Minificción de István Örkény
Absurdo, cómico, genial, asombroso... creado con una naturalidad que lo hace creíble
Una tarde, sobre la tumba número 14 de la parcela 27 del cementerio publico de Budapest, se derrumbó, con gran estruendo, un obelisco de granito de casi tres toneladas. De inmediato la tumba se abrió en dos y la muerta que allí descansaba, la señora de Mihaly Hajduska, de soltera Stefania Nobel (1827-1848), resucitó.
Sobre el obelisco, con letras ya desgastadas por el tiempo, se hallaba grabado también el nombre de su esposo, el cual, por razones desconocidas, no resucitó.
A causa del mal tiempo sólo unas pocas personas se hallaban en el cementerio, pero los que escucharon aquel gran estrépito se reunieron en el lugar. Ya para entonces la joven se había sacudido la tierra, había pedido prestado un peine y se había peinado.
Una ancianita, que se cubría con un velo de luto, le preguntó que cómo se sentía.
—Gracias—dijo la señora Hajduska—, bien.
Un taxista se interesó por saber si tenía sed.
—Ahora no deseo beber nada —contestó la exmuerta.
—Con lo pésima que es esta agua de Budapest —señaló el taxista, tampoco él deseaba beberla.
—¿Qué le pasa al agua de Budapest? —preguntó la señora Hajduska.
—Le echan cloro.