Poema por Ted Hughes (1930-1998)
Su palacio es de calaveras.
Su corona, las últimas astillas
del navío de la vida.
Su trono, el cadalso de huesos;
sus pertenencias, el potro de tormento
y la camilla del ahorcado.
Su toga, el negror de la sangre postrera.
Su reino está vacío…
Vacío mundo del que cayó el último grito
—ominoso y definitivo—
en la ceguera, mudez y sordera del golfo
retornando, encogido, silente
para reinar sobre el silencio.
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