Precisando detalles de una vieja carta a Edwin Enriquillo Disla
El 17 de mayo de 2016 en el blog Mao en el Corazón se publicó una carta que le había enviado a mi querido amigo Edwin Disla, a quien muchos en su ciudad natal conocen como Enriquillo, que no sé si es tradición local, porque en el caso de otro escritor maeño, Héctor Brea Tió, entre sus familiares es Ricardo por su segundo nombre.
En la misma se encabezaba con una pregunta de Edwin, que, como sabemos, no es poeta sino narrador.
“A estudiar a Borges y a repasar la vida y los escritos de Bosch. Sobre los inicios de este último, leyendo la vida de los intelectuales en los albores de la Era, me he topado con el manifiesto de los postumistas, el que me parece haber leído en tu interesantísimo libro sobre el tema, pero no había advertido que ellos, los postumistas (3), se oponían al realismo de Balzac. En mi opinión, en aquel momento fue un error producto del limitado conocimiento que tenían del arte de narrar dado lo aislado y lo súper atrasado en que estaba el país.”
Veamos entonces, cuál sería mi respuesta después de haber estudiado y escrito mucho más sobre los postumistas y sobre la poesía nuestra en particular. Hay por lo menos dos libros después de eso. Uno que es una antología de Domingo Moreno Jimenes con el título de Palabras sin tiempo editado por el Ministerio de Cultura en 2017, y el otro, editado por la Universidad INTEC, con el título de Modernismo y criollismo en el siglo XIX (La turba letrada y los mitos literarios), de este año, donde, además de una intervención mía en un seminario de la UASD, así como en diversos artículos míos, fui mostrando muchas cosas esclarecedoras del verdadero panorama cultural de ese Santo Domingo que Edwin creía tan atrasado, cuando, realmente, el desinterés por lo social, era, en ese momento, un avance que venía del modernismo.
Demuestro en mi libro sobre el modernismo que entre nosotros el culto a Rubén Darío y a ese movimiento data de 1894, que contrario a lo que ha sostenido la turba letrada, tuvimos poetas, además de prosistas modernistas antes del nuevo siglo. Expusimos lo que los movimientos franceses que le dieron origen al modernismo hispanoamericano fueron el parnasianismo de Teófilo Gautier y el Simbolismo de varios autores, pero con manifiesto de Jean Moréas. Ambos reaccionaron contra los románticos, incluyendo a los utilitaristas como los que tenían preocupaciones sociales de reivindicación de los humildes.
Además, demostré que tan temprano como en agosto de 1909 aquí se publicó el Manifiesto completo del Futurismo que se había publicado en París en febrero de ese año. En mi libro sobre el modernismo y el vedrinismo de 2010, que es al que se refiere Edwin, ya señalaba muchas cosas, pero estas últimas, como que aquí se hizo una revista modernista el mismo año que Rubén hizo la suya en Argentina, que el propio Darío comentó a Tulio Cestero en 1900, y muchas otras cosas más, totalmente desconocidas para el público y para los mismos literatos. Aunque dije que fue cuestión de suerte, porque no encontré ningún documento inédito, sino que todo estaba en revistas y periódicos de la época.
Por eso, lo que había en el aire era el poeta metido en su “torre de marfil” como proclamaban los parnasianos, o los preocupados por la “idea” que era una divisa de los simbolistas, como ya dije extensamente y aunque me repita voy a exponer lo que dije, como algo aprobado.
Estar en “la cosa” era, precisamente, seguir esos lineamientos. Quienes se zafaban, como el caso de Federico Bermúdez con Los Humildes, regresaron tranquilamente al modernismo y a las divisas de moda, como lo hizo él en las palabras liminares y en sus versos posteriores. Nadie escapa a su tiempo. A los hombres y a los artistas hay que estudiarlos y valorarlos de acuerdo a las corrientes triunfantes en su tiempo.
Creo haber demostrado, también, que Vigil Díaz y sus amigos, fueron parnasianos fanáticos, convictos y confesos en sus obras. Es decir, estuvieron a la moda francesa. Cuando Vigil viaja a París no relata en Del Sena al Ozama, su libro de viajes, nada de los nuevos movimientos vanguardistas como el dadaísmo, por ejemplo, aunque en la revista La Cuna de América, Lorenzo Despradel se lo había pedido. “Lo de él era otra cosa”: era el parnasianismo.
Explicaba además, que como sucede muchas veces, los autores responden a lo que hay en el medio donde escriben. Pocos años después de proclamado el postumismo surgió la “novela de la tierra”, la moda ahora no era la poesía, era la narrativa, pero muerto Rubén Darío en 1916, ocupado el país precisamente ese año por las fuerzas gringas, los nuevos escritores tenían frente a sí otros reclamos y respondieron en principio, aún cuando la férrea dictadura les impidió la libertad de acción y muchos talentos iniciaron una diáspora que todavía no se detiene.
Dije muchas cosas que he releído ahora, como eso del famoso “manifiesto” postumista, que no correspondía a los ideales de Moreno o de Rafael Augusto Zorrilla y solo lo firma Avelino en su libro Fantaseos, un título muy modernista. Luego los otros dos manifestaron sus ideas, y de eso hablaba.
Más tarde, Andrés Avelino sin abjurar de los principios, metido de lleno en la filosofía, maestro respetado y respetable, tuvo ideas materialistas y estas se alargaron en sus hijos.
De modo que concluyo esta misiva si fuese escrita hoy en junio del 2018 con estas palabras:
«En el fondo, Avelino que es el autor del manifiesto no es más que un muchacho agentado que viene de su aldea nativa con una serie de traumas, no sé si sabías que su madre era hermana de la esposa de Andrés Solano, su padre un levantisco general de la manigua. En algún sitio consta que su nombre era ANDRÉS AVELINO GARCÍA SOLANO aunque lo había reconocido usó su nombre segundo como apellido, por ser como yo digo en mi obra “hijo de sus actos”. Yo he ido al sitio donde nació en Las Aguas, que hoy es un descampado, pero que era un pueblo liniero cuando él nació y he estado donde estaba el tronco del árbol donde él se sentaba a leer. Hay que ver las primeras cosas que Avelino trajo de Santiago donde había ido a estudiar, porque es interesante que aunque era “hijo de la calle”, se crió con su madre a quien dedica su libro primero de poesía, que siguió conviviendo con su hermana y por lo tanto se crio en la casa paterna.
Ese Avelino con resabios modernistas, no de los peores, es decir de los Parnasianos, que instintivamente los tres postumistas detestan, pero sí de los Simbolistas el movimiento más importante, el que reacciona contra el romanticismo utilitarista de los realistas como Honorato de Balzac, que a su vez ha reaccionado contra los Parnasianos que son los que proclaman el arte por el arte y la torre de marfil, pero que se quedan con el arte por el arte y el imperio no de lo exótico sino de la idea, de lo denso, de lo filosófico, de lo que sigue adicto Rafael Augusto Zorrilla con lo de la “idea” o el “reino interior” del que hablaba Darío, los simbolistas son parte de lo mejor de la cultura francesa y americana, es decir, eran los que creían en el Arte por el Arte en contra del arte utilitario, los que hablaban del aislamiento del artista para hacer su obra en una Torre de Marfil, o en su Torre de los Panoramas como decía Julio Herrera y Reissig, y eso venía de Paul Verlaine, de Arthur Rimbaud, de Charles Baudelaire y luego de Stephane Mallarmé, de Paul Valéry. Avelino deja de ser modernista militante igual que habían sido los otros dos y cualquier intelectual al día, y en medio de su pobreza, tanta que cuando viene a estudiar y conoce a los postumistas fundadores se va a vivir con Zorrilla que era panadero en Villa Francisca, la famosa Colina Sacra, y llega a ser parte de ellos como lo deja dicho en un poema autobiográfico que yo copio en mi libro , pero cada quien es parte de lo que lo forma, tú por ejemplo eres parte del socialismo utópico que viene de los románticos, de lo utilitario de Saint Simon a quien ahora no se estudia, pero ese Conde es el padre putativo de Marx y de los socialistas y el primero que usó el término “vanguardia” relativo a la literatura en 1823 como lo indico yo en mi libro inédito sobre el modernismo en el siglo XIX en el país. Incluso las “vanguardias” se alejan del materialismo histórico, de todo materialismo, el artista estaba por encima de esas cosas ridículas y ordinarias, era un ser superior. Si recuerdas los debates de los surrealistas que denigran a los que para ellos traicionaron el movimiento apoyando el socialismo materialista a pesar de que todos apoyaron la revolución rusa lo hicieron por Lenin que había sido militante del Dadaísmo en Suiza donde vivía exiliado al momento de la revolución, sencillamente por ser revolucionario y estar con lo nuevo.
Pues bien ¿quién es el más materialista y luego más filosóficamente figura importante de la política y la dialéctica socialista en el país que siguieron sus hijos? Pues Avelino que cuando hace el “manifiesto” que incluye al final de su primer libro Fantaseos (fíjate en el título) no fue firmado ni admitido por los demás es decir Moreno y Zorrilla, de modo que si tradicionalmente se admite como el Manifiesto, hay que ver qué estaba en boga en la época, lo que realmente se consideraba arte y si piensas en ello, los verdaderos y los grandes escritores de la humanidad aunque hayan sido políticos militantes y hayan padecido exilios y ataques, ha sido defendiendo LA LIBERTAD y el derecho de disentir. Cerrar los ojos ante los crímenes stalinistas como hizo Pablo Neruda es un hecho que le hemos perdonado, pero la historia no funciona como la política partidista o de una época. Lo que era un avance en los años veinte era un retroceso en Alemania y en Italia, por ejemplo, y por lo menos Mussolini venía del comunismo militante.
Yo estoy muy claro y deslindo perfectamente al arte de la política y no me escandaliza ninguna expresión artística. Una cosa son nuestras simpatías o nuestros conceptos y otra es la realidad del arte: La obra de un solitario franco tirador de emociones, y he aprendido a respetar y no escandalizarme de expresiones juveniles como las de ese Avelino solitario. Borges escribió en su juventud versos socialistas y militó en Suiza con movimientos tales. Y hoy le agradecemos que se dedicara solo a la literatura y sea un maestro.
Yo te digo una cosa, como hombre puedo simpatizar y de hecho simpatizo con el socialismo, pero como escritor detesto todo lo que me aparte de la obra que no tiene que ver con política ni con materialismos, por más materialistas que seamos. Borges nos enseña que hay que respetar al escritor puro, si recuerdas las primeras cosas de los del boom cuando todos eran socialistas, que fueron los que nos señalaron que ese era el gran escritor y si lo piensas bien, por encima de todos los demás, quedará su obra por ser la de un artista, de un artífice de la palabra. Todo lo demás “es literatura” como decía Verlaine y repetía Darío.
Creo que la gran crisis de nuestra cultura y en consecuencia de nuestra literatura, es estar tan pendientes del “qué dirán” del terrorismo verbal de las izquierdas que por sí mismas no producen escritores, los Juan Bosch, los García Márquez, los Juan Rulfo, son escritores a pesar de sus sobrecargas políticas como personas, como ciudadanos.
Va siendo tiempo de liberarnos, de volver a ser simple y llanamente escritores y mandar a la misma mierda toda otra cosa, religiosa, política, del orden que fuese. Creo que Avelino tenía todo el derecho de ser modernista puro atacando al arte utilitario y queriendo ser vanguardista… En ese momento había un brote protocomunista y de hecho a los postumistas lo atacaron como tal, sin ningún sentido. Yo recuerdo las participaciones del argentino Manuel Ugarte en 1912 y 13 que vino a atacar a los yanquis y proclamar las excelencias del Arte Social, pero lo atacaron los modernistas y defendieron el derecho de hablar de princesas azules sobre todo Ricardo Pérez Alfonseca. Pero esos escritores protocomunistas no dejaron obra perdurable y solo lo recuerdan los miembros de las izquierdas radicales, pero no es mérito en sí, ser religioso si no eres un San Juan de la Cruz, ni ser socialista si no eres un Pablo Neruda o César Vallejo, pongámonos claros, no debemos confundir una cosa con la otra, ellos son grandes A PESAR DE, como lo es un derechista como Borges, A PESAR DE, y es que en definitiva, el arte es el arte, y lo demás son pendejadas.»
(1) Manuel Mora Serrano es poeta, narrador, historiador literario y Doctor en Derecho, y en su largo trajinar, con su dedicado trabajo de investigación, ha contribuido a esclarecer y fijar verdades históricas y por ende a enriquecer nuestro acervo cultural.
Nació en Pimentel el 5 de diciembre de 1933. Narrador, ensayista, investigador literario y abogado. Hijo de Manuel Mora Jiménez y María Ofelia Serrano. Cursó sus estudios primarios en su pueblo natal y los secundarios en Santiago de los Caballeros y en San Francisco de Macorís. Se graduó de abogado en la Universidad de Santo Domingo en 1956, profesión que ha ejercido durante muchos años. Entre en 1958-59 se desempeñó como Fiscalizador de los Juzgados de Paz de Pimentel, Mao y Villa Altagracia; en 1960 como Juez de Paz en Pimentel y en 1961-63 como Juez de Instrucción de San Pedro de Macorís. Es miembro honorario del Ateneo de Moca y de la Sociedad Renovación de Puerta Plata y presidió la Sociedad Literaria Ad-miversa y el Club de Pimentel. Fue Desde su columna Revelaciones, publicada en diferentes periódicos de Santo Domingo durante sus tres décadas de existencia, ha promovido a los principales protagonistas de la literatura nacional, especialmente a los escritores de la zona Norte del país. Sus investigaciones han ayudado al rescate de muchos autores y obras olvidadas por la historia y la crítica literaria local. En 1979 obtuvo el premio Siboney con la novela Goeíza, obra dedicada a rescatar a la Ciguapa, un personaje popular de la mitología dominicana a quien ha dedicado varios lustros de estudio.
Mora Serrano ha sido además un hombre extremadamente generoso con su tiempo y conocimiento y ha servido de mentor y guía a muchos jóvenes que se inician en los menesteres literarios.
Como reconocimiento a su labor literaria ha recibido varios premios y reconocimientos, entre ellos, en 2013 fue galardonado con el Premio Caonabo de Oro, que otorga la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores (ADPE). Ese mismo año, la sociedad literaria Arte Miches de Puerto Plata, lo declaró “Monumento viviente de la Literatura Dominicana” y en noviembre de 2017 recibió un reconocimiento de INTEC en la XXIII edición de “Un día con el autor y su obra”, un programa con el que cada año la universidad reconoce a una figura destacada.
(2) Edwin Disla
Edwin Disla nació en Mao, provincia Valverde, en el año 1961. Narrador, ensayista e ingeniero. Hijo de Evaristo Disla y Lourdes Rojas. Ingeniero Civil por la Universidad Autónoma de Santo Domingo (1986). Se reveló como escritor en 1988 con la publicación del ensayo Historia de la Revolución Nicaragüense, considerada como la obra más acabada que sobre Nicaragua y sus luchas ha escrito un dominicano. A este ensayo le siguieron tres novelas: Un Período de Sombras (1993), la cual le pareció excelente a la Biblioteca Popular Domingo F. Sarmiento de Argentina, “por la naturaleza de su tema, difícil y conflictivo, que da como resultado un vasto fresco de una época de triunfos y fracasos evocados con objetividad, y con un ameno estilo narrativo”; Vida de un Tormento (1997), que fue llevada al teatro en el año 2000 por el grupo Los Rinocerontes; El Universo de los Poetas Muertos (2004) y la novela histórica, Manolo (2007), basada en la vida de Manolo Tavárez Justo, que fue galardonada con el Premio Nacional de Novela Manuel de Jesús Galván del año 2007, la más alta distinción narrativa del país.
(3) El Postumismo fue un movimiento literario nacido en la República Dominicana, caracterizado por cambiar totalmente las características del movimiento poético dominicano, abandonando la rima y promoviendo que el escritor escribiera los versos tal y como los pensaba sin importar la rima de cada estrofa. El movimiento postumista nace en 1921. Sus figuras principales fueron Domingo Moreno Jiménez (1892-1986), Andrés Avelino (1900-1974) y Rafael Augusto Zorrilla (1892-1937).
Según Pedro Conde Sturla: Postumismo, el nombre con que fue bautizado [el movimiento] por Avelino, revela un acierto, denota la lucidez del entramado postumista. Por razones de intolerancia e incomprensión epocales, el movimiento tendría —como el término indica— una validez póstuma o por lo menos a posteriori. Avelino lo explica, por cierto, con lujo de detalles:
“La convicción que yo tenía de que ese arte sería de intuición futura, obra de arte póstuma, me impulsó, en una brillante y fría mañana de marzo, a proponer a Moreno Jimenes la bandera de Postumismo para la revolución estética que en la placidez aldeana de Villa Francisca (colina sacra) planeábamos en silencio con Rafael Zorrilla. Nuestro inolvidable Zorrilla, el más racionalista de los tres –era la verbosidad hecha hombre- nos discutió el nombre por espacio de varias horas, pero al fin fue por nosotros convencido”.
Haga clic en este enlace para acceder a la carta original
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