Aunque este artículo data de 2016, su contenido no deja de tener
vigencia.
La entrevista literaria era un género prácticamente inexistente en nuestro
país cuando Guillermo Piña-Contreras publica, en 1982,
Doce en la literatura dominicana, subtitulado “Del postumismo al pluralismo”.
Uno que otro interviú literario se había dado a conocer en los suplementos
culturales de la época, pero todavía no se habían formalizado en libro los
diálogos publicados o inéditos con escritores. La obra de
Piña-Contreras abría un camino no desbrozado en la literatura
dominicana, al tiempo que sin el autor proponérselo estaba realizando una
contribución notable al conocimiento de las coordenadas creativas de
personalidades de gran relevancia en nuestras letras, a un nivel de que
todavía hoy este libro resulta fundamental para evaluar la marcha y las
huellas de nuestros literatos de mayor renombre.
Piña-Contreras había realizado sus entrevistas a los mediados de los
setentas, pero su libro viene a ser publicado en 1982 por la editora de la
UCMM, dirigida entonces por el artista y crítico de arte
Danilo de los Santos, ejercicio de promoción editorial de nuestra
cultura literaria que hizo historia bajo la conducción de su fundador,
Héctor Incháustegui Cabral. Los doce escritores seleccionados eran
todos representativos de distintas promociones, generaciones, trayectorias y
conductas literarias y, por tanto, protagonistas indiscutibles de nuestro país
de las letras: Domingo Moreno Jimenes, pontífice postumista;
Juan Bosch, Pedro Mir, Héctor Incháustegui Cabral, Rubén Suro, de
Los Nuevos, de La Vega;
Franklin Mieses Burgos, Manuel Rueda, quien acababa de fundar su
movimiento pluralista; Abelardo Vicioso, de la
generación del 48; Ramón Francisco, Marcio Veloz Maggiolo, y
Miguel Alfonseca y Enriquillo Sánchez, que representaban a las
nuevas hornadas literarias dominicanas.
Aunque el libro de Piña se edita seis o siete años después de que los
diálogos con estos grandes escritores se hubiesen producido, cuando la obra se
conoce genera un interés singular entre los lectores de la época, a un nivel,
como ya anotamos, de que todavía en nuestros días es necesario conocer esa
obra y, sobre todo para las generaciones más jóvenes creo que debería ser un
canal obligado de referencia para evaluar la impronta creadora y humana de
estas notables figuras.
En esa época, cuando Piña publica sus conversaciones con esa célebre
docena de escritores, se leían tres libros de entrevistas que a los de mi
generación les resultaron claves para conocer mucho mejor a los autores de
cuyas obras principales habíamos dado cuenta ya como lectores. Se hizo famoso
Siete voces (1974), “los más grandes escritores latinoamericanos
se confiesan con” Rita Guibert, periodista argentina quien falleciera
en New York en 2007, libro que traía una introducción de
Emir Rodríguez Monegal, gurú literario de entonces. Por primera vez,
teníamos a manos lo que nos faltaba para conocer mejor a
Pablo Neruda, Jorge Luis Borges, Miguel Angel Asturias, Octavio Paz, Julio
Cortázar, Gabriel García Márquez
y Guillermo Cabrera Infante. El club del can literario más
sobresaliente y mediático de aquellos años. A poco, llegó otro libro menos
consumido, pero igualmente importante para muchos que colocamos la atención
sobre el mismo. Se publicó en 1974 en la capital francesa, pero la traducción
no llegaría hasta seis años después:
Conversaciones con los escritores (1980), una publicación de
The Paris Review que incluía a
Robert Graves, John Dos Passos, Vladimir Nabokov, Jorge Luis Borges, George
Seferis, John Steinbeck, W.H. Auden, Anthony Burgess, Jack Kerouac
y John Updike. De algunos ya habíamos leído sus obras principales y a
otros este libro de entrevistas nos llevaría a ellos con creciente interés. El
tercero resultó por igual un acontecimiento de lectura:
Escritores a fondo (1986), la reunión de las entrevistas que
hiciese para la televisión española el famoso periodista catalán
Joaquín Soler Serrano, fallecido en 2010. En su programa “A fondo” de
TVE hizo fama con sus invitados (escritores, cantantes, compositores, artistas
plásticos, cineastas) a quienes cuestionaba con mucha profundidad y
conocimiento. Su libro estaba organizado por países, comenzando con España (Camilo José Cela, Miguel Delibes, José María Gironella y Gonzalo Torrente Ballester); luego, Argentina (Borges, Cortázar, Mujica Lainez y Sábato); Colombia (Héctor Rojas Herazo); Cuba (Cabrera Infante
y Carpentier); Chile (Donoso y Matilde, la viuda de
Neruda, por quienes supimos entonces revelaciones que años después
serían ampliados); México (Fuentes, Paz y Rulfo); Paraguay (Roa Bastos); Perú (Vargas Llosa); Uruguay (Onetti); y Venezuela (Uslar Pietri).
De modo que cuando Piña-Contreras da a conocer su libro estaba
inscribiéndose, seguramente sin saberlo a conciencia, en una corriente de
información que despertaba mucho interés en el mundo latinoamericano,
norteamericano y europeo, en torno a los autores de mayor consagración y
reconocimiento. De ahí que su obra marcaba una época, inauguraba un género no
abordado aún en nuestra historia literaria y ofrecía a lectores y críticos la
oportunidad de profundizar en la vida y obra de nuestros escritores más
emblemáticos. Treinta y tres años después de aquella edición, esa obra sigue
siendo fundamental para quienes fuimos sus lectores de aquella época y debiera
serlo para los que en los últimos años han tomado como oficio la escritura y
para los que apenas se inician en este quehacer.
En el mismo año en que yo visitaba a Moreno Jimenes en su casa del
Barrio de Mejoramiento Social para escribir su biografía (Domingo Moreno Jimenes, apóstol de la poesía, 1976), Piña-Contreras lo visitaba también, sin yo saberlo ni conocer
aún a Guillermo, para extraerle importantes confesiones. Coherente, el gran
poeta le respondió lo mismo a ambos, según pude comprobar cuando
12 en la literatura dominicana salió seis años después que mi
libro. Pero, hay aspectos novedosos en las entrevistas de Piña que el
lector acucioso habrá de descubrir. La de Bosch es una entrevista
jugosa, donde el gran cuentista revela su técnica, desmenuza sus obras,
formula revelaciones políticas, nos subyuga con la historia de
Juan de la Paz o nos relata sus peripecias de escritor para
sobrevivir en el exilio. Para un escritor como Piña-Contreras que poco más del
cincuenta por ciento de su bibliografía está dedicada al tema boschiano, esta
entrevista tal vez sea la que inaugura esa trayectoria de estudio y promoción
de la obra del autor de La Mañosa.
Pedro Mir se nos oferta con sus particulares concepciones sobre la
literatura, y algunas contradicciones. Incháustegui Cabral cuenta la
historia de La Cueva, no abjura de su fe trujillista (La balada y el
péndulo de que habló una vez Andrés L. Mateo), evalúa su carrera
poética y formula revelaciones desconocidas entonces sobre la literatura
dominicana. Rubén Suro es parco, pero, aunque deja alguna pregunta sin
respuesta (¿por qué se dispersó el grupo de Los Nuevos?), refiere
anécdotas y establece la deuda de sus colegas veganos con
Moreno Jimenes quien le trazara pautas a los mismos.
Mieses Burgos anota sus libros de formación, relata su hechura poética,
como otros de los entrevistados reniega de la crítica literaria, a la vez que
enfrenta al Pluralismo señalando que no alcanza el nivel de
La Poesía Sorprendida. Rueda enfila sus dardos contra los poetas
sesentistas, y explica y defiende su lírica pluralista enfrentando a sus
críticos como solo él sabía hacerlo. Abelardo exhibe sus
insatisfacciones con el Pluralismo. Ramón Francisco, aunque se
equivoca al vaticinar que Cien años de soledad no es una obra
maestra, expone con la sapiencia y la virtud conceptualizadora que siempre
acompañó su ciclo vital. Marcio ofrece por primera vez las coordenadas
de su narrativa, en los prolegómenos de una carrera de múltiples destellos.
Alfonseca abjura de su labor literaria camino hacia el hermetismo
filosófico que circunvaló su vida de posguerra. Y Enriquillo Sánchez,
con entonces 28 años, muestra ya las que serían las aristas conformadoras de
su temperamento intelectual y de su sello literario.
Más de tres décadas después, los aportes de la obra de
Piña-Contreras siguen intactos. Su trascendencia, invariable. Es un
acierto irrebatible su reedición, sobre todo cuando trae como valor agregado
su publicación íntegra, ya que en la primera los editores de la UCMM
eliminaron la selección poética de los autores que acompañaba cada entrevista.
Luego del libro de Guillermo vinieron otros libros de entrevistas, pero
el suyo fue inaugural y ha sido, desde entonces, uno de los textos capitales
en el conocimiento crítico de la literatura dominicana contemporánea.
Santo Domingo - ene. 30, 2016
Artículos de José Rafael Lantigua, en Diario Libre
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¿Por qué no ha ganado este hombre el Premio Nacional de Literatura?
ResponderBorrarEdwin Disla
ResponderBorrarIsaias Medina, es una gran injusticia que aún no se lo hayan dado. Tanto a él, José Rafael Lantigua, como a Efraím Castillo, se espera que lo ganen uno detrás del otro. Es posible que a Efraím se lo den en el 2024 y a Lantigua en el 2025. Es lo que creemos, pero para nosotros, que formamos parte del mundillo literario dominicano, en el 2023 se lo iban a dar a Efraím Castillo y en cambio se lo otorgaron al monseñor Freddy Antonio de Jesús Bretón, a quien no conocía como escritor. Son parte de las características de la historia literaria de mi país. Aquí hay un establishment literario, elitista, aristocrático, reaccionario y colonialista, que opera en la sombra desde los doce años de Balaguer. Tiene mucho poder y le ha hecho un daño terrible a la literatura dominicana. Por tanto, al margen de ese establishment, es difícil predecir quién, con justicia, será el próximo ganador.
César Sanchez Beras
BorrarMuy merecido para ambos autores y la lista se extiende mucho más. por lo menos 20 autores radicados en el país lo merecen y una decena se los que están fuera también.
Daniel Baruc Espinal Rivera ,Diógenes Abreu,José Acosta,Tomas Modesto,Rhina Espaillat ,Rey Berroa, Basilio Belliard,Odalis Pérez, Giovanni Cruz..... Y me paro de contar