martes, 26 de septiembre de 2023

5 MICROFICCIONES – V

I. LA LIMUSINA 
Adriano sabía que su pueblito natal necesitaba un coche fúnebre y por lo tanto hizo un esfuerzo sobrehumano en Nueva York para adquirir uno y enviarlo a sus compueblanos, allá en las montañas de República Dominicana. Casi un año después de haberlo enviado, fue invitado por las autoridades para recibir de ellas un agradecimiento público por su importante donación, a lo que él accedió complacido. En el aeropuerto de Santiago fue recibido con bombos y platillos por el alcalde, los concejales del pueblo y la madrina de los juegos florales. Una vez terminados los discursos y la ceremonia de reconocimiento, Adriano fue escoltado hasta la limusina del pueblo que esperaba: el coche fúnebre que él había donado.

II. SECRETO ECLESIAL
Los ladrones cargaron con millón y medio de dólares en efectivo, un cofre de joyas preciosas, varias armas de fuego de alto calibre y drogas valoradas en aproximadamente tres millones y medio de dólares. En una de las paredes de la oficina, los ladrones dejaron un afiche en el que se apreciaba un puño pintado en negro, cerrado, del que prominentemente sobresalía el dedo del medio pintado en rojo. Una inscripción, también en rojo, decía: ¡MALDITOS NARCOS PARÁSITOS! 
De esto nos enteramos en la prensa gracias a la revelación de los propios ladrones, quienes enviaron fotos como supuestas pruebas, pues las autoridades de la iglesia nunca reportaron el robo.

III. LO APROPIADO
Adriano sabía que su pueblito natal necesitaba un coche fúnebre y por lo tanto hizo un esfuerzo sobrehumano en Nueva York para adquirir uno y enviarlo a sus compueblanos, allá en las montañas de República Dominicana. Casi un año después de haberlo enviado, se encontró ante las autoridades competentes para recibir de ellas el agradecimiento público que merecía por su importante donación, cita a la que él asistió sin resistir, pero no por elección. En el aeropuerto de Santiago fue recibido con bombos y platillos por el alcalde, los concejales del pueblo y la madrina de los juegos florales. Una vez terminados los discursos y la ceremonia de reconocimiento, Adriano fue conducido hasta el coche fúnebre que él había donado.

IV. PARIÓ UNA PIEDRA
Corría veloz por un laberinto, hondo y tortuoso como el que recorrió Alicia persiguiendo al conejo, y Harold Kstro me perseguía casi tan veloz como yo. Cuando no pude correr más, creyendo que tenía que enfrentarme a pelear con mi perseguidor, jadeante me cuadré a esperarlo con mi mejor imitación de Manos de Piedra Durán, pero, para mi sorpresa, me saludó cordialmente y me dijo: “Chuvalercio, 'serendipia' está en el diccionario de la RAE desde el 2014”. Al apartarse para alejarse por donde había llegado, enojado le lancé un “boloponch” que logró bloquear; de forma automática me soltó un gancho de izquierda que al conectarme en el "plexo solar" me sacó el aire. Comencé a doblarme… ahí desperté con un dolor enorme; casi lloraba. Minutos más tarde comencé a orinar sangre y dos horas después había parido un cálculo renal.

V. CARIDAD DIGITALIZADA
Me pidió dinero un indigente y al decirle “hermano, no traigo cash”, sacó su maquinita portátil para tramitar tarjetas de crédito —que, según me comentó luego, le había facilitado la Asociación—, al tiempo que me decía “no hay problemas”. La transacción requería un mínimo de diez dólares, los que di con gusto y hasta admiración ante la genialidad del tipo y la Asociación. La próxima vez llevaré cash, si es que no está obsoleto.

Isaías Ferreira Medina

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