Hablemos hoy de la novela «Pedro Páramo», la gran obra por excelencia del escritor mexicano Juan Rulfo.
Publicada en 1955, «Pedro Páramo» se enmarca en un tópico literario universal: el hijo que busca a su padre para reclamar su lugar. Encarna también una realidad propia del mundo latinoamericano del siglo XX: el papel del caciquismo y la violencia en la conformación social.
Ambos aspectos confluyen en la construcción de un imaginario patriarcal. Pero ¿Qué interpretación podemos darle a esta obra? ¿En dónde radica su importancia y su genialidad? ¿Qué la hace una obra de valor universal?
El relato de «Pedro Páramo» no es simple. Múltiples voces se entrelazan en un universo donde pareciera que las acciones se sobreponen unas a otras en un tiempo circular y mítico.
• «Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en plan de prometerlo todo.
• “No dejes de ir a visitarlo -me recomendó-. Se llama de otro modo y de este otro. Estoy segura de que le dará gusto conocerte”.
• Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle que así lo haría, y de tanto decírselo se lo seguí diciendo aun después que a mis manos les costó trabajo zafarse de sus manos muertas».
En el marco de la revolución mexicana y de la guerra cristera, con un lenguaje popular, en medio de ambientes rurales de fuerte latifundismo, injusticia social, desesperanza, la relación entre padres e hijos, y la figura de la muerte con un sentido metafórico.
• —Hace calor aquí —dije.
• —Sí, y esto no es nada —me contestó el otro—. Cálmese. Ya lo sentirá más fuerte cuando lleguemos a Comala. Aquello está sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al infierno regresan por su cobija.
«Pedro Páramo» consta de sesenta y nueve pasajes que se intercalan sin seguir un orden cronológico. Cada fragmento es un hilo narrativo distinto en la voz de diversos personajes. Las superposiciones temporales, saltos y elipsis son imagen de los ecos fantasmagóricos que, como el flujo del pensamiento, se atraviesan unos a otros sin un orden aparente.
La primera de esas voces es la de Juan Preciado, quien cuenta la motivación y la historia de su viaje a Comala, aunque desconocemos el tiempo de su enunciación. El relato de Juan Preciado cede espacio a otras voces narradoras.
No sabemos si estas voces solo podrían ser silenciadas con la muerte del último de los descendientes de Pedro Páramo.
• «Este pueblo está lleno de ecos. Tal parece que estuvieran cerrados en el hueco de las paredes o debajo de las piedras. Cuando caminas, sientes que te van pisando los pasos. Oyes crujidos. Risas. Unas risas ya muy viejas, como cansadas de reír. Y voces ya desgastadas por el uso. Todo eso oyes. Pienso que llegará el día en que estos sonidos se apaguen».
Lo que sí sabemos es que Juan Rulfo hace que estas voces espectrales, pertenecientes al mundo de los muertos, convivan con el mundo de los vivos con la mayor naturalidad, lo que nos introduce en el estilo del realismo mágico:
• — Y a propósito, ¿Qué es de tu madre?
• — Murió -dije.
• — ¿Ya murió? ¿Y de qué?
• — No supe de qué. Tal vez de tristeza. Suspiraba mucho.
• — Eso es malo. Cada suspiro es como un sorbo de vida del que uno se deshace.
El escritor se ancla en los giros del lenguaje popular y el horizonte cultural mexicano y, por qué no, latinoamericano. Pero su estilo narrativo le confiere tal fuerza significante que logra darle a universalidad a este mundo.
Así, Juan Rulfo acude al lenguaje popular y desarrolla núcleos narrativos sobre la base de diversos recorridos figurativos.
La historia de Pedro Páramo es la imagen metafórica del dilema universal del ordenamiento patriarcal. Al mismo tiempo, es la imagen de un pueblo afectado por el caciquismo, el autoritarismo, la violencia, la arbitrariedad, la complicidad con el poder y la superstición, y que está condenado a su destrucción.
• «Nos hemos rebelado contra el gobierno y contra ustedes porque ya estamos aburridos de soportarlos. Al gobierno por rastrero y a ustedes porque no son más que unos móndrigos bandidos y mantecosos ladrones».
El personaje de Pedro Páramo es el arquetipo del tirano que concentra el poder y los medios para controlar el destino colectivo a su servicio. Incluso, pretende controlar el orden del más allá, es decir, del trasmundo, por medio de sus relaciones intimidantes con la Iglesia.
La figura de Pedro es un progenitor y un proveedor, pero no es un padre en el sentido entrañable del término. Sus hijos no pueden, por lo tanto, ni ser hijos ni ser hermanos. Son espectros, sombras de su padre, que compiten con él (Miguel), que resienten de él (Abundio), que le cobran a él (Juan).
Con gran fuerza desde el nombre mismo, «Pedro Páramo», el título de la obra es ya el presagio de lo que el lector encontrará, la piedra en el desierto es el padre ausente, incorpóreo, espectral.
• «Todos somos hijos de Pedro Páramo».
Rulfo recoge el universo de las creencias, la imaginación simbólica y las tradiciones propias de la cultura latinoamericana, a las cuales ni siquiera la muerte puede silenciar. Ellas viven, son concomitantes, y son las que dan sentido y trascendencia a la red de vidas deshechas de Pedro Páramo.
• «El día que te fuiste entendí que no te volvería a ver. Ibas teñida de rojo por el sol de la tarde, por el crepúsculo ensangrentado del cielo. Sonreías. Dejabas atrás un pueblo del que muchas veces me dijiste: lo quiero por ti; pero lo odio por todo lo demás, hasta por haber nacido en él».
Pedro Páramo, una novela con muchas aristas, una historia con personajes misteriosos, que reflejan la problemática social del México víctima de la guerra cristera y con el brillante sello del realismo mágico.
La obra de Juan Rulfo, de enorme fuerza cultural, ha sido fuente de inspiración de otros autores, entre ellos del llamado "Boom Latinoamericano".
«Pedro Páramo» del escritor mexicano Juan Rulfo.
Novela de realismo mágico.
Fascinante, única, genial.
Gran legado literario.
Tomado de El Club de la Lectura, grupo de Facebook, del que Paty Rogel es la administradora.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario