PREDICADOR: Caminamos cada día con la muerte. Ya lo dijo el Predicador: “No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte”. Y es que caminamos… vivimos con la sentencia inaplazable de la muerte. Muere el presente en el pasado. Muere el animal, muere el hombre. Muere el pobre, muere el rico. Muere el rey, muere el obrero. Muere el religioso, muere el militar, muere el civil. ¿Adónde dejas tu vanidad, tu riqueza, tu egoísmo, tu envidia y tu torpeza frente al justo, cuando mueres, hermano mío? “Vanidad de vanidades. Todo vanidad”
(EL SEÑOR CARDENAL LEVANTA SU MIRADA, AVISTA A LO LEJOS, LANZA EL RESTO DE SU MANZANA, TOMA SU CAZAMARIPOSAS Y PERSIGUE ALGUNAS, YENDO TRAS ELLAS, INDIFERENTE A LAS PALABRAS DEL PREDICADOR. SU PRESENCIA REPITE LA SENSACIÓN DE UN HOMBRE QUE NO TIENE NINGÚN TIPO DE PROBLEMAS).
PREDICADOR: ¡Hermano mío!: da, cumple, ayuda, ama, porque de nada te sirve cuando tienes y no utilizas bien y para el bien. Lo ha dicho el Predicador: “en el sepulcro, adonde tú vas, no hay obra, ni industrias, ni ciencia, ni sabiduría”.
(EL SERMÓN ES CORTADO POR UNA CARCAJADA SONORA QUE LLENA TODA LA ESCENA Y RETUMBA EN LOS OÍDOS. LA CARCAJADA DISMINUYE HASTA CONFUNDIRSE CON LA DE UNA SEÑORA REGORDETA CUYA FIGURA AHORA SE ILUMINA RODEADA POR SUS SECRETARIOS. ELLA, ENTRE RISAS ALEGRES, LEVANTA UNA COPA FRENTE A LAS COPAS DE LOS DEMÁS, FELIZ Y RELUMBRANTE. LA FIGURA DEL PREDICADOR SE PIERDE CON SUS ÚLTIMAS PALABRAS).
PREDICADOR: ¡Vanidad de vanidades! ¡Todo vanidad!
DAMA (regocijada):
¡Felicitaciones!
SECRETARIO II: ¡Y el barrio ha sido destruido ya completamente!
DAMA (muy satisfecha)
¡Felicitaciones!
SECRETARIO III: Barrieron con todo. ¡Chusma y asco afuera!
DAMA: ¡Felicitaciones!
SECRETARIO IV: Claro, quisieron hacer resistencia, pero el progreso no puede detenerse y se impuso la necesidad de mejoramiento.
SECRETARIO I: Ya el gobierno los alojará en alguna parte.
SECRETARIO II: Hemos pagado una buena suma, pero el barrio es ahora nuestro y el proyecto está prácticamente en marcha.
DAMA: Estaba segura de conseguirlo. (LEVANTANDO NUEVAMENTE SU COPA) ¡Este triunfo ameritaba un brindis! ¡Por ustedes!
TODOS: ¡Por usted, señora!
DAMA (bebe, pero baja su copa enseguida y adopta su aire ejecutivo):
Además de celebrarlo, los he reunido para darles algunas instrucciones antes de salir para el Japón. La firma de nuevos contratos probablemente me llevará a Inglaterra y quizás a Alemania. Dejo todo en sus manos.
SECRETARIO I: (desplegando sus planos):
Aquí están los planos de la nueva construcción. (MOSTRANDO CON SUS DEDOS ALGUNOS PUNTOS) Aquí las fábricas. Aquí las oficinas y una amplia entrada para los camiones. Hemos reservado este espacio para parqueos.
DAMA: Necesitamos la otra barriada. Pague lo que sea a cualquier funcionario. El Presidente está siempre dispuesto a ayudarme. Un pequeño empujón con una suma convincente facilitaría todo. Háblese con el Ministro de Obras Públicas o con el Alcalde de la ciudad. Pague lo que sea, pero consígame el desalojo inmediato.
Franklin Domínguez. Tú también morirás. Editora Nacional, Santo Domingo, 2004. Págs. 36-39.
Selección del escritor Carlos Reyes quien se propuso (y lo cumplió en su página de Facebook) "la publicación de un texto de todos los escritores dominicanos que han obtenido el Premio Nacional de Literatura desde 1990 hasta 2018". Agradecemos que nos haya permitido su publicación en Cauce de Letras.
NOTAS BIOGRÁFICAS
Franklin Domínguez (nació el 5 de junio de 1931 en Santiago de los Caballeros, República Dominicana) es un dramaturgo, director teatral, abogado, actor y político dominicano conocido por dirigir en 1963 la primera película dominicana, La silla1, protagonizada por el actor Camilo Carrau.
Biografía de Franklin Domínguez
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Por Ramón Saba
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Blog sobre Franklin Domínguez
Noticias sobre La Silla, primer largometraje dominicano, escrito y dirigido por Franklin Domínguez, con la actuación de Camilo Carrau; y otras cosas
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