lunes, 3 de julio de 2023

CONVERSACIÓN ENTRE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y MARIO VARGAS LLOSA

En el mes de septiembre de 1967, en Lima, Perú

La primera pregunta
MARIO VARGAS LLOSA
A los escritores les ocurre algo que —me parece— no les ocurre jamás a los ingenieros ni a los arquitectos. Muchas veces la gente pregunta ¿para qué sirven? La gente sabe para qué sirve un arquitecto, para qué sirve un arquitecto, para qué sirve un médico; pero, cuando se trata de un escritor, la gente tiene dudas. Incluso la gente que piensa que sirve para algo, no sabe exactamente para qué. La primera pregunta que quiero hacerle yo a Gabriel es, precisamente, sobre esto: que les aclare a ustedes el problema y me lo aclare a mí también, pues tengo dudas al respecto. ¿Para qué crees que sirves tú como escritor?

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Yo tengo la impresión de que empecé a ser escritor cuando me di cuenta de que no servía para nada. Mi papá tenía una farmacia y, naturalmente, quería que yo fuera farmacéutico para que lo reemplazara. Yo tenía una vocación totalmente distinta: quería ser abogado. Y quería ser abogado porque los abogados se llevaban las palmas en los juzgados defendiendo las causas perdidas. Sin embargo, ya en la universidad, con todas las dificultades que pasé para estudiar, me encontré con que tampoco iba a servir para ser abogado. Empecé a escribir los primeros cuentos y, en ese momento, verdaderamente no tenía ninguna noción de para qué servía escribir. Al principio, me gustaba escribir porque me publicaban las cosas y descubrí lo que después he declarado varias veces y que tiene mucho de cierto: escribo para que mis amigos me quieran más. Pero después, analizando el oficio del escritor y analizando los trabajos de otros escritores, pienso que seguramente la literatura, y sobre todo la novela, tiene una función. Ahora, no sé si desgraciada o afortunadamente, creo que es una función subversiva, ¿verdad? En el sentido de que no conozco ninguna buena literatura que sirva para exaltar valores establecidos. Siempre, en la buena literatura, encuentro la tendencia a destruir lo establecido, lo ya impuesto y a contribuir a la creación de nuevas formas de vida, de nuevas sociedades; en fin, a mejorar la vida de los hombres. Me resulta un poco difícil explicar esto porque, en realidad, yo funciono muy poco en la teoría. Es decir, no sé muy bien por qué pasan estas cosas. Ahora, lo cierto es que el hecho de escribir obedece a una vocación apremiante, que el que tiene la vocación de escritor tiene que escribir pues solo así logra quitarse sus dolores de cabeza y su mala digestión.

Tomado de “Dos soledades: Un diálogo sobre la novela en América Latina”, entre Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, llevado a cabo el 5 y 7 de septiembre de 1967, en Lima, Perú; p. 21 ebook.

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