domingo, 16 de julio de 2023

SOBRE LA LECTURA

 
El Club de la Lectura
Por Paty Rogel

Hablemos hoy del bello ensayo «Sobre la lectura» que escribió el genial novelista del siglo XIX, Marcel Proust.

Este texto es considerado como uno de los más bellos escritos de Proust que contiene sus particulares puntos de vista sobre el lugar que deben ocupar los libros en la actividad creadora, y su papel limitado, pero insustituible, en la vida.

Con este texto, Proust se propone demostrar que la manera en que los libros entran en comunicación con sus lectores va a determinar, mediante el ejercicio de la disciplina del pensamiento, su búsqueda de la verdad para alumbrar finalmente el conocimiento de uno mismo.

El texto es largo, pero les comparto algunos fragmentos que, para los amantes de la lectura, sin duda, llegarán al corazón.

«Quizá no hubo días en nuestra infancia más plenamente vividos que aquellos que creímos dejar sin vivirlos, aquellos que pasamos con un libro favorito. Todo lo que, al parecer, los llenaba para los demás, y que rechazábamos como si fuera un vulgar obstáculo ante un placer divino: el juego al que un amigo venía a invitarnos en el pasaje más interesante, la abeja o el rayo de sol molestos que nos forzaban a levantar los ojos de la página o a cambiar de sitio, la merienda que nos habían obligado a llevar y que dejábamos a nuestro lado sobre el banco, sin tocarla siquiera, mientras que, por encima de nuestra "cabeza, el sol iba perdiendo fuerza en el cielo azul, la cena a la que teníamos que llegar a tiempo y durante la cual no pensábamos más que en subir a terminar, sin perder un minuto, el capítulo interrumpido; todo esto, de lo que la lectura hubiera debido impedirnos percibir otra cosa que su importunidad, dejaba por el contrario en nosotros un recuerdo tan agradable (mucho más precioso para nosotros, que aquello que leíamos entonces con tanta devoción), que, si llegáramos ahora a hojear aquellos libros de antaño, serían para nosotros como los únicos almanaques que hubiéramos conservado de un tiempo pasado, con la esperanza de ver reflejados en sus páginas lugares y estanques que han dejado de existir hace tiempo.

Quién no recuerda como yo aquellas lecturas hechas en tiempo de vacaciones, que íbamos a ocultar sucesivamente en todas las horas del día que eran lo suficientemente apacibles e inviolables para darles asilo. Por la mañana, al volver del parque, cuando todo el mundo había salido a "dar un paseo", me deslizaba en el comedor donde, hasta la hora todavía lejana de almorzar, no entraría nadie más que la vieja Félicie relativamente silenciosa, y donde no tendría por compañeros, muy respetuosos de la lectura, más que los platos pintados colgados en la pared, el calendario cuya hoja de la víspera había sido recién arrancada, el reloj de pared y el fuego que habla sin esperar respuesta y cuya amable conversación vacía de sentido no viene, como las palabras de los hombres, a superponerse a las palabras que estáis leyendo. Me instalaba en una silla, cerca del pequeño fuego de troncos del que, durante el almuerzo, mi tío madrugador y jardinero diría: "¡No viene mal! Se soporta bastante bien un poco de fuego; os aseguro que a las seis hacía frío de verdad en el huerto ¡Y pensar que sólo faltan ocho días para Pascua!" Antes del almuerzo que, por desgracia, pondría fin a la lectura, quedaban todavía dos largas horas. De cuando en cuando, se escuchaba el ruido de la bomba al dejar correr el agua, que os hacía levantar los ojos hacia ella y observarla a través de la ventana cerrada, allí, muy cerca, en la única alameda del jardinillo que bordeaba con ladrillos y azulejos en media luna sus platabandas de pensamientos: unos pensamientos cosechados, al parecer, en esos cielos tan hermosos, esos cielos multicolores y como reflejados a través de las vidrieras de la iglesia que a veces podían verse entre los tejados del pueblo, cielos tristes que aparecían antes de las tormentas, o después, muy tarde ya, cuando el día estaba a punto de tocar a su fin. Por desgracia, la cocinera venía a poner el cubierto con excesiva antelación; ¡si al menos lo hubiera puesto en silencio! Pero se sentía en la obligación de decir: "No puede estar cómodo así; ¿quiere que le acerque una mesa?" Y sólo para responder: "No, gracias", había que detenerse en seco y hacer volver uno su voz de lo lejos que, labios adentro, repetía sin ruido, de corrido, todas las palabras que los ojos acababan de leer; había que detenerla, hacerla salir, y, para decir decorosamente: "No, gracias", infundirle una credibilidad aceptable y una entonación de respuesta que había perdido».

     «Cuando uno lee a uno le gusta siempre salirse de sí mismo, viajar».

Para Marcel Proust la verdadera vida está en la lectura, de ahí la incomodidad que representan el mundo y las rutinas de la vida cotidiana, las obligaciones familiares, como el tener que comer con los demás, tener que obedecer órdenes como dejar el libro durante el paseo, irse a la cama y apagar la luz.
Marcel Proust afirma que, en la lectura, “la amistad llega de repente a su pureza primera”. Con los libros, añade: «no se es amable pues si pasamos la noche con ellos, es porque teníamos ganas de hacerlo».

A menudo, sostiene categórico Proust, «los dejamos a nuestro pesar, y al hacerlo, no tenemos ninguno de los pensamientos que carcomen la amistad: ¿Qué pensarán de nosotros? ¿No fuimos lo suficientemente delicados? ¿La habrán pasado bien a nuestro lado?, ni el miedo de ser olvidados por los otros».

Todas esas agitaciones de la amistad, concluye el escritor francés, «expiran en el umbral de esa amistad pura y calma que es la lectura».

«Sobre la lectura» es un magnífico texto en el que Marcel Proust nos deja todo un razonamiento de lo que es, la importancia de la acción de leer, una de las acciones más importantes que hace la humanidad, una declaración de su personal experiencia y comprensión del arte, la belleza, la vida y el mundo. Un ensayo rebosante de inteligencia y sensibilidad.

«Sobre la lectura» de Marcel Proust.
Ensayo.
Fascinante.


Tomado de El Club de la Lectura, grupo de Facebook, del que Paty Rogel es la administradora.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entradas populares