Del poemario “Fragmentos de mí”
Seis paredes nos cubrían
dejando espacio para
un sueño compartido:
volar juntos otra vez.
Cuatro de ellas nos abrazaban
y al unísono gritaban:
¡hay esperanza a pesar de todo!
La que nos miraba desde arriba
sonreía, como si aprobara lo que
las demás decían.
La que nos sostenía
permanecía quieta,
como tratando de asegurarnos
una noche placentera
cuando las fuerzas, ya evaporadas,
nos habían abandonado.
Seis paredes solidarias
y amigas de verdad,
nos protegieron cada día
del frío, de la soledad,
del bullicio que nace
en la oscuridad de la noche,
que asustaba sin piedad.
Seis paredes que promovían libertad
y en el silencio susurraban: todo pasará,
que volveríamos a estar bien,
que podríamos de nuevo comenzar;
aunque fuese desde los restos del polvo
que por el horizonte el viento había esparcido.
Seis paredes, y pensar que
solo cuatro de ellas siempre
han sido protagonistas
en la historia de muchas vidas
que, sin darse cuenta,
han olvidado que fueron seis y no cuatro:
las de los abrazos,
la de la mirada,
y la del soporte
Hogar, activador de transmisores-receptores de fluidos etéreos que aun en el silencio adivinan ecos y los hacen descifrables… bastión de complicidad, fiabilidad y seguridad…
ResponderBorrar