lunes, 9 de julio de 2018

POEMAS DE FRANK BÁEZ

Poeta y escritor dominicano. Nació en 1978, en Santo Domingo.

Anoche soñé que era un DJ



Llamo por teléfono a Miguel y le pregunto
si piensa que me iría mejor de DJ o como poeta
y Miguel responde que siga como poeta.
Mi novia también dice que como poeta.
El hermano de mi novia dice que como poeta
y una jevita que hacía una fila en el cine
y que recién conocí dice que como DJ.

Las menores me ven más como DJ
y las mujeres que compran en el supermercado
dicen que persista con los poemas.
Mi mamá dice que como poeta.
El plomero dice que poeta.
Los cinco poetas que conozco me dijeron
que me iría mejor como DJ.
Mi hermana se abstuvo de votar.

Fui a ver a DJ Tiesto
y una gringa me tomó de las manos
y me explicó que los DJ son criaturas de Dios.
Son ángeles, dijo y mientras hablaba
yo imaginaba a los DJ volando
con sus turntables alrededor de Dios
como si fueran mosquitos y Dios los espantara
con la mano.

Pero bueno, la cuestión es si los poetas y los DJ
se pueden conciliar.
Si pueden ser uno,
si es posible escribir con una mano poemas
y con la otra pinchar discos,
si se puede ser mitad poeta y mitad DJ,
si del ombligo para arriba soy poeta
y del ombligo para abajo soy DJ
o al revés
o quizás que un poeta se convierta
en DJ las noches de luna llena
o quizás estoy exagerando
y en el fondo todo DJ quiere ser poeta
y todo poeta quiere ser DJ.

Hay una fábula en donde un DJ y un poeta
caen en un pozo.
Empiezan a vocear y a vocear hasta
que un hombre se asoma y les tira una
cuerda para irlos subiendo poco a poco.
Sube al DJ primero y cuando se la
arrojan al poeta este grita que lo dejen abajo
y el hombre y el DJ así lo hacen, aguardan
en silencio y se marchan al rato.

Otra postal

Han pasado casi diez años
y los que se hicieron tatuajes entonces
hoy se arrodillan en los templos
a pedirle a Jesús que se los borre.

En la esquinas los que anuncian
el fin del mundo se quedan bobos
al ver el loco que traza círculos
en el barrio como si fuera un filósofo.

¿Estará explicándonos la teoría
del eterno retorno con sus recorridos?
¿No les recuerda a Heráclito con su cara
curtida, su ropa rasgada y sus ojos perdidos?

Mi novia escribe que las pesadillas
son trailers de las cosas que vendrán.
Golpean a tu puerta y al abrir está la stripper
que ahora es Testigo de Jehová.

Acá todo ha perdido su magia.
Aquellos resplandores
que en las noches pensabas
que eran ovnis resultaron ser drones.

Miramar, 1986

Recuerdo esa noche de 1986
en que todos los vecinos se subieron
en las azoteas de las casas
a ver el paso del cometa Halley.
Destaparon cervezas y bebieron por horas
hasta que alguien anunció que ahí estaba y entonces
todos en sus azoteas se pusieron de pie
y aplaudieron cuando lo vieron pasar por el cielo
como un candidato en campaña.
Han pasado veinticuatro años.
Dentro de cincuenta y dos pasará de nuevo.
Igual que un espermatozoide extraviado
en el útero de una adolescente,
tratará nuevamente de fecundar el planeta.

Breve conversación con el Mar Caribe

Te cuento que el otro día conocí
al mar Mediterráneo y fue un poco
como conocer un actor olvidado.

Caminé por el malecón oyendo
sus olas que sonaban como
la tos de un Joe Pesci asmático.

Aunque más que un actor olvidado
el mar recordaba las momias
que exhiben en el museo del Cairo.

Nada que ver contigo, mar Caribe,
que esta tarde tienes tanto vigor
que parece que vienes del gimnasio.

No sé si te prefiero cuando te tiendes
manso y reposas como un león
en medio de la pradera.

O cuando te enfureces y ruges
e intentas sodomizar la costa
a la manera de Marlon Brando

en El último Tango en París.
Los pelícanos y las gaviotas
se te escurren de los dedos cuando

intentas atraparlos, es como
si quisieras salirte del lecho,
pero tus cadenas te sostienen

con tanta fuerza que no te queda
de otra que gritar y despotricar.
Di la verdad, ¿no te molestan

los cruceros con ancianos y
toda esa basura que te arrojamos?
Te hemos envenenado, contaminado.

El año pasado tus costas tenían
tantas algas que parecía que en
nuestras playas un turista

te contagió la sífilis.
Yo me dije esto se ve feo.
Y me pregunté si este no era el fin.

Pero en vez de mandar un tsunami
y desquitarte de nuestras ciudades
y borrar del mapa a Miami,

volviste a pacer tu rebaño de olas
que balaban en paz y en armonía
a lo largo y ancho de la costa.

¿Qué más te digo? Eres el mar
de mi infancia, me he pasado la vida
descifrando tus palabras.

Ambos hemos envejecido,
pero a pesar del paso del tiempo
sigo viniendo a este arrecife

a conversar contigo con la misma
inocencia de cuando era niño
y paseando por tus playas

recogí una caracola
y me la llevé al oído
y tú me hablaste por primera vez.

Después de dos meses sin escribir sin poesía

Un día de estos serás un cadáver
y no podrás escribir más poemas
pero mientras tanto siéntate y espera,
escribe y espera y escribe pensando
que este es el último poema.

Robert Frost cuenta del camino que tomó en un poema,
sabiendo que todos los senderos conducen al mismo bosque
y que en este caso el bosque es la metáfora de la muerte
a la que nos dirigimos como Hansel y Gretel
dejando migas de pan para volver a casa
así los poetas dejan sus poemas
aunque los pájaros se coman las migas de pan
y los editores ya no publiquen poetas.

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