Microficción
Bruna se mudó a un área que en el pasado se había inundado repetidamente. Ella rezaba constantemente para que nunca se inundara mientras viviera allí y sus oraciones parece que habían surtido efecto pues en mucho tiempo no hubo lluvias lo suficientemente intensas para causar inundaciones que la afectaran; solo un día llovió con intensidad, pero las aguas no llegaron a su casa por estar ubicada un poco fuera del alcance de la laguna en que se convirtieron las calles del lugar. Algunos de sus vecinos no fueron tan dichosos, el agua y el lodo arruinaron casi todas sus pertenencias. Bruna dio gracias a su Creador por protegerla del desastre y esta siguió orando a diario con más fervor para seguir siendo favorecida por esa gracia. Pasó el tiempo, hubo dos inundaciones más que nunca llegaron a casa de Bruna, aunque sí reportaron el mismo balance desastroso para los vecinos. La manifestación de agradecimiento de Bruna a su protector no se hizo esperar. Un día, no se sabe si por descuido en sus oraciones o por cuál causa, hubo una tormenta nocturna que anegó todo el vecindario, incluyendo su casa, la que además quedó destrozada por un árbol milenario que le cayó encima al sucumbir este a los fuertes vientos huracanados que lo embistieron. Bruna dormía.
Isaías Ferreira Medina
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