Por Alberto Valdivia Palma
Santiago de Chile,1894-1938
Todo se irá, la tarde el sol, la vida,
será el triunfo del mal, lo irreparable;
sólo tú quedarás, inseparable
hermana del ocaso de mi vida.
Se tornarán las rosas en un cálido
ungüento de otoñales hojas muertas;
rechinarán las escondidas puertas
del alma y será todo mustio y pálido.
Y tú también te irás, hermana mía.
Condenado a vivir sin compañera,
he de perder hasta la pena un día,
para acechar, cual triste penitente,
a través de mi pálida vidriera
el último milagro de la fuente.
En sus memorias, Confieso que he vivido, Pablo Neruda habla de los locos de invierno, poetas, artistas y filósofos excéntricos con los que compartió en su juventud. En esa sección menciona Neruda a Alberto Valdivia, a quien el grupo de camaradas había bautizado con el mote de "Cadáver Valdivia", por su flacura extrema y macilento semblante, y a quien ellos dejaban en el cementerio anualmente, el Día de los Muertos, después de realizar un ritual en el que se preparaba una suculenta cena, según lo permitían los magros bolsillos de los participantes. Decía Neruda que el cadáver era un exquisito poeta y para muestra citaba estos versos:
Todo se irá, la tarde el sol, la vida,
será el triunfo del mal, lo irreparable;
sólo tú quedarás, inseparable
hermana del ocaso de mi vida.
Navegando por la red, encontré este artículo, Los poetas olvidados, en que Jorge Teillier clama justicia para tres poetas chilenos que él considera no deben ser olvidados, entre los que aparece el nombre de Alberto Valdivia.
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Los poetas olvidados
Por Jorge Teillier
Alberto Valdivia, en Poetas Siglo XXI
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