Nuestro invitado de hoy en Libertad bajo palabra es Alexis Peña (Santo
Domingo, República Dominicana, 1967), escritor, corrector de estilo, profesor
de escritura creativa y gestor cultural. Obtuvo el primer lugar en el
Concurso Nacional de Minificción (2011), convocado por el Ministerio de
Cultura de la República Dominicana. Es presidente del
Centro Cultural Coiné, Inc., director ejecutivo de
Editorial Letra Erguida y coordinador del Taller de
Creación Literaria Experimental Coiné (TCLEC). Ha publicado
Paréntesis (poemario colectivo, 1994) y compilado diversas antologías
de microcuentos, haikus contemporáneos y aforismos:
Gente de pocas palabras (2014),
Donde dije, digo, Mirada de haijin (2015),
Para no cansarles con el cuento (2015),
A la cuenta de tres (2015), Confesión de partes (2015),
133 jaikus con y sin zen (2017) y Otro día los cerezos (2017).
Dirige la revista de minificción Micros y es miembro activo de la
Asociación de Escritores Dominicanos.
Sumo a todo lo anterior que conocí a Alexis Peña en una lectura de cuentos. De
su bulto sacó un pergamino gastado y comenzó a leer un microrrelato que aún me
acompaña, después de casi 18 años. Kwai Chang Caine se titula
ese texto, que nos mantuvo a todos en expectante silencio hasta el
desconcertante final. Nuestro invitado es un verdadero artesano de la palabra;
como yo, un quijote que recorre las calles de Santo Domingo, soñador que se
arriesga en batallas inciertas a favor de la literatura. Los microrrelatos que
hoy presentamos en esta entrega
juegan con la ironía, la sátira y la inversión de expectativas como
recursos esenciales para develar tensiones sociales, culturales y
humanas.
En ellos, lo cotidiano se torna absurdo, lo fantástico irrumpe en lo real y la
aparente inocencia oculta lecturas críticas. Ya sea mediante el consumismo,
las fantasías incumplidas, la imaginación infantil, la manipulación del orden
social o las paradojas de la ciencia, cada pieza sitúa al lector frente a una
experiencia que desestabiliza sus certezas y lo obliga a repensar lo obvio.
Al mismo tiempo, se descubre un trasfondo común: la denuncia o parodia de
estructuras de poder, creencias colectivas o ilusiones individuales que
finalmente se vuelven contra quienes las sostienen.
Estos relatos exhiben, con humor negro y aguda mordacidad, cómo la
ambición, la represión, la violencia, la fe ciega o los experimentos sobre
la condición humana pueden desembocar en escenas tanto ridículas como
trágicas.
En su conjunto, estas piezas construyen una mirada crítica sobre lo humano
y demuestran que, más allá de la risa o la sorpresa inmediata, late una
profunda reflexión sobre nuestras contradicciones y fragilidades. Así escribe Alexis Peña. Aquí les dejo una muestra de su trabajo literario,
tejido con paciencia: golpe a golpe, ladrillo a ladrillo.
LOS MICROCUENTOS
Kwai Chang Caine
Un chino entró al bar y pidió un café. Un tipo fortachón que reparó en su
presencia lo enfrentó. «¿Qué hace aquí un maldito chino?», dijo, suponiendo
que el chino era un comemierda más de los tantos que había echado del bar. «No
quiero problemas, amigo; solo deseo tomar mi café e irme», dijo el chino, sin
voltearse siquiera, y sin inmutarse lo más mínimo. «¡Mil pesos a que le parten
el culo al chinito!», propuso uno, comparando la apariencia enclenque del
chino con la figura imponente del fortachón. «¡Hecho!», aceptó el otro, que
con los años había aprendido a dudar de lo obvio. El fortachón avanzó hacia el
chino, que consciente de sus intenciones, se puso de pie y le esperó sereno,
colocando lentamente la taza sobre la barra. Y, contrario a lo que la mayoría
esperaba, el fortachón molió a golpes al chino, que no sabía nada de artes
marciales.
La gran estafa
Los consumistas entraron en la tienda por una oferta «especial», pero salieron
de allí solo con cosas en las manos.
Fantasía
De niño tenía fantasías con Sophia Loren. Un buen día, siendo ya un hombre, se
la encontró en la calle. Y aunque al principio ella puso todo tipo de reparos,
pues la diferencia de edades era más que notoria: «¡Por Dios… qué diría la
gente!», protestaba ella, al final su encanto la venció. Y él pudo por fin
hacer realidad su sueño: jugar trúcamelo con su actriz favorita.
El soplador de vidrio
El soplador de vidrio sabe que este es el día que había esperado toda su vida
para complacer a su mujer, que siempre se queja con eso de que «en casa de
herrero…». Así que cuando ella le pide que le sople en un ojo porque «le ha
caído allí una basurita», él aprovecha para hacerle una linda figurita muy a
tono con el color azul de sus ojos.
Abaddón
El niño bajó el cristal de la ventanilla del asiento trasero y con su dedito
índice iba apuntando a las personas y todo cuanto veía en la calle. «¡Pam,
pam!», decía, como si su mano fuera una Magnum mortal. Al poco rato ya su
imaginación había ganado vuelo. «¡Boom!», gritaba, lanzando granadas que
alternaba con varios proyectiles, cerrando su ojito izquierdo para aguzar la
vista y no errar en el tiro. La travesura del chico divertía a más de un
observador, que desprevenidos engrosaban la larga estela de cadáveres,
escombros y humareda que iba dejando a su paso.
El eterno retorno
Según todos, aquella extraña sensación de que una desgracia inevitable se
avecinaba era culpa del mendigo, que con su desaparición había roto, de alguna
manera, el equilibrio de aquel pueblito. Así que, para restablecer el orden
natural, el cardenal, el dueño del banco, el gobernador y otras gentes de
sociedad, interesados en la prosperidad del lugar, acordaron turnarse para
sustituirlo. Mas, el monto de las limosnas era tan alto, la sinceridad de la
gente que las daba tan real, y la conformidad de quienes las recibían tan
notoria, que no pudieron evitar la tragedia: el pueblo se llenó de mendigos.
Robin de Nottingham
Nunca la tocó. Cuando los invitados al casamiento se marcharon, él la encerró
en un calabozo, donde el hambre y la sed la debilitaron poco apoco, hasta que
las ratas hicieron el resto. Al fin él podría descansar. La simulación puede
extenuar aun al más vigoroso de los miembros de La Resistencia. Pero se
requiere de años de entrenamiento para que un forajido de los suburbios de
Nottingham pase por un caballero, y que el rey no repare en que la frase
«trataré a su hija como a una princesa», significa lo mismo la promesa de amor
de un hombre enamorado, que la amenaza de un resentido homicida.
Área protegida
Cuando el pequeño pueblo llegó al límite de la promiscuidad, el gobernador
ordenó construir una iglesia justo enfrente del burdel La Cosa de Lola,
para evitar que la gente terminara destruyéndose a sí misma por la influencia
de aquel antro. Su plan funcionó, pero justo cuando el propietario anunciaba a
sus poquísimos clientes que cerraría sus puertas, un tráiler que había perdido
los frenos se estrelló contra la iglesia, matando a todos los fieles. Por eso
hoy, después de un mes de la tragedia, La Cosa de Lola es declarada «Área
Protegida», según consta en la tarja colocada en la fachada, y precedida por
un emotivo discurso del gobernador: el más notable de los
sobrevivientes.
Hulk: «¡No me hagas reír!»
«El experimento consiste en exponerte a otra radiación de rayos gamma, pero en
esta ocasión cuando estés convertido en Hulk, de tal manera que los efectos
del enojo dejen de activar las hormonas mutantes que te transforman del
apacible Bruce Banner en el temible monstruo verde», le explicó Tony Stark. La
prueba fue todo un éxito, y para descartar cualquier variable, el doctor
Banner fue sometido a todo tipo de situaciones hostiles, algunas de las cuales
podían ser calificadas de verdaderas torturas, a los fines de verificar que la
ira ya no tenía ningún efecto sobre su estructura molecular. Una gran alegría
invadió a Bruce, que reía y reía casi al borde del paroxismo, al verse por fin
libre de la maldición de tener que pasarse la vida huyendo de la ley y lejos
de su amada Betty Ross. Y reía y reía y reía, mientras abrazaba a su salvador,
Tony Stark, que asombrado presenciaba cómo, a medida que la alegría embargaba
a su amigo, este se iba transformando en un hermoso monstruo rosa.
(*) Valentín Amaro
Escritor
Nació en La Piragua, Gaspar Hernández, provincia Espaillat, República
Dominicana (1969). Segundo Lugar en el XIX Concurso Nacional de Cuentos de
Radio Santa María, Primer y Segundo Lugar en Poesía en el 4to. Certamen
Literario de la Universidad Iberoamericana, Premio Jaycees´72 en el 2008.
Posee una Maestría en Gestión y Educación Universitaria por la Universidad
Católica Santo Domingo. Poemas suyos aparecen en diarios y revistas de su país
y el extranjero. Desde el año 2000 pertenezce al Taller Literario César
Vallejo de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Es miembro del Ateneo
Insular que dirige Bruno Rosario Candelier. Tiene publicado:"En el temblor de
las visiones" por la Editora Nacional y Ediciones Ángeles de Fierro, también
publicado por Obsidiana Press de West Virginia. Profesor universitario.
ENLACE: Columna de
Valentín Amaro, en Acento.com.do

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