Reseña por Paty Rogel
El Club de la Lectura
Hablemos hoy de «El hombre que amaba a los perros», la gran novela del escritor cubano Leonardo Padura.
Con casi 600 páginas, «El hombre que amaba a los perros» es un trabajo que, según señala el propio autor (en una nota de agradecimiento al final de la obra), le llevó casi 20 años escribir, porque desde aquel año de 1989 en que se gestó la idea de hacerla, la publicación no fue hasta 2009.
Una de las principales obras de ficción sobre la vida y muerte por asesinato de Lev Davidovich Bronstein, mejor conocido como León Trotsky, el 20 de agosto de 1940.
• «Si uno quería saberse realmente libre, tenía que hacer algo para cambiar aquel mundo de mierda que laceraba la dignidad de las personas».
«El hombre que amaba los perros» fue un fenómeno literario casi inmediatamente. Tuvo innumerables reediciones y miles de ejemplares vendidos. ¿Por qué recomendarla hoy? Porque es una excelente novela, muy bien escrita, para acercarse a conocer la vida del dirigente de la revolución de octubre de 1917.
Esta obra se divide en tres partes (parte 1, 2 y “Apocalipsis”), y a su vez se estructura en tres temporalidades diferentes. En cada una de las temporalidades el protagonista es un personaje diferente, siempre varón: Iván, un escritor cubano que vive en la isla, además se ha dedicado a la veterinaria. Vive en la década de los 80´s, momentos previos al llamado “periodo especial” (de aperturas económicas tras la caída de la URSS) y sus dificultades económicas, y es crítico del régimen castrista y la falta de libertades políticas de la isla.
• «La verdadera grandeza humana está en la práctica de la bondad sin condiciones, en la capacidad de dar a los que nada tienen, pero no lo que nos sobra, sino una parte de lo poco que tenemos».
Este personaje, alter ego del escritor, aun siendo crítico del régimen político es defensor de las conquistas de la revolución cubana. Este es el personaje que le da articulación al conjunto del relato. Es en la propia Cuba, donde alguna vez se cruza con uno de los principales trabajos de León Trotsky justamente, la revolución traicionada, donde Trotsky aborda el derrotero de la revolución y su reacción conservadora y burocrática.
La otra temporalidad es la del propio Trotsky, exiliado en México en los años 30´s junto a su compañera, Natalia Sedova y rodeada de quienes compartieron con él está última etapa de su vida entes del asesinato a manos de Ramón Mercader, un agente estalinista español, preparado durante años para esa misión de la policía secreta de la ex URSS.
• «Cuando se trata de asuntos indecentes la historia no soporta testigos».
La tercera temporalidad y foco narrativo, un poco en paralelo a la de Trotsky, están puestos justamente en la vida y preparación de Frank Jackson, Jacques Monard, quien es verdaderamente, Ramón Mercader, el asesino.
• «Y eso es lo que importa: lo que la gente cree».
De él se cuenta cómo llega a las filas del Partido Comunista en pleno proceso revolucionario español, a través de su madre Caridad, una militante del Partido Comunista, quien lo recluta para los servicios de inteligencia del estalinismo.
Los tiempos y personajes se van cruzando y aunque el relato no es lineal, el punto de encuentro de estos tres tiempos ocurre en La Habana, cuando Iván rememora aquel encuentro en la playa con un hombre que, hacia fines de los 70, pasea con dos galgos rusos. A través de las “confidencias” de este personaje, Iván puede reconstruir el destino del autor de “La revolución traicionada”.
• «He extraviado en mi mente la brutalidad semántica del verbo fusilar».
«El hombre que amaba los perros» salió de muchos lugares, tiene muchos orígenes posibles, pero en algún momento Padura condensó la idea de escribir una novela, en el que hay un elemento de vital importancia que el asesinato de Trotsky, que resulta ser el punto de no retorno de esa utopía igualitaria, ya había pasado todo el proceso de colectivización en la Unión Soviética que se refiere a la política de colectivización forzosa implementada por Stalin, esa hambruna horrible en Ucrania donde murieron millones de personas, los procesos de Moscú, en los que Stalin había deshecho prácticamente a toda la vieja guardia bolchevique, pero quedaba Trotsky solo en un país remoto que era México, y hasta allí llegó el brazo de Stalin.
“Simbólicamente para mí era como el fin de la posibilidad de construir esa utopía…”, dijo alguna vez Padura en una entrevista.
Hay un punto de inflexión, en el que Iván, expresa de alguna manera, la desmoralización que sobrevino a la larga noche neoliberal tras la caída del muro de Berlín, con la “perversión de la utopía revolucionaria” de los “socialismos reales” con Cuba incluida, pero no es una novela de la derrota, pero sí de la desilusión frente a las dificultades que afrontó la revolución y de sus esperanzas frustradas.
Padura hace una crítica, en la que plantea la construcción de una Historia que se desarrolla en función de la voluntad o impotencia de determinados individuos, sobre todo, para los personajes fundamentales que son Stalin (autor intelectual del asesinato) y el propio Trotsky, fuera quedan las fuerzas fundamentales y sociales que hace avanzar la historia a través de la lucha de sus clases antagónicas. La reserva que el propio Padura señala como “explicación” es que la novela, tiene su toque de ficción y que el trabajo con personajes y hechos históricos, cuyo respeto es minucioso, está trabajado en función de los requerimientos de la ficción narrativa. Y para hacer esta enorme novela de intriga, con trasfondo político, puede decirse que es un trabajo literario muy bien logrado.
• «Me pregunté qué carajo estaba pasando: ¿por qué, si apenas nos conocíamos, aquel hombre me escogía para confiarme que se estaba muriendo y que deseaba tener una persona capaz de abreviarle los sufrimientos? ¿Para eso me había citado? Entonces sentí miedo».
Es posible reconocer los ecos del pensamiento de Trotsky y sus escritos a lo largo de las páginas; así como de aquella bibliografía dedicada al asesinato y su investigación: la obra arranca, de hecho, a partir de un fragmento documental, de las declaraciones del ya detenido Ramón Mercader siendo interrogado por el jefe de la Servicio Secreto de la Policía mexicana, Leandro Sánchez Salazar. La presencia de otros materiales sobre Trotsky, como la trilogía de su principal biógrafo, Isaac Deutscher.
• «En la guerra o matas o te matan. Pero yo he visto lo peor de los seres humanos, sobre todo fuera de la guerra. Tú no puedes imaginarte de lo que es capaz un hombre, de lo que pueden hacer el odio y el rencor cuando los han alimentado bien».
«El hombre que amaba a los perros» acercó a innumerables lectores que poco tienen que ver con la tradición de la izquierda, y a la vida y obra del revolucionario ruso, que da cuenta de la magnitud histórica del personaje, que desató tal saña de parte de Stalin, al grado de perseguirlo hasta un recóndito rincón del mundo y planificar su asesinato.
• «Lo mejor que podía hacer era ponerme de pie y terminar aquella conversación que no podía conducir a nada agradable. Pero no me moví de mi piedra, como si en realidad hubiera deseado saber adónde iría a parar aquella disquisición del hombre que amaba a los perros».
Las tres historias de «El hombre que amaba a los perros» tienen un gran número de puntos en común, son aparentemente tres historias distintas, pero con multitud de aspectos coincidentes.
«El hombre que amaba a los perros» de Leonardo Padura.
Novela de ficción histórica.
Excelente.
CELEBRANDO A LEONARDO PADURA
Por Paty Rogel
Hoy celebramos a Leonardo de la Caridad Padura Fuentes. Escritor, periodista y guionista cubano.
Nació en La Mantilla, La Habana, Cuba, el 9 de octubre de 1955. Leonardo Padura hizo sus estudios preuniversitarios en el cercano barrio de La Víbora, de donde es su esposa, la guionista Lucía López Coll. Estos lugares se verán reflejados en la obra de Padura, debido a la estrecha conexión espiritual que siente por ellos.
Estudió Literatura latinoamericana en la Universidad de La Habana. A partir de 1980, se dedicó al periodismo, redactando reportajes de historia y cultura para medios como la revista literaria El caimán barbudo o el periódico Juventud rebelde. Asimismo, se convirtió en jefe de redacción de La Gaceta de Cuba.
Para 1988 publicó su primera novela, "Fiebre de caballos", con la que comienza una exitosa trayectoria literaria. Pero no es hasta la publicación de la serie de novelas policiacas protagonizadas por el detective Mario Conde cuando obtiene un mayor reconocimiento: la tetralogía de las "Cuatro estaciones" —Pasado perfecto (1991), Vientos de Cuaresma (1994), Máscaras (1997) y Paisaje de otoño (1998). Otras de sus obras son: "Adiós, Hemingway" (2001), "La neblina del ayer" (2005), "La cola de la serpiente" (2011), Herejes (2013) y "La transparencia del tiempo" (2018).
Pero sin lugar a duda su popularidad a nivel internacional vendrá de la mano de la novela histórica "El hombre que amaba a los perros" (2009), que profundiza en la historia de Cuba e indaga en la vida de Ramón Mercader, el asesino de León Trotski.
La narrativa de Leonardo Padura está centrada en la novela negra y en ella refleja la realidad de la sociedad cubana, llegando a componer una excelente crítica social. Estos ingredientes son los que lo convierten en uno de los renovadores del género policial en lengua española.
Con la misma destreza, Padura escribe guiones cinematográficos para documentales, como "Yo soy del son a la salsa" (1996), y ficciones, como Regreso a Ítaca (2014), basada en su novela "La novela de mi vida" (2002). Incluso, su tetralogía Cuatro estaciones es adaptada en 2016 como miniserie para la plataforma Netflix.
Es también destacable la faceta del autor cubano como ensayista literario, dedicándole una especial atención a la obra de Alejo Carpentier o a la de José María Heredia, y a la producción de novela negra y policial en español: Colón, Carpentier, "La mano, el arpa y la sombra" (1987), "Un camino de medio siglo: Alejo Carpentier y la narrativa de lo real maravilloso" (1994), "Modernidad, posmodernidad y novela policial" (2000), "José María Heredia: la patria y la vida (2003)", entre otros.
Asimismo, escribe cuentos y realiza ediciones de sus entrevistas y reportajes.
Ha recibido numerosos premios como el Premio Nacional de Literatura de Cuba en 2012, la Orden de las Artes y las Letras que le otorgó el gobierno francés en 2013 por el conjunto de su obra o el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015.
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