Hablemos hoy de «El Pozo», novela de Juan Carlos Onetti, el gran escritor
      uruguayo de literatura existencialista, precursor de la novela moderna,
      destacada figura del «Boom» de la literatura hispanoamericana de los años
      60.
  «El pozo» no es su obra más reconocida, pero si la primera de sus novelas, y
  de toda su producción literaria. El Pozo se publicó en diciembre de 1939, en
  una tirada de 500 ejemplares que tardó veinte años en agotarse. Se trata de
  una novela breve en la que Onetti había vertido la realidad modo salvaje, ya
  que no hay ninguna obra anterior en la literatura castellana que pueda
  compararse a ésta y, a pesar de su carácter fundacional, o novedoso para su
  tiempo, aún mantiene su vigencia hasta nuestros días: podría haberse publicado
  ayer.
  «El Pozo», es una novela ríspida que comienza en un lugar innominado, donde un
  hombre, Eladio Linacero, pasea por su cuarto y se le ocurre de golpe que lo
  que ve por primera vez; es una percepción súbita, instantánea, inaugural, el
  desencanto rancio, pero de golpe y porrazo presentado en su memoria, y como
  una serie de acontecimientos oníricos.
  Al llegar a la madurez (los cuarenta años), Eladio Linacero entra en una
  profunda crisis existencial, de la cual es consciente; como forma de evasión y
  compensación ante su sórdida y degradada realidad, comienza a escribir sus
  memorias.
      • «Esto que escribo son mis
    memorias. Porque un hombre debe escribir la historia de su vida al llegar a
    los cuarenta años. Sobre todo, si le ocurrieron cosas interesantes».
  Eladio Linacero va mezclando sus sueños y los recuerdos de sus vivencias en su
  narración, apareciendo diversos personajes a los que va haciendo alusión, como
  por ejemplo su exesposa Cecilia, la prostituta sin nombre y Ester, su
  compañero de cuarto Lázaro, Cordes el poeta, y, sobre todo, Ana María, la
  joven de quien él abusó, y quien vuelve a su memoria constantemente,
  transfigurada en la más importante de las fantasías que Eladio imagina, ésta
  es, la cabaña de troncos.
  Eladio Linacero es un hombre sin atributos externos, sin nada que lo localice;
  está desarraigado. Sin embargo, no aparece al principio como una conciencia o
  una mente auto pensante, sino que Onetti lo exhibe de la manera más cruda
  posible: en conexión con su propio cuerpo, quizá una insatisfacción constante
  de lo que lo rodea, incluso una insatisfacción de sí mismo.
      • «Me paseaba con medio cuerpo
    desnudo, aburrido de estar tirado desde mediodía, soplando el maldito calor
    que junta el techo y que ahora, siempre, en las tardes, derrama dentro de la
    pieza. Caminaba con las manos atrás, oyendo golpear las zapatillas en las
    baldosas, oliéndome alternativamente cada una de las axilas. Movía la cabeza
    de un lado a otro, aspirando, y esto me hacía crecer, yo lo sentí, una mueca
    de asco en la cara. La barbilla, sin afeitar, me rozaba los hombros».
  Onetti describe a su protagonista como un hombre de un carácter denso,
  obsesivo, espeso, opaco y que cayó en un pozo de insatisfacción. Después el
  texto vira hacia una visión evocadora pero no por ello menos áspera. En
  narrativa, los recuerdos tienen generalmente un rasgo sentimental, sea
  dulcificado o maléfico, pero en este caso, los episodios que rememora Eladio
  Linacero en su encierro son crudos recuerdos, remembranzas que humillan a su
  esposa, por ejemplo.
  El personaje de Eladio Linacero representa la figura del hombre fracasado, que
  es incapaz de sociabilizar, y además es nihilista; pero a la vez es un hombre
  con esperanza idealista, busca la “belleza” una utopía de la vida, a pesar de
  ser un hombre degradado, aún cree que en algún lugar puede haber belleza, y es
  ésta esperanza también, una fuerza que motiva tanto sus fantasías, como
  algunas de sus experiencias de vida, por ejemplo cuando lleva a su entonces
  esposa Cecilia, a una calle y la hace ir y venir por un puente en la madrugada
  vestida con un viejo vestido, para ella fue aquél suceso el detonante de la
  petición de divorcio, pues le pareció un acto ilógico; para Linacero en
  cambio, fue un acto en que quería revivir el recuerdo de la belleza juvenil de
  Cecilia, del mar y de aquella precisa noche de noviazgo.
      • «Había una esperanza de tender
    redes y atrapar el pasado y a la Ceci de entonces…Pero allá arriba, su paso
    era distinto. No había nada que hacer».
  Es la triste acumulación de episodios escabrosos, la huida del mundo, incluso
  su huida de sí mismo y pasa de la indiferencia a la indignación, de la
  neutralidad en la descripción de los detalles a la desagradable exposición de
  los actos, sin un ápice de autocompasión, sin caer en lo patético,
  describiendo un mundo que no es bello y que él no está dispuesto a embellecer
  con sus palabras.
      • «Porque los hechos son siempre
    vacíos, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los
    llene».
  Los 18 fragmentos de esta novela no presentan numeración y tan solo están
  separados por espacios en blanco, y que se agregan al caos. El lector logra
  hacerse imágenes proyectadas sin un hilo conductor aparente, y quizá sin
  congruencia, todo depende del cristal con que se mire.
  El pozo es una novela directa, escrita con un estilo aparentemente desabrido,
  sin evidente estructura narrativa. Onetti estaba inventando una forma de
  expresar la desorientación del hombre moderno que después ha sido utilizada
  hasta la saciedad, pero en lugar de acumular palabras, en lugar de justificar
  al personaje continuamente con una retórica vacía y aburrida, opta por un
  estilo que muestre ese desarraigo, por poco literario que parezca.
  Maestro de las estructuras narrativas, Onetti refleja en «El Pozo» la belleza
  no solo del contenido de la trama, sino de como contarla. Por algo Onetti
  forma parte de ese exclusivo grupo de autores hispanoamericanos para los que
  la forma es tan importante como el fondo.
      • «Qué fuerza de realidad tienen los
    pensamientos de la gente que piensa poco y, sobre todo, que no divaga. A
    veces dicen "buenos días", pero de qué manera tan inteligente».
  El pozo es una novela fiel a sí misma a la imagen que quiere dar, al mensaje
  que desea transmitir, Linacero es un hombre incongruente, insatisfecho,
  degradado, que no define lo que quiere y porqué lo quiere. Onetti expone a un
  hombre sin motivos de vida, pero con un pequeño halo de esperanza del que
  quizá cualquier hombre en su misma situación podría aferrarse para resurgir,
  como el ave fénix, desde sus propias cenizas.
«El Pozo» de Juan Carlos Onetti.
Novela existencialista.
Impactante.
  Tomado de El Club de la Lectura, grupo de Facebook, del que Paty Rogel es
      la administradora.
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