Del libro Aletear de libélulas por Miriam Mejía
Ojos huérfanos
de ternura de otros
la trunca otredad.
El horizonte
pletórico de verdes
inacabables.
En el lodazal
con impoluta belleza
la flor de loto.
Un temblor de aire
apenas perceptible
el vuelo de las aves.
Croan las ranas
en la noche densa
un niño llora.
Vuelan libélulas
florecen los nenúfares
casi hierve el lago.
Serpenteante
el río se aleja
su cauce queda.
El chapoteo
fugaz e imperceptible
un pez sediento.
El mar regresa
a lamer sus arenas
sin prisas, sabio.
Franjas de fuego
cubren el horizonte
el día escapa.
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Haiku
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