Eso asegura Manuel Mora Serrano en esta entrevista del 5 de septiembre de 2023, con Argénida Romero, de Diario Libre, al cumplir el poeta y activista literario 90 años de edad.
El merecedor del Premio Nacional de Literatura 2021 cumple hoy 90 años y lo hará rodeado de su familia, sus libros y luchando por restituir a la poesía su lugar señero
La pasión no tiene retiro. Hoy, en su noventa cumpleaños, el escritor, maestro, articulista, investigador y abogado Manuel Mora Serrano lo hace constar a través de una vida dedicada a una gran pasión, la literatura, no solo en hacerla presente por medio de sus obras, sino desde el análisis y su apreciación, en especial de la poesía.
Su inquietud por el camino de la literatura en República Dominicana continúa vivo y en forma a través de la sección "El poema de hoy", en la edición digital de Diario Libre, y de este constante tránsito nos habla el también Premio Nacional de Literatura 2021.
Ha sido el artífice de "El poema de hoy" en Diario Libre, una selección de poesías muy personal y exitosa entre nuestros lectores, ¿podemos confirmar con eso que la poesía sigue viva?
Precisamente porque sentimos que no estaba viva decidimos hacer ese ensayo. Como dijimos en la presentación, ni siquiera en las escuelas se recita como antes, que era obligatorio saber de memoria y recitar en las clases y en los actos. Mucho menos, como sucedía antes, se presentan "veladas" en las escuelas de barrios y campos. En cuanto a los poemas, fue un ensayo que esperamos seguir haciendo. Incluso tenemos un libro inédito con el título de Siempre habrá poesía romántica, del cual hablaremos más adelante.
Decidió escoger poemas que no pasaran de los 16 versos, ¿por qué?
Fueron dos motivos. Primero, los lectores, sobre todo los jóvenes, que, por falta de lecturas escolares de poesía, se resisten a lecturas más extensas. Segundo, por la extensión, ya que pensábamos que se editarían en el periódico escrito. Agradecimos que al fin aparecieran y de vez en cuando se destacaran.
¿Es necesario pasar por la apreciación de la poesía rimada para apreciar la poesía de versificación libre?
La rima no es, como se pudiera sostener, innecesaria para la poesía, sobre todo para los infantes, por la musicalidad, ya que popularmente se dice cuando algo rima, que eso es poesía. Realmente no lo es, por lo cual la poesía en prosa puede ser que la consiga. Aunque es difícil explicar qué es o no es realmente poesía. Sin embargo, cuando una bella imagen o una metáfora feliz aparecen, hasta los más ignaros saben que eso es parte de la verdadera poesía. No todos los elementos, pero los más relevantes. Un poema sin imágenes y sin metáforas, sea con rima o en prosa, podría ser cualquier cosa, menos Poesía, con mayúsculas.
Si tuviera que escribir un ensayo sobre la utilidad de la poesía, ¿cuál sería la premisa?
La poesía, como todo arte verdadero, no tiene nada que ver con la "utilidad" que no sea emocional. Si no nos trasladan a otra dimensión de la realidad cotidiana, de la vulgaridad existencial, ni es poesía, ni es arte.
En su discurso al recibir el Premio Nacional de Literatura en 2021 recordó al poeta Juan Alberto Peña Lebrón, pidiendo ser reconocido a partir de la relevancia de su obra y de su trabajo en el ámbito literario. ¿Qué tanto estamos perdiendo como sociedad en ese olvido en que parece ha terminado mucha de la obra literaria dominicana?
No solo fracasamos en la defensa ardorosa de quien es para nosotros uno de los más importantes poetas nacionales, por suerte bien representado en las antologías más respetables. Sino que lo peor de nuestras luchas es que fue defendiendo el más grande poeta lírico nacional y, de más está decir, de la ciudad de su nacimiento. Nos referimos a la injusticia de que ni siquiera una calle lleve el ilustre nombre de ese poeta, con tantos carajos a la vela que los llevan. Sobre todo, ahora que su hijo mayor, Franklin Manuel, ha muerto. De modo que un abogado y maestro, como Peña Lebrón, sea marginado, nos duele, pero no solo pasa con él, sino con otras personalidades nacionales.
Vivimos en medio de una crisis cultural y la culpa es precisamente de la falta de lectura en las escuelas, no solo de poesía, de cuentos y novelas. Hay que enviciar la juventud de literatura, pero sin bases culturales en la escuela es una lucha estéril.
¿Realmente usted renunció a la poesía por la narrativa, como señaló el escritor Edwin Disla en una reseña sobre usted?
Primero que nosotros, durante el Boom Latinoamericano de Literatura, Pedro Mir renunció a ella y luego lo declararon Poeta Nacional. No renunciamos a la poesía. A ella no se renuncia. Renuncié un tiempo a escribir versos, pero tratando de hacer poesía en la prosa narrativa.
¿Todavía somos un país de poetas, como se suele afirmar?
Fuimos un país de poetas. Ahora somos solo un recuerdo de los años gloriosos, sobre todo en la primera mitad del pasado siglo, ya que se escribía sin pensar en premios, solo en el poema o el texto mismo. No está mal eso de los Concursos, pero sí, consideramos fatal "escribir para concursar" por el premio o la nombradía.
¿Cómo ve el panorama actual de la poesía dominicana?
Muy sombrío. Hay más vida cultural entre grupos por toda la geografía. Hay más gentes escribiendo y publicando libros, pero no están en los periódicos. Por eso estamos peleando desde esas páginas de Diario Libre y de Acento. A ver si despertamos a los directores de periódicos para que restituyan a la poesía su lugar señero.
SUS RECONOCIMIENTOS
Manuel Mora Serrano nació el 5 de septiembre de 1933 en el municipio de Pimentel, provincia Duarte, y recibió en el año 2021 el Premio Nacional de Literatura. En 1979 obtuvo el premio Siboney con la novela Goeíza, obra dedicada a rescatar a la Ciguapa, un personaje popular de la mitología dominicana. Es miembro honorario del Ateneo de Moca (Espaillat) y de la Sociedad Renovación de Puerta Plata y fundó la Sociedad Literaria Amidverza. También mantuvo la columna Revelaciones, publicada en diferentes periódicos de Santo Domingo durante tres décadas. Como abogado se desempeñó como fiscalizador de los juzgados de Paz de Pimentel, Mao y Villa Altagracia; en 1960 fue juez de paz en Pimentel y de 1961 a 1963 fue juez de instrucción en San Francisco de Macorís.
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