martes, 5 de septiembre de 2023

ZENDA RECOMIENDA: “BERTA ISLA”, DE JAVIER MARÍAS

[…] Berta Isla (DeBolsillo), de Javier Marías, [es] la envolvente y apasionante historia de una espera. Premio de la Crítica, Premio Dulce Chacón de Narrativa Española, Premio Lettura 2018 de Il Corriere della Sera (Italia), Mejor libro del año según Babelia (El País). Seleccionado entre los mejores libros del año en ABC Cultural y La Vanguardia y recomendado por El Periódico y La Razón.

Según nos cuenta la editorial: «Muy jóvenes se conocieron Berta Isla y Tomás Nevinson en Madrid, y muy pronta fue su determinación de pasar la vida juntos, sin sospechar que los aguardaba una convivencia intermitente y, después, una desaparición. Tomás, medio español y medio inglés, es un superdotado para las lenguas y los acentos, y eso hace que, durante sus estudios en Oxford, la Corona ponga sus ojos en él. Un día cualquiera, «un día estúpido» que se podría haber ahorrado, condicionará el resto de su existencia, así como la de su mujer.

Berta Isla es la envolvente y apasionante historia de una espera y de una evolución, la de su protagonista. También de la fragilidad y la tenacidad de una relación amorosa condenada al secreto y a la ocultación, al fingimiento y a la conjetura, y en última instancia al resentimiento mezclado con la lealtad.

O, como dice una cita de Dickens hacia el final del libro, es la muestra de que «cada corazón palpitante es un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado». Y es también la historia de quienes quieren parar desgracias e intervenir en el universo, para acabar encontrándose desterrados de él».

Tomado de Zenda Libros

Mi recomendación particular: aunque las novelas Tomás Nevinson y Berta Isla se pueden leer en cualquier orden, lea Berta Isla antes de leer a Tomás Nevinson; creo que saber los antecedentes narrados en Berta Isla, enriquecen la experiencia de leer a Tomás Nevinson.

EL PUEBLO, ¿VÍCTIMA O SU PROPIO VERDUGO?

“El pueblo, que a menudo es vil y cobarde e insensato, nunca se atreven los políticos a criticarlo, nunca lo riñen ni le afean su conducta, sino que invariablemente lo ensalzan, cuando poco suele tener de ensalzable, el de ningún sitio. Es sólo que se ha erigido en intocable y hace las veces de los antiguos monarcas despóticos y absolutistas. Como ellos, posee la prerrogativa de la veleidad impune, no responde de lo que vota ni de a quién elige, de lo que apoya, de lo que calla y otorga o impone y aclama. ¿Qué culpa tuvo del franquismo en España, como del fascismo en Italia o del nazismo en Alemania y Austria, en Hungría y Croacia? ¿Qué culpa del stalinismo en Rusia ni del maoísmo en la China? Ninguna, nunca; siempre resulta ser víctima y jamás es castigado (naturalmente no va a castigarse a sí mismo; de sí mismo se compadece y apiada). El pueblo no es sino el sucesor de aquellos reyes arbitrarios, volubles, sólo que, con millones de cabezas, es decir, descabezado. Cada una de ellas se mira en el espejo con indulgencia y alega con un encogimiento de hombros: ‘Ah, yo no tenía ni idea. A mí me manipularon, me indujeron, me engañaron y me desviaron. Y qué sabía yo, pobre mujer de buena fe, pobre hombre ingenuo’”.

Fragmento de “Berta Isla”, de Javier Marías.

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