lunes, 30 de octubre de 2023

¿QUÉ ES LA LITERATURA?

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Una guía para los estudiantes y maestros de literatura
Por Evan Gottlieb y Paige Thomas, de la Universidad Estatal de Oregón
Transcripción traducida al español por Raisa Cañete Blazquez

La pregunta de qué hace que algo sea literario existe desde hace tiempo, y no espero que la respondamos por completo en este vídeo. En cambio, te voy a mostrar algunas de las distintas maneras en que los críticos literarios abordan esta pregunta y luego ofreceré un breve resumen de los 3 grandes factores que debemos considerar cuando la hacemos nosotros mismos. 

Empecemos por hacer una distinción entre “Literatura con L mayúscula” y “literatura con l minúscula.”

“Literatura con l minúscula” designa cualquier texto escrito: podemos hablar de “la literatura” de cualquier materia sin gran dificultad.

“Literatura con L mayúscula”, en cambio, designa un grupo de textos mucho más pequeño: un subconjunto de todos los textos que se han escrito.

Entonces, ¿qué hace que un texto sea literario o qué hace de un texto “Literatura con L mayúscula”?

Empecemos por la palabra en sí. “Literatura” proviene del latín, y originalmente significaba “el uso de letras” o “escritura.” Pero cuando la palabra entró en las lenguas romances derivadas del latín, obtuvo el significado adicional de “conocimiento obtenido al leer o estudiar libros.” Podríamos usar esta definición para entender “Literatura con L mayúscula” como escritos que proporcionan conocimiento: escritos que deberían ser estudiados.

Pero esto nos lleva a otra pregunta: ¿Qué libros o textos vale la pena estudiar o ser leídos con especial atención?

Para algunos críticos, la respuesta a esta pregunta es cuestión de establecer canonicidad. Una obra de literatura se vuelve “canónica” cuando instituciones culturales como las escuelas o las universidades o comités de premios la clasifican como un trabajo de mérito cultural o artístico duradero.

Pero el canon ha supuesto problemas como medida de lo que es “Literatura con L mayúscula” porque los representantes del canon occidental han sido tradicionalmente hombres blancos. Fue tan solo durante las últimas décadas del siglo XX que el canon de la Literatura se abrió a una mayor inclusión de diversidad de autores.

Y aquí surge otro problema con esa definición: si la inclusión en el canon fuera nuestra única definición de Literatura, no podría existir algo como la literatura contemporánea, la que, por supuesto, aún no ha pasado la prueba del tiempo.

Y he aquí otro problema aún mayor: no todos los libros que reciben buenas críticas o ganan un premio acaban siendo de valor duradero para lectores futuros.

Por otro lado, una novela como Moby Dick de Herman Melville, que NO fue bien recibida por críticos o lectores cuando se publicó en 1851, ha pasado a ser desde entonces un pilar del canon de la Literatura americana.

Como se puede ver, la canonicidad es obviamente un índice problemático de lo que es literario.

Entonces… ¿cuál es la alternativa? Bien, podríamos optar por una definición descriptiva: “si te apasiona, ¡entonces es Literatura!”

Pero eso es un poquito subjetivo. Por ejemplo, por mucho que te pueda gustar cierto libro de tu infancia (a mí me encanta La pequeña oruga glotona) eso no lo convierte automáticamente en literario, por muchas veces que lo hayas leído.

Además, la idea de que deberíamos tener una conexión emocional con los libros que leemos tiene su propia historia, que no puede separarse del crecimiento de la clase media y su política de decirle a la gente cómo se debe comportar.

De acuerdo, si “Literatura con L mayúscula” no siempre se puede definir por su inclusión en el canon o el hecho de que haya sido bien recibida… ¿qué es entonces? Bueno, para otros críticos, lo que hace que algo sea Literatura serían cualidades dentro del texto mismo.

Según el crítico Derek Attridge, tres son las cualidades que definen la Literatura occidental moderna:

1. la cualidad de invención o inventiva en el texto mismo;
2. el sentido del lector de que lo que está leyendo es único. En otras palabras, la cosmovisión única del escritor.
3. un sentido de “otredad” que empuja al lector a ver el mundo a su alrededor de un modo nuevo.

Fíjese que en ningún sitio de esta definición de tres partes hay limitación del contenido de la Literatura. En su lugar, llamamos a algo Literatura cuando afecta al lector a nivel de estilo y construcción más que en la sustancia. 

En otras palabras, ¡la Literatura puede ser sobre cualquier cosa!

La idea de que un verdadero texto literario puede cambiar a un lector es desde luego más antigua que esta definición moderna. En la tradición inglesa, se prefería la poesía a las novelas porque se consideraba que creaba lectores-ciudadanos maduros y compasivos.

Del mismo modo, en la era victoriana, se decía que leer los llamados trabajos “extraordinarios” de literatura era la mejor manera de que los lectores realizaran sus potenciales espirituales al completo en un mundo cada vez más secular.

Pero nunca nos dicen con precisión qué es “lo mejor”. Para empeorar la cosa, como ya he mencionado, “lo mejor” en esas definiciones antiguas a menudo lo decidían hombres blancos en posiciones de poder cultural y económico.

Así que todavía persiste la pregunta de si hay algo inherente en un texto que lo hace literario.

Algunos críticos han sugerido que un sentido de ironía – o, de manera más amplia, un sentido de que hay más de un significado en un grupo de palabras dado – es algo esencial de la “Literatura con L mayúscula”.

Leer en busca de ironía quiere decir leer despacio o con mucha atención. Requiere una cierta atención a la complejidad del lenguaje de la página, tanto si ese lenguaje es objetivamente difícil o no.

Del mismo modo, otros críticos aseguran que el efecto global de un texto literario debería ser de “desfamiliarización”, queriendo decir que el texto pide o fuerza a los lectores a ver el mundo de una forma diferente de la que lo hacían antes de leerlo.

Respecto a eso, el teórico literario Roland Barthes mantuvo que había dos tipos de textos: el texto de placer, que podemos alinear con literatura con l minúscula de cada día y el texto de jouissance —goce—, (sí, dije jouissance) que podemos alinear con la Literatura. Jouissance demanda más del lector y levanta sentimientos de rareza y sorpresa que sobrepasan el día a día e incluso rozan lo doloroso y desorientador.

La definición de Barthes recorre la línea entre la objetividad y la subjetividad. La Literatura difiere de la demás escritura al ofrecer más y distintos tipos de experiencias que el texto ordinario, no literario.

Entonces, para Barthes la literatura no está completamente en el punto de mira del espectador, ni es algo que puede ser reducido a un grupo de características puramente intrínsecas y repetibles.

Pero esta definición negativa tiene sus problemas. Si se supone que el texto literario tiene que ser innovador e inusual, entonces el género de ficción, que ES convencional, nunca podría ser literario.

Al parecer, con cualquier definición rápida y estricta que intentemos aplicar a Literatura, nos chocamos con excepciones inevitables a las reglas.

Mientras examinamos las muchas maneras problemáticas con que se ha definido Literatura, una cosa está clara: en cada uno de los ejemplos anteriores, lo que cuenta como Literatura depende de tres factores relacionados: el mundo, el texto, y el lector o el crítico.

Ves, cuando nos encontramos un texto literario, normalmente lo hacemos a través de un campo de expectativas que incluyen lo que hayamos oído sobre el texto o el autor en cuestión [el mundo], la forma en que se nos presenta el texto [el texto], y cuán receptivos somos como lectores ante las demandas del texto [el lector].

Teniendo esto en cuenta, volvamos al principio. Todavía debe de haber algo qué decir a favor de la teoría de “la prueba del tiempo” de la Literatura.

Al fin y al cabo, tan solo un pequeño porcentaje de lo que se publica hoy se seguirá leyendo dentro de 10, 20, incluso 100 años; y mientras los mecanismos que determinan la longevidad de un texto apenas son neutros, uno puede esperar que los lectores individuales tengan al menos algo de poder para decidir lo que se quedará impreso y desarrollará una relevancia cultural más amplia.

Entonces, la única forma de experimentar lo que es Literatura es seguir leyendo: mientras haya lectores ávidos, habrá textos literarios – pasados, presentes, y futuros – que nos desafiarán, nos emocionarán, y nos inspirarán.

Tomado de La guía de términos literarios, de Oregon State University

NOTA DEL ADMINISTRADOR

Definición del diccionario de la Real Academia Española

literatura

Del lat. litteratūra.

1. f. Arte de la expresión verbal.
2. f. Conjunto de las producciones literarias de una nación, de una época o de un género. La literatura griega. La literatura del siglo XVI.
3. f. Conjunto de las obras que versan sobre una determinada materia. Literatura médica, jurídica.
4. f. Conjunto de conocimientos sobre literatura. Sabe mucha literatura.
5. f. Tratado en que se exponen conocimientos sobre literatura.
6. f. coloq. palabrería.
7. f. Mús. Conjunto de obras musicales escritas para un determinado instrumento o grupo instrumental. Literatura pianística.
8. f. desus. Teoría de las composiciones literarias.

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