Si quieres mantener la atención del lector, la primera regla es que escribas una buena historia. Seguro que ya tienes la tuya en mente.
La segunda regla para mantener la atención del lector es que cuentes bien esa historia.
En la mejor literatura nada es casual. La forma en que presentas la historia, la información que das y la que retienes, o la forma en que vas introduciendo los giros argumentales pueden conseguir que el lector solo desee pasar una tras otra las páginas de tu novela; o bien hacer que la abandone antes de acabar el primer capítulo.
Por eso hoy te vamos a contar algunos recursos que puedes aplicar a tu historia para mantener la atención del lector desde el primer momento.
1. Migas de pan
Seguro que conoces algún cuento en el que el protagonista va tirando migas de pan para poder volver a encontrar su camino. Pues bien, se trata de que uses esa técnica en tu historia.
Deja pequeñas migas de misterio o tensión para que el lector las vaya siguiendo. Irá recogiendo una tras otra sin darse cuenta, mientras espera llegar al punto donde todo se resuelve.
Hay muchas maneras de dejar esas migas.
Por ejemplo, puedes introducir un elemento cuyo uso o significado nadie conoce. ¿Por qué el protagonista guarda en su habitación un montón de vasos de yogur vacíos?
Si aludes a los vasos en varias ocasiones el lector cada vez estará más intrigado sobre su uso, hasta que se desvele que el protagonista los usa para hacer semilleros de plantas.
Como ves, no tiene que ser nada especialmente impactante, basta con incluir un pequeño elemento de misterio que se quede de forma inconsciente en la mente del lector y le impulse a seguir leyendo para resolverlo.
También puedes introducir una frase que cree incertidumbre, como «Laura se encargaría de todo y el asunto pronto quedaría olvidado, pero no fue así».
¿No fue así? ¿Y entonces cómo fue? El lector pasará la página para enterarse.
2. Plantea preguntas
Cuando se nos hace una pregunta, queremos responderla. Así funciona el cerebro.
Por eso introducir preguntas es una excelente manera de mantener la atención del lector e incitarle a seguir leyendo para dar con la respuesta.
No es necesario que preguntes directamente al lector, aunque puedes hacerlo. Se trata de sembrar alguna que otra pregunta allí donde la acción lo permita.
Algunos ejemplos:
«¿Podría una vez más Roberto salirse con la suya?»
«¿Estaba segura de que era eso lo que quería?»
«¿Volvería a verle alguna vez?»
Preguntas de ese tipo siembran el deseo en el lector de averiguar la respuesta.
3. Pronósticos
Anticipar algo de lo que va a suceder es una buena manera de mantener enganchado al lector.
Se trata de dar pequeños anticipos que permitan que el lector se sitúe en el futuro de la historia. Así luego querrá avanzar hasta allí para verlo con sus propios ojos.
Además, los pronósticos ayudan a dar continuidad a la historia porque enlazan el presente de la acción con su futuro.
Para incluir un pronóstico basta con algunas frases.
«Madrid en julio sería un horno».
Un pronóstico puede incluir una promesa, «Estaba deseando que llegara el estreno. Iba a ser el mejor día de mi vida»; o una amenaza, «Pensaba que lo peor había pasado, pero se equivocaba». En ambos casos, el lector querrá leer más para ver materializarse esa promesa o esa amenaza.
4. Contradicciones
Imagina que tienes un personaje que demuestra ser listo. Y que de pronto el narrador (u otro personaje) hace la advertencia de que ese personaje es tonto.
Esa aparente contradicción picará la curiosidad de tu lector. ¿Es tonto el personaje? ¿Por qué? ¿En que se basa el narrador (o el otro personaje) para asegurarlo?
Ojo, no incluyas contradicciones porque sí o el lector pensará que no sabes qué historia estás contando o que has incurrido en lagunas argumentales. Cuídate de explicar bien los motivos de esa contradicción.
5. Amenaza
Para incrementar la tensión y las ganas de continuar leyendo del lector, introduce una amenaza.
Puede ser un personaje, puede ser una situación. En cualquier caso tiene que ser algo que rompa el equilibrio de la narración y ponga en jaque a tu protagonista.
El lector querrá saber cómo reacciona el protagonista al peligro y cómo supera el momento.
6. Resumen
Debes incluir de vez en cuando pequeños resúmenes que recuerden al lector lo acontecido hasta el momento.
Lidia había tratado de hablar con Susana, pero no cogía el teléfono. Incluso había ido a su casa, pero su madre le dijo que se había ido de viaje. Todos los esfuerzos que había hecho para intentar acercarse a ella habían sido inútiles. No sabía ya qué más probar.
A través de una breve recapitulación llamarás la atención del lector y la catapultarás hacia adelante. ¿Qué va a pasar a continuación, qué más va a probar Lidia para recuperar la amistad de Susana?
7. Aleja la escena
Imagina un travelling en una película, cuando la cámara se aleja y ofrece una perspectiva más completa de la escena.
Si haces que tu narración imite ese movimiento de cámara, estarás ofreciendo una perspectiva distinta de lo que acontece al lector. Y si además haces que en esa perspectiva aparezcan objetos nuevos, además aumentarás la tensión.
Como en este ejemplo:
Sentado de espaldas junto al fuego el hombre parecía dormir. Si alguien hubiera mirado desde la puerta de la habitación, sin embargo, habría podido ver la pistola caída en el suelo y el charco de sangre que se extendía a sus pies.
La primera perspectiva presenta a un hombre apaciblemente dormido junto al fuego. Pero al ampliarla vemos la pistola y el charco de sangre.
8. Flashbacks
Igual que con pronósticos, los flashbacks son excelentes a la hora de capturar y mantener la atención del lector porque son una promesa de una historia nueva o bien de conseguir datos nuevos sobre una historia en curso.
Por ejemplo «Hacía un año todo hubiera sido diferente». ¿Por qué? se pregunta de inmediato el lector, ¿cómo eran las cosas hace un año? Y enseguida quiere seguir leyendo para enterarse y hacerse con la información que le ayudará a entender mejor lo que sucede en esos momentos.
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