipo de historia, el estilo ni la intención. No importa si tus intentos son comerciales o literarios; si te gusta improvisar o trazar un bosquejo; si trabajas en un género determinado, si combinas géneros o si eres pionero. Todos los manuscritos, como dije, necesitan hacer que los lectores sientan algo más, y aquí te detallamos los métodos para lograrlo.
Ya he escrito varios libros de éxito sobre el arte de la ficción, así que ¿por qué este nuevo enfoque? ¿Qué lo hace diferente? ¿Por qué es mejor? ¿Por qué es siquiera necesario? Para mí, el arte emocional se convirtió en un estudio necesario porque me di cuenta de que, al leer muchos manuscritos y también novelas publicadas, estaba sintiendo poco. La intensa acción de los thrillers superventas a menudo me dejaban frío. La ficción especulativa atraía mi imaginación, pero no solía tocar mi alma. La novela romántica y la ficción femenina se deshacían en sentimientos, pero con frecuencia me dejaban indiferente.
La ficción literaria puede ser la experiencia de lectura más seca de todas. Una escritura hermosa puede brillar como un collar de diamantes, pero brillar no es un sentimiento. El mayor deseo de los editores hoy en día es una voz fuerte; eso está bien, pero incluso las voces fuertes pueden no llegar a mi corazón. Una escritura portentosa no produce automáticamente sentimientos fuertes. Paradójicamente, las novelas mal escritas a veces pueden inquietarme, provocarme ira o hacerme buscar un pañuelo.
Quiero sentir más mientras leo. ¿Y tú? Por eso este libro y los métodos que se describen en él son importantes. Cuando los lectores sienten con fuerza, sus corazones están abiertos. Tus historias no sólo pueden llegar a ellos por un momento, sino que pueden cambiarlos para siempre. No me importa lo que escribas, cómo lo escribas, tus elecciones en el ámbito editorial o lo que quieras de tu carrera. Lo que quiero es sentir profundamente mientras leo tu obra. Quiero sentirme conectado contigo y con tus personajes de la misma manera que lo hago con los clásicos más memorables y los nuevos títulos más sorprendentes que leeré este año.
¿Te parece bien ese objetivo? Espero que sí. Las páginas que siguen son una guía para lograrlo. (Continuará)
Este es el primer capítulo del libro The Emotional Craft of Fiction (La artesanía de la emoción en la ficción) Writer’s Digest Books, Cincinnati, OH, 2016, del veterano agente literario y maestro de ficción, Donald Maas, fundador de la Agencia Literaria Donald Maas, de Brooklyn, New York.
La aproximación al español es de Isaías Medina
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