miércoles, 8 de octubre de 2025

LA MÁQUINA DE LAS EMOCIONES

Por José Muelas (1961-2025)
Reflexiones personales 

Vivimos sólo una vez y nos esforzamos (al menos yo me esfuerzo) por vivir nuestra vida de forma auténtica, procurando hacer aquello que, con mayor o menor acierto, consideramos adecuado y tratando de no seguir acríticamente la verdad establecida o eso que se suele llamar las convenciones sociales. La idea es vivir con conciencia tu vida y no vivir vidas ya vividas por otros. Sin embargo es difícil, muy difícil.

El ser humano, en el fondo, es apenas un pequeño animalillo social, ve su vida dirigida por pulsiones a menudo muy superiores a sus propias fuerzas.

No necesito explicar lo que es el enamoramiento en la adolescencia porque todos ustedes lo conocen suficientemente, la emoción es tan fuerte que domina a las personas; pero no es sólo el amor, la naturaleza ha incrustado en nuestros genes emociones que se disparan en cuanto reciben el estímulo apropiado: el miedo, la ira, el instinto de protección de los hijos, la venganza, el orgullo. Todas las anteriores son emociones presentes, en mayor o menor medida, en todas las especies sociales y, en el caso del hombre, también.

No necesito contarles cómo la naturaleza se encarga de que los padres sientan por sus hijos un amor tan acrítico e indisimulado —sobre todo en sus primeros años de vida— que los ven los seres más hermosos del universo; y no se empeñe usted en discutir eso con una madre o un padre porque, aunque le reconozcan en un conato de lucidez que todos los niños son iguales, sus hijos, en su mirada y su mente, son únicos y es una de esas causas por las que mujeres y hombres se trasmutan.

No necesito contarle tampoco cómo ese muchacho feo, canijo y poco agraciado, del que su hija se ha enamorado es para ella el ser más adorable del mundo y, aunque sea un majadero notable, ella juzgará cualquier idiotez suya como una gracia y hasta le parecerá artística la roña de sus tobillos, las espinillas grasientas de su cara o la pelusa mal afeitada de su barba adolescente. Es el amor, las emociones como esta o como la de paternidad/maternidad cambian en las personas hasta la forma en que ven el mundo.

Marvin Minsky, un científico que dedicó mucho tiempo al estudio de la mente humana, llegó a llamar al ser humano «The Emotion Machine» (La Máquina de las Emociones) porque en la base de todo su comportamiento y en la base de su proceso de toma de decisiones se encontraban estas aplicaciones de programación de comportamientos desarrolladas por la evolución a las que llamamos emociones. Incluso propugnó que, si habíamos de diseñar una máquina inteligente, habríamos de dotarla de emociones pues son un recurso absolutamente genial para economizar y administrar eficazmente los escasos recursos de que disponen los seres humanos. Si un león nos ataca nuestro organismo disparará la emoción llamada «miedo» y, a partir de ese momento, todos los recursos de nuestro organismo se destinarán a correr como alma que lleva el diablo; si lo piensan un gran invento de la evolución.

Sólo estas emociones, por sí mismas, condicionan la parte más importante del comportamiento humano y determinan en gran medida nuestros patrones de conducta pero, a esta programación biológica que nos ha deparado la evolución, hemos de añadir la programación cultural que instala en nosotros nuestra educación por parte de la familia y la sociedad.

Con las dos programaciones anteriores en mente podemos concluir que, aunque los seres humanos nos tenemos por racionales, la realidad es que, en las 24 horas que tiene el día, muy raramente usamos de eso a lo que llamamos «razonamiento». Incluso en actividades que uno supondría altamente reflexivas, como juzgar conductas ajenas, uno descubre en cuanto rasca un poco una motivación emocional y cultural tal, que asfixia cualquier conato de razonamiento previo. Los seres humanos, en realidad, no somos seres racionales, sino racionalizadores, y si en algo brillamos a gran altura es en nuestra capacidad para racionalizar, defender y argumentar nuestras decisiones.

Nuestro juicio moral de las conductas ajenas, nuestro juicio sobre las intenciones de otros, se fundan más en rasgos evolutivos que en una actividad racional: decidido el fallo ya buscaremos los fundamentos jurídicos que lo sustenten, diríamos en jerga jurídica.

Con todo esto a cuestas es difícil decir que vivimos «nuestra» vida. Heredamos emociones, patrones culturales, lenguaje con el que razonar, valores compartidos en mayor o menor medida y, si bien se examina, no resulta sencillo afirmar que nuestra vida ha sido nuestra y que no hemos vivido la vida de ningún otro, porque en muy buena parte sí lo hemos hecho.

Supongo que, cuando llegue la hora de ajustar cuentas, a uno le quedará muy poco más que tratar de justificarse explicándose que trató de vivir su vida conscientemente y con pleno conocimiento de lo que hacía.

Pero eso no cambiará mucho las cosas, en el fondo no haremos otra cosa que lo que hemos hecho siempre, justificar una decisión previa.

Quizá como yo estoy haciendo ahora.

Copiado del Blog de José Muelas (1961-2025)

ENLACE: El Blog de José Muelas (1961-2025)

José Muelas Cerezuela (Cartagena, España, 25 de febrero de 1961-28 de septiembre de 2025) fue un abogado especializado en derecho informático. Fue decano del Colegio de Abogados de Cartagena (2010-2018) y conocido por su activismo en asuntos de justicia, lo que le llevó a ser uno de los fundadores de la "Brigada Tuitera" o "Movimiento #T" primero, y de la "Red de Abogados y Abogadas de España" después. (Seguir leyendo en Wikipedia)

SOBRE LA MÁQUINA DE EMOCIONES
La "máquina de las emociones" puede referirse al cerebro humano, donde el sistema límbico regula las emociones, o a los robots emocionales/robots afectivos, que son máquinas con inteligencia artificial capaces de reconocer, interpretar y responder a las emociones humanas utilizando sensores y algoritmos de aprendizaje automático. También puede ser una referencia conceptual usada en libros y debates sobre la inteligencia artificial, explorando la posibilidad de reproducir y entender las emociones de forma artificial. 
El cerebro como "máquina de las emociones"
     Sistema límbico: 
Esta parte del cerebro es la principal responsable de gestionar las emociones, la motivación, el aprendizaje y la memoria. 
     Regulación emocional: 
El cerebro genera las emociones básicas y la motivación para nuestras acciones, controlando funciones vitales como el latido del corazón. 
     Reconocimiento y respuesta: 
Estas máquinas usan cámaras, micrófonos y otros sensores para detectar emociones a través de expresiones faciales, tonos de voz y gestos. 
     Inteligencia artificial: 
Algoritmos de inteligencia artificial y machine learning les permiten interpretar estas emociones y ajustar su comportamiento para interactuar de manera más empática. 
     Aplicaciones: 
Tienen potencial en campos como la atención al cliente y la logística, donde pueden ofrecer asistencia personalizada y monitorear el bienestar de las personas. 
Uso conceptual y científico
     Computación afectiva
Este término se refiere a la aplicación de técnicas de IA para analizar el estado emocional de las personas. 
     Investigación: 
Se desarrollan dispositivos y sistemas, como interfaces faciales integradas en la piel, para el análisis en tiempo real de las emociones humanas. 
     Libros y filosofía
El término también aparece en libros que exploran la naturaleza de la mente y la posibilidad de replicar la inteligencia y las emociones en máquinas, como el libro de Marvin Minsky. 



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Entradas populares